Ambientalismo hashtag

Por Belén Silva*

La construcción del sentido común sobre los conflictos socioambientales tiene una matriz: la influencia de los medios de comunicación y las redes sociales. Del sensacionalismo a la banalización hay un sólo paso. Pero una comunicación ambiental popular aún es posible.

Chile, desierto de Atacama, una fotografía que se viraliza: miles de prendas sin uso son descartadas y forman un basural a cielo abierto. La responsable de ello es la fast fashion o moda rápida que produce ropa de baja calidad, a bajo costo, con tendencias efímeras que buscan acelerar el consumo y generan un gran impacto ambiental.

Los ojos apuntan a los principales productores de moda rápida: China y Bangladesh pero ¿acaso nos hemos preguntado cómo se presenta el fenómeno del fast fashion en la Argentina?

La ropa de bajo costo se fabrica en talleres donde hay hacinamiento, trabajo infantil y donde el derecho a trabajar en condiciones dignas está ausente. Si estas prácticas se encuentran más cerca de lo que pensamos ¿Por qué se decide protestar en la puerta de Zara y no en la puerta de los talleres clandestinos? Este ejemplo nos sirve para pensar cuál es el lente que utilizamos para identificar las luchas ambientales y decidir cuáles acompañar.

Click, click, ¡boom!

Las redes sociales se han convertido en un canal para informarnos. Aún aquellas personas que se jactan de no mirar televisión están siendo bombardeadas con toneladas de información en cada inicio de sesión.

Según la Organización de las Naciones Unidas, convivimos con una nueva epidemia llamada infodemia. Se trata de una cantidad excesiva de información —en algunos casos correcta, en otros no— que dificulta que las personas encuentren fuentes confiables y orientación fidedigna cuando las necesitan.

Cada noticia de temática ambiental provoca cientos de posteos y la velocidad con la que se replican, a veces, deja poco tiempo para analizar la información con cautela. La necesidad de mostrar constantemente nuestra postura sobre un tema nos coloca en una posición de vulnerabilidad, incluso tomando argumentos de la antipolítica solapadamente. ¿Qué se esconde detrás de las campañas ambientales que nos facilitan placas y textos para compartir en nuestras redes? Probablemente nada malo, pero impiden generar capacidades propias y enriquecer la discusión.

Ambientalismo, justicia social y perspectiva de clase

¿Por qué junta más likes y empatía la fotografía de un terreno arrasado por el fuego y no la imagen de una persona de piel marrón reclamando por el acceso a derechos?

Dentro del algoritmo, la indignación es un motor donde no importa exponer imágenes morbosas para llegar lo más lejos posible.

Luego de los incendios en la provincia de Corrientes no tardaron en aparecer imágenes romantizando un campo incendiado con animales muertos pero ahora florecidos. Hasta la conductora de TV, Juana Viale, consideró oportuno fotografiarse usando una pluma en su cabeza, exigiendo la renuncia del ministro de ambiente. Nada se habla sobre las comunidades campesinas e indígenas que perdieron sus matrices productivas, o cuales son los reclamos que no encuentran micrófono para ser oídos, o cuál es el modelo productivo imperante y el vínculo extractivo que supone con la naturaleza: solo importa el click.

¿Por qué junta más likes y empatía la fotografía de un terreno arrasado por el fuego y no la imagen de una persona de piel marrón reclamando por el acceso a derechos?

Existe cierta selectividad a la hora de elegir qué luchas ambientales acompañar, porque a pesar que la lucha por el derecho a un ambiente sano sea una causa noble, no escapa al racismo estructural y al clasismo.

Así como se utiliza el término «los feminismos», para mostrar la diversidad de posturas en la lucha feminista, también existen «los ambientalismos», y entre ellos se encuentra el ambientalismo popular. Este es un espacio de militancia novedoso pero no nuevo, donde las personas que habitan los barrios populares pasan a ser protagonistas en la construcción de las soluciones. El posicionamiento político es muy definido: lo ambiental no habita en una burbuja, es parte de las dimensiones políticas y económicas. Sus consignas tienen un origen regional y local, encontrándose constantemente con el reclamo de justicia social.

El último informe del Panel intergubernamental de expertos sobre Cambio Climático (IPCC) es claro: cuatro de cada diez personas se encuentran en una zona de alta vulnerabilidad a la crisis climática. Eventos extremos como inundaciones, sequías, olas de calor y frío profundizaran las condiciones de precariedad de quienes se encuentran en situación de vulnerabilidad social. Un dato de color es que estos informes —al momento de su lanzamiento— solo se encuentran disponibles en el idioma inglés y tardan meses en ser traducidos, dificultando el acceso a la información que ellos contienen.

El tratamiento que históricamente ha recibido el cambio climático en los medios de comunicación ha mantenido la problemática lejos del cotidiano de la gente. Si bien en la actualidad existen periodistas con especialización en la materia, como es el caso de Tais Gadea Lara con Planeta del medio RedAcción, la cobertura suele mantenerse en la dimensión de lo cosmético.

La culpa no es del chancho

Si mencionamos al periodismo deportivo podemos identificar al menos dos o tres referentes, lo mismo sucede si pensamos en investigación de policiales, pero el periodismo ambiental no corre la misma suerte. No es porque no existan personas especializadas en la materia, o que no haya interés sobre el tema, sino que son pocos los espacios para hablar seriamente de ambiente en los medios tradicionales de comunicación. Seguir la agenda ambiental es mucho más que una tarea descriptiva, es buscar orígenes de los conflictos, señalar responsables y en algunos casos, dar a conocer experiencias locales exitosas que inspiren a diagramar soluciones.

En 2021 se aprobó en la Argentina la ley N° 27621 para la Implementación de la Educación Ambiental Integral en la República Argentina. Su propósito es la formación de una conciencia ambiental y dentro de su articulado se señala a los medios de comunicación como parte de la estrategia para lograrlo. ¿Es posible construir una racionalidad ambiental cuando los medios de comunicación tradicionales se encuentran repletos de conflictos de intereses?

En el dossier Contaminación Informativa: Medios, extractivismo y soberanía ( http://fatpren.org.ar/wp-content/uploads/2021/09/dci-270921.pdf ) realizado por periodistas de todo el país organizados sindicalmente, se analizan las estrategias informativas de los medios de comunicación, el avance del extractivismo y de las grandes empresas sobre la soberanía de los bienes comunes: “Nos propusimos poner en discusión nuestro propio rol como trabajadores y trabajadoras de prensa, muchas veces censurados por las mismas patronales que nos explotan y precarizan, que son financiadas por aquellas empresas que saquean los bienes comunes para construir un sentido común favorable a sus negocios”.

La comunicación no es neutral, y es por ello que en muchas ocasiones, aquellas personas que deciden tomar un posicionamiento contrario al de las empresas periodísticas deben buscar su espacio dentro de los proyectos autogestivos.

Agenda en disputa

Sala de Prensa Ambiental es un portal de noticias digital que desde hace 10 años se especializa en periodismo ambiental, abarca toda la provincia de Córdoba, en todos los formatos y soportes, con un sentido participativo. Daniel Díaz Romero, su director periodístico comenta: “Hacemos periodismo con agenda propia, tomamos determinados temas que no están en la agenda mediática y vamos hasta el hueso, alejándonos de lo que son las notas descriptivas. No describimos solamente cuántas hectáreas se quemaron sino que buscamos los orígenes, las causas y señalar a los responsables”.

Con una coyuntura nacional que no da respiro, el ingenio a la hora de la comunicación socioambiental se convierte en un aliado estratégico. Una de sus notas llevaba el título «Chau Diego, no te vamos a extrañar», un títular que no llamaría la atención si no se diera en el marco del primer aniversario del fallecimiento de Diego Armando Maradona. Al ingresar a la nota hay una sorpresa, no se refiere al futbolista, sino a la renuncia de Diego Concha, quien en ese entonces era Director de Defensa Civil de la provincia de Córdoba. Había recibido denuncias por abuso sexual además de reiteradas denuncias por incumplimiento de su deber en el marco de los incendios de la provincia.

Otro punto que este medio no ignora son los tiempos donde lo visual cobra un protagonismo vital. Es por ello que a la cabeza del área de comunicación visual se encuentra Noe Gaillardou, diseñadora gráfica e ilustradora. Cada infografía e ilustración es de creación propia, buscando alivianar la lectura de los desarrollados productos periodísticos.

Al momento de informarnos menos es más, y es menester gozar de salud mental para poder luchar por el derecho a un ambiente sano. En épocas de infodemia es conveniente tomar distancia, huir del click fácil que muchas veces banaliza los conflictos y darnos la oportunidad de crear nuestro propio sentido común.

*Abogada, especialista en Derechos Humanos y Ambiente

  • Esta nota fue escrita para https://plazarevista.com.ar/, publicación digital sobre medios, internet y política de la Defensoría del Público de la Nación.

Fuente: www.periodismoambiental.com.ar