Año 1976, buscan testigos de allanamientos en calle Bartolomé Mitre de Villa María

Por Jesús Chirino*

En estos inaugurales días del mes de febrero, una mujer viajó desde Córdoba capital hasta Villa María. Busca testigos de hechos violentos ocurridos hace 44 años. Sucesos que dejaron huellas indelebles en su familia, ocurridos en la época más atroz de la historia reciente de nuestra sociedad, en la dictadura desaparecedora de personas.

Su nombre es Graciela del Valle Juárez Martínez y quiere encontrar a quien conozca algo relacionado con allanamientos realizados por el Ejército, en una casa ubicada en la calle Bartolomé Mitre de esta ciudad. Uno de esos hechos ocurrió durante la madrugada del 30 de marzo de 1976, en tanto que el segundo allanamiento fue en septiembre del mismo año. En los dos casos, en medio de toda la violencia de ese accionar represivo, estuvo su hijo que por entonces aún no contaba con un año de edad.   

Memoria necesaria

Graciela sabe que intenta algo que no es fácil de lograr, pero tiene esperanza de que aparezca alguien que entonces hiciera el Servicio Militar Obligatorio, en la Fábrica Militar de Pólvoras, o quizás una vecina que vio llegar los vehículos hasta la cuadra donde actualmente está el Concejo Deliberante de la ciudad.

También podría ser alguna persona que escuchó hablar de ese allanamiento. Para Graciela es importante contactarse con quien sepa algo relacionado con esos hechos.

Militancia católica y peronista

Le pido que cuente los hechos, entonces los contextualiza. Nacida en 1949 dice “me crié en un ambiente de golpes militares y de gobiernos constitucionales, lo que fue forjando mi identidad como participante de movimientos populares. El inicio fue en Córdoba capital: El Movimiento Católico de Juventudes, la militancia parroquial y los Sacerdotes del Tercer Mundo que irrumpieron con su mensaje de compromiso, con el evangelio desde un lugar en particular”, paso seguido puntualiza “mirando a los pobres como sujetos de derecho”. Aclara que si bien entonces no se hablaba con esa terminología, sí “era el objetivo fundamental de los jóvenes que participábamos en esto”.

Con esos intereses ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba “siempre relacionada con la militancia cristiana y peronista. Desde ese lugar me involucré en la luchas estudiantiles. Después fui a Filosofía a estudiar la licenciatura en historia…” en tiempos en que tuvo lugar el Cordobazo.

Hablando de su militancia recuerda que tanto “desde la universidad” como “desde la militancia cristiana” se relacionaban “con sectores carenciados, digamos en situación de crisis”. Paso seguido rememora cuando conoció a quien luego sería su esposo y padre de sus hijos: “Vamos a un conflicto por la luz y el agua en un barrio y en ese contexto, en marzo de 1972 conozco a Oscar Ramón Pierantonelli”, entonces “estudiante de Ingeniería Electricista Electrónica”. A la par de sus militancias políticas continuaron “estudiando y trabajando en Córdoba capital”, nunca se vinieron a vivir a Villa María, lugar con el cual tenían una relación a partir del “origen de Oscar. El había nacido en Villa María y tenía un vínculo familiar afectivo de pertenencia a esta localidad”. Dice que viajaban con bastante regularidad a esta ciudad y continuaban con su vida en la capital provincial. Graciela logró un puesto como maestra suplente, se integró a la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba.

El 10 de agosto  de 1974 Graciela y Oscar contrajeron matrimonio. Continuaron con sus actividades militantes y cuando nació Bruno, su primer hijo, “estaba a punto de terminar la Licenciatura de Historia y Oscar seguía con Ingeniería al tiempo que trabajaba. Estábamos casados y necesitábamos autosustentarnos. El clima de Córdoba era bastante difícil, en ese contexto -en noviembre de 1975- muere Agustín Tosco y hubo una represión muy fuerte. Nosotros sentíamos que la situación de nuestra seguridad estaba empeorando. El día del golpe yo estaba estudiando con una compañera”. Graciela se encontraba en la casa de esa amiga, preparándose para rendir una materia de la Licenciatura en Historia, para entonces Bruno “tenía 11 meses de edad y lo habíamos dejado con los padres de Oscar en la calle Bartolomé Mitre 172 -de Villa María-… acababa de enterarme que estaba esperando mi segundo hijo”.

Bruno Pierantonelli tenía 11 meses

Cuenta detalles, “en un viaje que hicimos para ver a los papás de Oscar preferimos dejar a Bruno ahí, para yo terminar de estudiar y Oscar sentirse menos presionado. Con la idea de irlo a buscar el domingo siguiente. Hablamos alrededor del 19 de marzo -de 1976- , pero el miércoles fue el golpe y nosotros no pudimos ir a buscarlo”.

El día del golpe Graciela deja la casa de su amiga y se dirige a la de sus padres. Habla con Oscar por teléfono y deciden quedarse allí, siempre con la idea de viajar a Villa María para buscar a su pequeño hijo. Pero las cosas no sucedieron de la manera planificada, “el 29 de marzo Oscar había salido a ver a unas personas y pasa por una casa” conocida y nota que la misma había sido allanada y se entera que dos residentes del lugar “habían sido cargados al camión militar”. Entendiendo lo peligroso que resultaba quedarse en un lugar, donde la arbitraria fuerza militar fácilmente pudieran encontrarlos, busca a su esposa y le dice que tienen que irse urgente. Alrededor de las 9 de la noche levantan algunas ropas y rápidamente salen de la casa de los padres de Graciela, en Córdoba, dirigiéndose a la vuelta de manzana para tomar el colectivo.

En ese momento llegan efectivos del Ejército y, buscándolos, allanan el domicilio. Los militares traían con ellos a una de las personas que habían secuestrado en la casa que poco antes había visitado Oscar. Al no encontrarlos se van. Esa misma noche, a la una de la mañana (ya del día 30 de marzo), en Villa María  allanan la casa de José y Elvira, padres de Oscar Pierantonelli. En ese domicilio, de calle Mitre al 172, Graciela relata que “estaba durmiendo mi hijo de 11 meses, Bruno”.

Revolvieron toda la casa y levantaron al niño. Los militares deciden raptar al niño, lo sacan de la casa, lo suben a un vehículo del operativo, pero luego terminan dejándolo. Le habrían dicho a sus abuelos “que ese iba a ser el cebo” para poder atrapar a Graciela y Oscar. Los militares dejan una orden: si aparecía alguno de los padres del pequeño Bruno, debían avisarles para poder atraparlos.

Más allanamientos militares

La búsqueda fue encarnizada, la misma noche, alrededor de las cuatro de la mañana, el Ejército vuelve a allanar la casa de los padres de Graciela en la ciudad de Córdoba.

La madre, embarazada de su segundo hijo, concurrió varias veces a Villa María. Cuenta que en una de esas visitas “para buscar a Bruno, en septiembre del 76, coincidió con el allanamiento de la finca Zandrino y en ese mismo momento allanan la casa de José y Elvira”. Entonces un familiar le pide a Graciela que se retire de Villa María “me saca de la zona urbana y me lleva a un cruce de camino y allí logro tomar un colectivo que me llevó a Córdoba capital nuevamente”.

Bruno recién pudo volver a estar con su familia el 20 de diciembre de 1976, ya había nacido su hermano Alfredo. Todos aquellos hechos, la violencia a la que fue sometido siendo tan pequeño, dejó sus huellas. Una atrocidad más de las tantas cometidas en ese tiempo de dictadura. Ahora la madre busca a alguien que pueda contarle algo, aunque sea mínimo, de esos terribles sucesos.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar