Basta de Asesinatos Laborales

El espacio nacido en 2016 crece y se consolida en una coyuntura dónde la crisis y el desempleo profundizan la precarización laboral. Y responde a una cuestión tan fundamental como tapada: la muerte en el trabajo. 

Por Indymedia trabajadoras/es / Periódico El Roble.

El espacio nacido en 2016 crece y se consolida

En una coyuntura donde la crisis y el desempleo profundizan la precarización laboral, este espacio obrero responde a una cuestión tan fundamental como tapada: la muerte en el trabajo.

La primer definición fue dejar de hablar de “accidentes”. Son asesinatos porque ocurren por las prácticas criminales de las patronales, que ajustan costos a cuenta de nuestra integridad psicofísica.

Un día como cualquier otro

El 9 de septiembre de 2016 falleció el obrero mecánico David Ramallo en la cabecera Barracas de la Línea 60, al caérsele un colectivo encima. El establecimiento no estaba habilitado y carecía de las condiciones mínimas para funcionar. Si hubiera tenido una fosa como corresponde a cualquier taller automotor, Ramallo no habría fallecido.

Sus compañeros, buscando justicia, descubrieron que el mismo día habían muerto en sus ámbitos laborales otros dos trabajadores: “Charly” Alcaráz en una obra en construcción en Villa Crespo, y Diego Soraire en el INTA.

A partir de ese momento, familiares y compañeros de las víctimas se organizaron en el espacio intersindical Basta de Asesinatos Laborales (BAL) para exigir justicia y visibilizar estas muertes, que son tergiversadas por los medios hegemónicos de comunicación y silenciadas por el Estado, por las empresas y por las burocracias sindicales. Además, el espacio se plantea la formación en salud y seguridad laboral desde una perspectiva obrera.

Una epidemia invisible

En cada noticiero de cualquier canal vemos mucho tiempo dedicado a hechos dramáticos y violentos: crímenes y accidentes viales. Pero apenas vemos reflejados los problemas que nos afectan cuando trabajamos, aunque sean tan graves que terminen con la muerte.

Según la ONUDD (Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito), la cantidad de personas que son víctimas de homicidio intencional por año rondan los 437.000 en todo el mundo.

Según la OMS (Organización Mundial de la Salud) en el mismo lapso hubo 1,25 millones de muertes al año por accidentes de tráfico en el mundo, ubicándose como la principal causa entre las que trata la organización.

Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo), cada año mueren 2,3 millones de personas por accidentes o enfermedades laborales.

No hay correlación entre las cifras (fríos números detrás de los cuales hay personas) y el espacio que le dedican en los medios. Y lo que no se ve, pareciera que no existe.

Parte fundamental del trabajo del espacio BAL es mostrar esta realidad.

Construyendo desde la base

Al cumplirse el primer mes desde la muerte de Ramallo, Alcaráz y Soraire, el espacio BAL organizó en la ciudad de Buenos Aires una marcha a Tribunales que pasó primero por la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, que es el ente competente que debería velar por la vida y la seguridad de trabajadoras y trabajadores. Fue la primera de varias.

Además empezaron a sumar otros familiares y compañeros de víctimas. Como los de Brian “Mechi” Cantero, que trabajaba bajo condiciones precarias en la papelera Sein S.A., en Ranelagh, y murió atrapado en un máquina.

También se sumaron los municipales de Avellaneda de la agrupación Luis Pons, que cargan con tres muertes y múltiples denuncias por las pésimas condiciones en el corralón municipal.

Caso tras caso, se revela una relación directa entre precarización laboral y muerte. En este marco, los trabajadores tercerizados son los más desprotegidos.

José Maidana era un electricista que trabajaba para Edenor tercerizado mediante la empresa Rowing. Falleció el 24 de enero de 2018 al recibir una descarga de 380 watts. Fue el tercer caso fatal en diez meses ahí, pero el primero en difundirse.

“En todos los casos lo que empezamos a notar es que se repite lo mismo: la empresa culpa a las víctimas y amenaza al resto de los trabajadores para evitar que hagan público el caso o se organicen”, señaló uno de los fundadores del espacio, Santiago Menconi, quien realiza sus tareas en la cabecera Barracas de la Línea 60, donde perdió la vida David Ramallo.

“Hay casos que empezamos acompañando y luego se sumaron a BAL, como los familiares de Martín Pino que era un trabajador tercerizado de la empresa de seguridad Murata, de fuertes vínculos con el presidente Macri. Martín falleció en el ferrocarril, en la estación Retiro. Lo habían enviado a trabajar a las vías sin capacitación previa, sin medidas de seguridad, recibió una descarga eléctrica y lo terminó atropellando una formación”.

Para esconder su responsabilidad, Murata despidió a una trabajadora que habló del caso ante un medio de comunicación. Fue un ejemplo disciplinador, para que reine el silencio.

Exponer la realidad

En diciembre de 2018 se presentó en la sede de Ademys, en la Ciudad de Buenos Aires, el Informe sobre Asesinatos Laborales en la Argentina realizado por el espacio BAL. Fue la primera de una serie de presentaciones donde también se proyecta el corto “Las muertes invisibles” realizado por el colectivo de cine militante “Silbando bembas”.

“Nos dimos a la tarea de hacer el relevamiento porque la Superintendencia de Riesgos de Trabajo publica pocos datos y muy parcialmente. Computamos los casos que pudimos conocer porque se acercaron compañeros o mediante los medios, con muchos casos de compañeros en negro que no aparecían en ningún listado”, precisó Menconi.

“Fue un año muy difícil y el relevamiento mostró que la cifra es de un asesinato laboral cada 20 horas. Varios sectores muestran mayor impacto a raíz de la precarización laboral, como la construcción, los peones rurales y el transporte”.

También participan en el espacio BAL las compañeras y compañeros del Taller de Estudios Laborales (TEL). “Nos capacitan a nosotros y también damos distintos talleres de salud y formación laboral, para formar a los compañeros en cada sector de trabajo, para que con las especificaciones para cada rama podamos tener las herramientas para organizarnos y enfrentar las situaciones que llevan a muertes fatales”, planteó Menconi, enfatizando que la apuesta es poder ingresar con esta labor dentro de las distintas fábricas y lugares de trabajo.

El colectivo continúa avanzando en el reclamo de justicia, en la visibilización de los crímenes laborales y en las tareas de organización y prevención obrera para defender nuestra propia vida e integridad ante la codicia empresaria.

Fuente: www.anred.org