Ejercitando la memoria

Juan Carlos Giuliani, más conocido como “Pipón”, estuvo detenido durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica por casi ocho años. “Pipón” y sus dos hermanos –uno mellizo- estuvieron presos por defender ideales de dignidad y esperanza para los que menos tienen. Por una Patria liberada. Sin explotadores ni explotados.

Por Julia Giuliani

De las entrevistas más difíciles siempre algo se aprende, y es que entrevistar a mi viejo para RETRUCO donde hacemos un ejercicio intensivo de la memoria, la identidad y la justicia me hizo comprender que no hay tiempos ni edades para seguir construyendo en la mirada del otro, de la otra, a seguir apostando a salidas colectivas que dignifiquen.

“Soy Juan Carlos Giuliani, estoy jubilado lo cual no significa que esté pasivo, nunca entendí demasiado lo que significa calificar de ‘clase pasiva’ a los jubilados. Me siento con mucha energía, con muchas ganas de seguir trabajando en lo que es lo mío, el periodismo y además militando en los distintos espacios en los que siempre lo hago, fundamentalmente en la CTA o políticamente dentro de lo que es Unidad Popular, pero siempre apostando a generar, crear, contribuir, a la formación de una alternativa política que nos permita tener una sociedad de iguales”, comienza relatando “Pipón” Giuliani.

Comenzó su militancia cuando fue a estudiar Derecho a Córdoba allá por el ’69. Llegó a “La Docta” en el mes de febrero. “En mayo estalla el ‘Cordobazo’, por supuesto no participé, yo recién llegaba y en Río Cuarto mi adolescencia había pasado entre el deporte, el colegio, a pesar que nací en una familia de cuna peronista, y por lo tanto, la discusión política, la información de lo que estaba pasando estaba siempre sobre la mesa. Es más, nosotros llegamos a Río Cuarto desde Bulnes donde mi viejo era médico meses antes de la ‘Revolución Fusiladora’. Pisamos tierra riocuartense el 20 de junio del ’55 tres meses antes del Golpe de Estado de la llamada ‘Revolución Libertadora’ que en Río Cuarto y en Córdoba en general tuvo muchos adeptos, sobre todo dentro de los radicales que después perseguían con mucha saña a quienes habían apoyado al gobierno peronista y contaban con la ayuda de importantes sectores de la Iglesia”, relata “Pipón”.

Recordó que “cuando nos vamos a estudiar abogacía en Córdoba tengo una militancia muy periférica entre los años 70 al 72 dentro de la Universidad, pero en octubre del ’72 retorno a Río Cuarto por razones particulares y allí se hace mi militancia más fuerte en el territorio, dentro de la Juventud Peronista Regional III. Allí militábamos con compañeros, fundamentalmente tras la consigna “Luche y Vuelve”.

Sostuvo que en esos años “estábamos en los prolegómenos de las elecciones de 1973 que significó el ‘Argentinazo’ en las urnas del 11 de marzo, terminar con la dictadura de Lanusse, cuando Cámpora y Solano Lima fueron electos presidente y vice de la Nación, lo cual fue una experiencia muy fugaz porque terminó a los cuarenta y pico días, pero que vivimos una primavera política de la que nunca nos vamos a olvidar, porque significó también la libertad de los presos políticos a través de decisiones de gobierno de Cámpora. Vaciar las cárceles de militantes que habían estado durante la época de la dictadura que habíamos padecido y lo que había sido el 22 de agosto de 1972 con la ‘Masacre de Trelew’ en el sur del país”, señala.

En el sillón de su casa, su lugar de lectura y redacción, remarca que su militancia a fines del ’72 principios del ’73 tenía que ver con lo territorial, la primer Unidad Básica que estuvo en el Pasaje Los Ponchos en el barrio San José de Calasanz de Río Cuarto para luego tener responsabilidades en la Unidad Básica 22 de Agosto en el barrio Fénix y por supuesto involucrándose en la campaña electoral que llevó a Humberto Julio Mugnaini a la Intendencia de la ciudad. “Al ‘Cebolla’ Mugnaini en febrero de 1974 como JP y Montoneros lo defendimos en todos los frentes, logrando que permanezca en su cargo institucional frente a la arremetida de la derecha justicialista que conformó la versión local del ‘Navarrazo’ que había volteado al Gobierno Provincial de Obregón Cano y Atilio López en Córdoba y que acá no pudo hacerlo con el Gobierno Municipal”.

“Fue una etapa de mucha movilización, de mucha actividad y me permitió forjar una amistad con muchas compañeras y muchos compañeros; la militancia en los ’70  estaba naturalizada, quien no militaba en esa época era mirado como sapo de otro pozo, recordemos que había pasado el Mayo francés, había pasado la Revolución cubana que tenía mucha incidencia en nuestro imaginario colectivo, estaba la experiencia de Camilo Torres en Colombia y después la lectura, el debate, la militancia. Nosotros habíamos tenido un formación en muchos casos de autodidacta pero orientados por los compañeros más viejos o más formados que nos guiaban en la lectura de libros que estaban vinculados con el revisionismo histórico, el nacionalismo popular revolucionario, leerlo a Ugarte, “Pepe” Rosa, Scalabrini Ortiz, Jauretche, Hernández Arregui, Cooke, Puiggrós, pensadores de una talla reconocida que ligaban permanentemente la conciencia de clase con la conciencia nacional y entendíamos en ese entonces al peronismo como un Movimiento de Liberación Nacional”, relata con pasión Giuliani mientras hace memoria trayendo al presente esos años de gloriosa juventud.

De familia peronista, no olvida citar como antecedente las buenas épocas del radicalismo que en sus orígenes fue el partido que permitió que las clases medias, urbanas y rurales hicieran su irrupción en el terreno político institucional, pero subrayando que el peronismo había logrado que la clase obrera tuviera un protagonismo, una visibilidad y participación que no había tenido hasta entonces.

“En aquellos años la militancia juvenil era muy alegre, desprendida, generosa, muy participativa, había peñas, guitarreadas, el folclore, el tango, lo que fuera, el rock naciente que había por ese entonces también ayudaba a ir coagulando una relación que iba más allá, la militancia era muy fraterna, había sectores que provenían de agrupaciones de base de la Iglesia, otros de los sectores universitarios, de los territoriales, mucha de esa juventud era proveniente de hogares que habían sido antiperonistas”, describe en líneas generales lo que era la militancia en los frentes de masas, aunque también había mayores niveles de compromiso, de conciencia y organización participando en las formaciones especiales.

“También es importante marcar que en ese entonces la mujer, las compañeras tenían naturalizado su puesto de militancia codo a codo con el compañero, allí no había reclamos de feminismo como lo existe hoy. Las compañeras tenían el mismo o mayor grado de responsabilidad en los distintos frentes de militancia, e incluso en las propias organizaciones armadas, me parece que ese es un dato muy importante a rescatar hoy en día”, agrega “Pipón”. 

La cárcel: Persistencia y resistencia

Entrando ya en el terreno de esos años de detención, Giuliani comenta: “Fui detenido el 13 de julio de 1975 con uno de mis hermanos, Héctor Lucio. Todavía gobernaba Isabel con López Rega, había muerto Perón. Era un gobierno que claramente había pactado con la oligarquía y que estaba manejado por el lopezregismo que era una versión facistoide de alguien que después se comprobó que era agente de la CIA. Acá en Córdoba la ‘Triple A’ actuaba bajo el nombre de ‘Comando Libertadores de América’, asesinando militantes populares y que luego se incorporarían sin transición a los grupos de tarea de las Fuerzas Armadas para perpetrar el genocidio”.

Cuando le pregunto qué fue la cárcel para él, no lo duda: “La cárcel ha sido para mí una escuela de militancia, por supuesto que no se la recomiendo a nadie, pero en primer lugar, me reafirmó en mis convicciones, en mis principios, si tenía algunas dudas me ratificó la necesidad de combatir en todos los frentes contra la injusticia social, contra la entrega de soberanía, contra la desigualdad, por una nación liberada, por un proyecto de emancipación. En segundo lugar, me ayudó a cultivarme, a autoformarme, con compañeros que me dieron orientaciones en cuanto a la lectura, ensayos o lo poco que pudiéramos leer vinculado a lo político a lo sociológico, lo filosófico, como así también en materia de literatura. Recuerdo la literatura norteamericana de las primeras décadas de siglo XX, la literatura latinoamericana con todo el boom que significó allá por los ’60-’70, y además una disciplina… La disciplina de saber que tenías que estar siempre alerta para que el enemigo no te sorprenda, no te castigue o para que los ‘quebrados’ que se habían transformado en ‘buchones’ del Servicio Penitenciario no te mandaran al frente”, suelta con emoción.

“Después salí, volví a mi actividad después de varios avatares, volví a la prensa, fui cofundador del Circulo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba. Durante once años me desempeñé como Secretario General del Cispren, también he sido Secretario General de la CTA de la provincia de Córdoba, he tenido cargo hasta el año 2018 en la CTA-A nivel nacional, he escrito un montón de artículos y publiqué dos libros. Cuando me dicen si soy un ex preso político les digo que no, porque para mí no es una categoría, no es una entidad, no presta identidad decir que uno es un ex preso político porque fuimos presos políticos hace más de 40 años, después salimos y algunos se quedaron en sus casas, otros fueron absorbidos por el sistema, otros se dedicaron a hacer negocios, y algunos, varios, muchos, seguimos militando en distintos espacios, en distintas agrupaciones pero siempre en la misma trinchera, por lo tanto, no somos lo mismo. Cada uno tiene su recorrido, yo soy dirigente político y sindical, no ex preso político”, relata casi sin tomar aliento.

“Estar en la retaguardia, ser conscientes de eso, de que el enemigo buscaba destruir a toda una generación que pensaba, construía y creía en un país digno de ser vivido por todxs y no por unos pocos. Buscaban nuestra destrucción física y psíquica, y por lo tanto teníamos que evitar que eso ocurriera a través de la actividad física que muchas veces era clandestina porque no nos dejaban hacer ejercicio y a través de la actividad del pensamiento, de hablar, contarnos películas, contarnos novelas, algunos hacían hasta partidos de ajedrez imaginarios, tener siempre la cabeza puesta en algún pensamiento para evitar la destrucción psíquica que era lo que buscaban los guardia-cárceles, en este caso como mano ejecutora de la represión. Funcionando con los compañeros. Romper el aislamiento a través de la comunicación interna de los modos más creativos o recibiendo noticias de lo que pasaba afuera por intermedio de los familiares era una tarea fundamental para sobrevivir”, expresa Giuliani.

Familia militante

“Nosotros éramos un caso medio raro porque cuando ya estamos en Rawson, no era común que hubiera tres hermanos detenidos en un mismo lugar: Héctor, Diógenes, con quien nos reencontramos en Sierra Chica porque estaba en La Plata y yo. Estuvimos bastante tiempo separados, eso significaba para mis padres tener que viajar a La Plata a ver a uno, a Sierra Chica a vernos a los otros dos. En el caso particular yo tenía a mi compañera de toda la vida Celia, ya había nacido mi hijo más grande Federico, lo cual ayudó mucho a que ellos se comprometieran a visitarme en cada cárcel que estuve. En la cárcel de Río Cuarto estuve desde la detención en el 75 hasta el 76. Creo que fue en septiembre del 76 un pasaje rápido por la Unidad Penitenciaria N° 1 de Córdoba, y allí nos suben a un avión Hércules y nos trasladan a los golpes hasta Sierra Chica donde nos reciben a los golpes, y allí estoy hasta el año 79 donde después nos llevan a Rawson. Allí voy a estar bastante tiempo hasta el 81 cuando presentamos un Recurso de Amparo masivo por la situación en la que nos encontrábamos, la habíamos llamado “Operativo Gorrión”, iniciativa que llevamos adelante los presos peronistas ligados a Montoneros para denunciar el tratamiento carcelario. En ese marco nos llevaron a los tres y a dos compañeros más a Buenos Aires a declarar ante un juez que, por supuesto, no le dio mucha bolilla al tema, pero nos trasladan a la cárcel de Caseros que era para la dictadura un ejemplo de la tecnología carcelaria a exportar, decía Martínez de Hoz. Puro cemento y vidrio, no se veía el sol”, dice de un tirón.

“Allí estuve un tiempo porque justo nos agarró la Guerra de Malvinas por lo tanto recién en el mes de junio del 82 fue liberado uno de mis hermanos, Diógenes. Y a Héctor y a mí en julio o agosto nos trasladaron de vuelta hacia Rawson desde donde salí en libertad el 22 de noviembre de 1982”, cuenta “Pipón” que nos atrapa con su historia.

Ya reflexionando sobre el final, el mensaje siempre es esperanzador. Si bien se caracteriza por ser coherente en sus ideas y posturas, muchas veces testarudo, es un tipo sensible que no se doblegó ante años de encierro y torturas. “A mi hijo Federico lo pude tocar, abrazar y besar recién para un Día del Padre cuando él ya tenía seis años…imagínate, ese momento. La cárcel me hizo tomar conciencia de la importancia de lo colectivo. Ahí funcionábamos por ranchada, en donde todos aportábamos, tuviéramos o no tuviéramos, libros, información de afuera, alimentos que nos permitieran entrar. Lo peor que te puede pasar en una situación límite como esa es ser individualista porque llevás todas las de perder. Por lo tanto, yo creo que forjó mucho mi espíritu. La cárcel me hizo encallecerme, endurecerme, uno tenía que evitar que el enemigo que te mantenía como rehén descubriera si estabas preocupado o no porque había llegado o no una carta de tu esposa o tus padres para tener noticias de la familia. Teníamos que cubrirnos de una pátina de indiferencia para que no supieran cuales eran nuestras sensaciones, nuestras emociones y eso con el tiempo me ha impedido ser más extrovertido, más dado. Reconozco que esa actitud, por un lado, me cubrió con una caparazón frente al enemigo en la retaguardia durante la etapa de prisión, pero también es cierto, por otro lado, que me ha hecho más reservado, por ahí puedo parecer hosco, aunque los que me conocen saben que soy franco y amiguero. Aunque no lo parezca porque siempre fui ‘jetón’, yo soy un tipo más bien tímido”, remata Juan Carlos “Pipón” Giuliani, mi viejo.

Nota publicada el 24 de marzo de 2019 en www.retruco.com.ar. Edición corregida y actualizada por la autora.