El calor no es creación divina

Por Néstor Pérez

Plantada la piedra en su peso, plantada la planta en sus raíces. Tenacidad del acto de permanecer. Pensamiento de afinca miento. Ya mucho me duele cada uno de esos árboles gigantes que debo mandar derribar para cambiarlos por pólvora, por municiones, por armas. Cada hachazo cae en mi tronco; su grito grita en mí su queja de desarraigo y muerte. Las jangadas bajan flotando por los ríos acollarando millares de palos. ¡Vamos!, le digo. ¡No se hagan los zonzos! Es preciso que se caigan para que la Patria se levante; es preciso que se vayan río abajo para que la Patria se quede y remonte”. (1)
Córdoba es el saqueo del monte en clave de negocios. Se dijo mil veces. Mil veces nutrió la burla de quienes hacen negocio tan macabro. El monte ya no es. Lo que es calor es falta de verde. El verde que, en papel moneda de Estados Unidos, saquea el descanso de los sojeros. Sojeros que trocan ganado por agronegocios, vaciando de árboles allí donde se levanten como obstáculos, y después se preguntan ¿de dónde tanto calor? La depredadora marcha de quienes siembran la muerte del futuro no se detiene porque hoy nos ahoguen 42° de calor.
Al Este de Córdoba el sol derrite el asfalto; al norte sofoca a poblaciones sin otro recurso que la “resignación”; no es Diosito, no es Mandinga; es la antropofagia de una clase de sujetos, que al amparo y complicidad de la dirigencia política, nos dejó desnudos para que sus hijos puedan subir sin tropiezos en la escala social, y reposar sobre herencias futuras. En una tierra que arde, todos los días más intensamente.
Un país que no puede soltar amarras hacia el desarrollo se vuelve primario una y otra vez: “La existencia de la producción primaria de la cual depende la economía argentina está ligada, a su vez, a la deforestación. Y es esta actividad una de las que más contribuye a su vez a la emisión de los gases de efecto invernadero a nivel global”. (2)
El calor no es creación divina, es hijo legítimo de un sistema cruel que valora, aplaude y estimula el saqueo de los recursos naturales; no para vencer en el litigio por la emancipación, como lo plantea arriba el Supremo José Gaspar Rodriguez de Francia…sino para ser cada día más vulnerables a los designios de quienes medran con el sufrimiento ajeno.
(1) “Yo el Supremo”, Augusto Roa Bastos / pág. 392
(2) “No es calor, es desmonte” Página 12 
*Periodista. Escritor. Secretario de Organización del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba (Cispren-CTA)