El extractivismo mata

OPINIÓN

*Por Matías Giuliani*

En este año electoral, la clase política -salvo honrosas excepciones- intenta convencer a la sociedad que el extractivismo es una solución a los problemas económicos del país, cuando es todo lo contrario: Es un modelo que garantiza dependencia y atraso porque afecta las posibilidades de soberanía alimentaria y desarrollo autónomo y sustentable; acrecienta la desigualdad y pobreza porque supone una estructura corporativa y oligárquica de concentración de la tierra y la riqueza en manos de pocos, propone condiciones laborales deplorables; y profundiza el saqueo de nuestros bienes comunes y la contaminación del aire, ríos y suelos con prácticas voraces.

El pasado domingo dos obreros petroleros de Vaca Muerta fallecieron al caer en una pileta de purga en las instalaciones de Tecpetrol, perteneciente al grupo Techint en Fortín de Piedra, la empresa que junto a YPF construyó el oleoducto inaugurado la semana pasada por Mauricio Macri. En la ocasión, el Presidente expresó que la flexibilización laboral de ese sector es un claro ejemplo de cómo “generar las condiciones para que lleguen las inversiones”. Lo cierto es que con estas dos nuevas víctimas fatales, suman 8 las muertes obreras en Vaca Muerta en lo que va del año, afirmando que las consecuencias del modelo, el ajuste y la flexibilización laboral muestran su cara más cruel, estableciendo un triste nuevo récord en el sector petrolero.

La reforma del convenio para la explotación de Vaca Muerta fue uno de los grandes anuncios de este gobierno cuando en 2017 firmó un acuerdo específico para la extracción de hidrocarburos no convencionales, vía por la cual junto al empresariado, comenzaron a avanzar contra las condiciones laborales y de seguridad de los trabajadores.

El acuerdo para aumentar la productividad que el Gobierno Nacional selló junto a las petroleras, sin dudas contribuye a la sucesión de accidentes y muertes evitables en este sector. La estructura del Estado inadecuada, la búsqueda desenfrenada de ganancias por parte de las empresas, los ritmos de producción que obligan a que no se garanticen las medidas y condiciones de seguridad mínimas, los salarios magros, la vista gorda de las ART, se convierten en un cóctel que pone los intereses privados por sobre la vida de los trabajadores.

Esto también es posible ante la inacción de la burocracia sindical encabezada por Guillermo Pereyra del Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa, firmante junto a las empresas y al Gobierno Nacional de la agenda de flexibilización, quien en relación a las muertes de los jóvenes obreros, admitió que existen fallas, aunque desligó responsabilidades en nefastas declaraciones, al asegurar que más allá de lo riguroso y peligroso del trabajo, cualquiera que se equivoque puede pagar con su vida, y quien además al ser consultado si el sindicato tomaría medidas de fuerza, dijo que no deben apresurarse, porque no se sabe si fue una falla en la seguridad de la empresa o un descuido de los trabajadores, dejando en claro los interés de quienes defiende.

La repetición de accidentes fatales en los distintos sectores y no solamente en el petrolero, es producto del actual Sistema de Riesgos del Trabajo que representa un negocio empresarial basado en la desidia y permite que los trabajadores y trabajadoras seamos considerados como un número.

Recalcamos la importancia de que los trabajadores tomemos la defensa de nuestra salud en nuestras propias manos, que nos organicemos, que exijamos la conformación de Comités de Higiene y Seguridad, que seamos participes y entendamos que solo así se garantizarán todas las medidas necesarias para evitar nuevos accidentes laborales y enfermedades profesionales.

*Secretario de Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo de la CTA Autónoma Regional Río Cuarto