“El Presidente duerme”

Por Manuel Justo Gaggero*

Esa fue la respuesta que recibieron la esposa y la hija del General Juan José Valle por parte de la guardia de la residencia  presidencial de Olivos  en aquella noche del 11 de junio  de 1956 cuándo  solicitaron una entrevista con el Dictador Pedro Eugenio Aramburu. Le querían solicitar que conmutara la pena de muerte que había dictado un Consejo de Guerra, absolutamente ilegal, contra su esposo y padre. Frente a esta fría respuesta y embargadas por una profunda tristeza insistieron en que los recibiera la esposa del Presidente de facto ya que la conocían porque ambos: La víctima y el verdugo eran de la misma promoción del Colegio Militar. Ella también dormía.

Este relato me  lo contó Susana Valle cuando realizamos, en junio de 1958 en Paraná, el primer acto autorizado en homenaje a los caídos en aquellos días trágicos. En aquella fecha, hace 64 años, un grupo de oficiales y suboficiales del Ejército acompañados por un numeroso grupo de civiles organizaron un levantamiento para terminar con el gobierno dictatorial. Éste, que había llegado a la Casa Rosada en noviembre de 1955, luego de desplazar al General  Eduardo Lonardi que había encabezado el Golpe del 16 de setiembre de ese año que puso fin al segundo período de gobierno de Juan Domingo Perón, inició una política con una clara hegemonía de los Estados Unidos.

El Embajador de este país-Albert Nufer- se transformó en el principal “consejero” del nuevo gobierno. En esta dirección lanzó una violenta represión –se contaban por más de 30 mil los presos políticos- al mismo tiempo que se intervenían los sindicatos, se suspendían las paritarias “sine die”, se prohibía, con penas de cárcel, la mención de los nombres del “Viejo General”, de su esposa y del Movimiento. En sintonía con esta postura el país se incorporaba al Fondo Monetario Internacional, retiraba su Embajador en  la URSS y se negaba  a reconocer al gobierno de la República Popular de China surgido luego del triunfo de la Revolución en ese país en el año 1949.

La asonada estaba encabezada por Valle y el General Raúl Tanco. Este último, junto con el Coronel Nasta, estaban  situados en nuestra ciudad a la espera de que los oficiales comprometidos tomaran la unidad militar con asiento en la misma. Los grupos de civiles, entre los que estaban mis amigos Gabriel Bourdin  y Leandro Pérez, ocuparían la emisora radial –LT 14 –para trasmitir la Proclama. La situación prevista no se produjo por lo que los referidos jefes militares se refugiaron en el stud de Angel Roland  -el último Secretario General del Sindicato de Jockeys y Entrenadores. Por su parte, en violentas redadas eran detenidos los civiles.

La Dictadura, estaba decidida a dar un “escarmiento”, por lo que decretó la Ley Marcial y tiñó de sangre esos tres días asesinando a 18 militares y 13 civiles. Parte de esos últimos, en una noche de terror, en el basural de José León Suárez que fue inmortalizada en una investigación de Rodolfo Walsh titulada “Operación Masacre”.

Con uno de los sobrevivientes, Julio Troxler, compartí la cárcel en 1970. En noviembre de 1955 Alejandro Olmos comenzó a editar la revista “Palabra Argentina” que se transformó en vocero de la Resistencia. Desde la misma se propuso realizar una Marcha del Silencio en homenaje a los caídos en ese intento fallido. Nosotros, con la Juventud Peronista en la clandestinidad en nuestro “lugar en el mundo”, intentamos llevarla a cabo en junio de 1957. La represión la impidió pero fue un recordatorio importante.

No cabe duda que los sublevados estaban infiltrados por el Servicio de Informaciones del Estado en cuya dirección estaba el General Juan Constantino Quaranta-un oscuro personaje responsable del asesinato del abogado Marcos Satanowsky, apoderado del diario  “La Razón”. Esto también fue investigado por Walsh  que publicó sus conclusiones en la revista “Mayoría” de los hermanos Tulio y Bruno Jacovella.

Además, no contaban con la anuencia de la dirección burocrática del Movimiento que no quería confrontar con el Régimen.  Mas allá de estas consideraciones, el heroísmo de aquellos compañeros merece nuestro reconocimiento y su gesta forma parte de la historia no oficial que la escriben los pueblos. Esto sucedía en días como los que estamos recorriendo y no deben olvidarse.

Abogado y periodista. Ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”

Nota. Este recuerdo integra el primer tomo del libro de mi autoría “Un Viaje hacia las Utopías Revolucionarias” editado por la Editorial “De la Comarca”.