Esenciales y estresados

A casi seis meses del decreto de aislamiento social, preventivo y obligatorio, una radiografía de quienes siguen yendo a trabajar todos los días.

Por estos días en los medios de comunicación se habla mucho más de la adaptación al trabajo a distancia que de aquellos que siguieron desempeñándose de manera presencial incluso en los momentos más agudos de la pandemia de COVID-19.

Se trata de los trabajadores considerados “esenciales” en el decreto 297/20, que incluye a los médicos, enfermeros, empleados de medios de comunicación, de supermercados, de empresas ligadas a la producción de bienes esenciales, trabajadores del agro y de la pesca.

Pero también a quienes brindan servicios de Internet y Telecomunicaciones, a los responsables diplomáticos y empleados de embajadas, a los servicios judiciales esenciales, personal de obra pública o de comedores comunitarios, de empresas de servicios funerarios y cementerios o de delivery y comercio electrónico.

Ellos, con mucho menor reconocimiento que los médicos o las fuerzas de seguridad, hace casi seis meses que todos los días salen a la calle como lo hacían en la “vieja normalidad”, arriesgando su salud y la de sus seres queridos para que otros tengan el lujo de quedarse en su casa cuidándose y no les falte nada.

Son también los que colaboraron con los argentinos que necesitaron volver del exterior cuando se cerraron las fronteras, y los que ayudaron a los extranjeros que querían retornar a su país. Son los que fueron a las casas a atender denuncias de vecinos por las incrementadas quejas y actos de violencia ocurridos por los ánimos exacerbados del encierro y la cuarentena, y los que asisten a las víctimas tanto en el camino judicial como el de la recuperación.

Son los que cavan las fosas, transportan enfermos a los hospitales o les llevan comida. Salen a recoger la basura, a garantizar servicios básicos como el agua o el gas, a manejar un camión para distribuir remedios o a abrir la farmacia para recibirlos y venderlos. No salen para ir a la televisión o hacer campaña.

Los”esenciales” en algunos casos recibieron aplausos desde los balcones y luego, tras meses de cuarentena en muchos de los centros poblacionales del país, volvieron a la agenda cuando los médicos de terapia intensiva alertaron sobre el colapso del sistema, no por falta de camas o respiradores sino por el agotamiento del recurso humano de primera línea de batalla, que cuando no se enferma de COVID-19, termina desgastado.

De esta forma, mientras en las empresas se implementaron medidas como pausas activas o clases online de yoga y meditación para lidiar con el “burnout” de sus teletrabajadores encerrados en sus casas, la salud mental y el desgaste físico de los “esenciales” entró en escena.

Y se renueva la pregunta: ¿saldrán de la pandemia en las mismas condiciones quienes la atravesaron trabajando –de manera presencial o a distancia- que quienes estuvieron de licencia o no debieron prestar tareas laborales?

Por lo pronto, un estudio regional de la empresa de clasificados online Navent (dueña de Bumeran y ZonaJobs, entre otros portales) al cual accedió en exclusiva iProfesional demostró que el 55,1% de los trabajadores considerados “esenciales” presenta síntomas de estrés asociados a las medidas de seguridad que deben cumplir de acuerdo a los protocolos para operar durante la pandemia.

Y al ser consultados por las emociones que sentían durante la pandemia, los resultados predominantes marcaron “agotamiento intenso”.

La mayoría de los “esenciales” argentinos mencionan sentir agotamiento intenso

Este resultado marca que es posible que las consecuencias en la “nueva normalidad” sean muy distintas para unos y otros. “Creo que si tuviésemos que diferenciar entre esenciales y personas que están teletrabajando, los primeros van a salir más extenuados cuando esta pandemia finalice, ya que la jornada de trabajo de muchos de ellos se extendió y la presión ante el posible contagio es mayor por el nivel de exposición”, reflexionó Nicolás Coccolo, Gerente de Marketing Latam de Jobs en Navent.

Por otra parte, consideró aquellos que se encuentran trabajando desde sus casas saldrán de esta pandemia con nuevas herramientas y métodos adquiridos para llevar adelante su jornada laboral y sus objetivos de forma remota, mientras que los que no tuvieron que prestar tareas en estos meses de pandemia “seguramente, cuando finalice esta situación tendrán un nuevo periodo de adaptación al día a día en su organización”.

Desde otro punto de vista Graciela Filippi, profesora titular de Psicología Laboral de la Universidad de Buenos Aires (UBA) también consideró que la salida de la pandemia será distinta para cada cual: “Creo que nadie va a salir igual, dado que estar encerrado sin poder trabajar, trabajando remotamente o siendo trabajador esencial obligado a salir para prestar tareas, va a dejar diferentes marcas”.

“Estar encerrado produce síntomas psicosociales y físicos determinados como problemas musculoesqueléticos por sedentarismo en demasía, la exposición permanente a la pantalla de la computadora o a la herramienta tecnológica con la que cada uno se conecta, etc. También hay casos de ansiedad, ataques de pánico en ambos grupos, síntomas de depresión, irritabilidad, desmotivación y desgano, y se ha instalado un sentimiento de miedo al contacto con el afuera, percibido por muchos como un espacio peligroso”, dijo a este medio quien también es titular de la consultora Graciela Filippi Innovación Estratégica.

En resumen, la experta de la UBA anticipa que una vez finalizada la emergencia sanitaria probablemente surjan consultas tanto por la salud física como psíquica que podrán sorprender, y que indudablemente la relación con el trabajo y la forma de gestionarlo sufrirá múltiples cambios.

Un fenómeno que no reconoce fronteras

Así como la misma pandemia, el agotamiento y desgaste mental de los “esenciales” tampoco reconoce fronteras y es un escenario que se registra con pocas variaciones en toda la región.

La mencionada encuesta de Bumeran incluyó a personal médico, sanitario y de farmacia, área de producción de alimentos; transporte público, fuerzas de seguridad; recolección de residuos, supermercados (mayoristas y minoristas); personas que asisten a terceros, personal de distribución de energía eléctrica, gas y agua; establecimientos de productos higiénicos; autoridades y trabajadores del sector público nacional y provincial, en Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Panamá y México.

En muchos de estos países, al consultarle a los “esenciales” cómo se sentían la emoción que declaró la mayoría fue el estrés (30,8% en México, 24,1% en Ecuador y 22,2% en Chile), mientras que en Perú la queja más reiterada (19%) fue no poder desconectarse del trabajo a pesar haber concluido su horario de empleo regular.

Empleados de supermercados siguen prestando tareas presenciales durante la pandemia

En la Argentina, sin embargo, al estrés asociado a cumplir con la tarea laboral en medio de una pandemia (20,2%) lo superó la cantidad de “esenciales” que declaran sentir un “agotamiento fuera de lo normal relacionado con la carga excesiva de trabajo” (21,6% de las respuestas).

“No conocemos a ciencia cierta el porqué de esta diferencia entre Argentina y los otros países de Latinoamérica, pero seguramente este sentimiento de extenuación tenga que ver con la presión a la que el personal esencial está sometido en estos tiempos por su seguridad y la de sus familias”, dijo Coccolo a iProfesional.

Otro 17,1% de los “esenciales” argentinos que participaron de la encuesta de Bumeran aseguró no poder desconectarse de las tareas a pesar de que se hayan cumplido las horas laborales estipuladas regularmente.

La desmotivación es otro de los síntomas experimentados según el 14,6% de los consultados locales, el 9,8% confirmó sentirse más presionado y casi el 7% aseveró que las tareas le demandan más tiempo que el habitual. Por último, un 3,8% detectó que su rendimiento y productividad son menores a los que tenían en los meses previos a la pandemia.

En parte estas sensaciones se deben también a una sobrecarga laboral en este momento. El 53,5% de los argentinos afirmó estar trabajando más horas que antes de la pandemia. Y como la mayoría de las actividades también requiere de mayores cuidados y atención que lo que solían demandar, no es casual que el 55,1% haya advertido haber sentido una mayor presión por cumplir con todas las exigencias detalladas por los protocolos de seguridad, con el objetivo de evitar contagiarse y procurar la buena salud de las personas con las que podrían llegar a interactuar.

Salvo en Perú, en todos los demás países latinoamericanos consultados en la encuesta de Bumeran hubo la misma percepción de un estrés incrementado por la exigencia de cumplir con las medidas de seguridad e higiene implementadas para combatir el COVID-19.

La percepción de los empleadores

Si bien la mayoría aseguró que lidiar cotidianamente con protocolos de seguridad le genera estrés, los trabajadores ponderan mejor a los empleadores que los dotaron con los elementos de protección e higiene personal necesarios para evitar los contagios.

Respecto de esta paradoja, Coccolo mencionó: “Las medidas de seguridad son un elemento de estrés en los trabajadores esenciales, justamente porque se enfrentan a un posible contagio y la presión tiene que ver con la necesidad de protegerse correctamente ante este virus. Por ese motivo, se pondera mejor a los empleadores que brindan los elementos de protección necesarios para cumplir con los protocolos de seguridad”.

Los trabajadores ponderan mejor a los empleadores que les proveyeron de elementos de seguridad e higiene

Al preguntarle a los “esenciales” locales si habían recibido de las empresas en las que se desempeñan barbijos, alcohol en gel, máscaras, posibilidades para mantener el distanciamiento físico, el 78,9% respondió de manera afirmativa.

También lo hicieron en Ecuador (89,3%), en Panamá (87,5%), en Perú (86,8%), en Chile (76,6%) y en México (69,2%).

Pero el 77,5% de los argentinos declaró que la organización o compañía donde trabaja no planteó nuevas iniciativas frente a la pandemia. Solo el 7,6% de los empleadores generó espacios de contención, 4,7% reforzó los beneficios para compensar la exposición al contagio y el 4,4% observó un rol más activo desde el líder del equipo de Recursos Humanos.

El 2,9% percibió un aumento en sus salarios con el fin de mantenerlos motivados en sus trabajos y, también, algunos trabajadores confirmaron tener un psicólogo a disposición (2,9%).

Desde Navent aseguran que esta misma situación respecto de la percepción de la gestión de la pandemia de parte de los empleadores se repitió a lo largo de toda la región.

“El resultado general sobre la percepción de los empleados hacia la postura que deberían tomar las empresas frente a esta nueva realidad se refleja al momento de consultarles si consideran importante que sus empleadores aborden un rol de contención en este contexto, registrándose la respuesta afirmativa para todos los países: México 100%, Chile 97,4%, Perú 97,4%, Panamá 96,9%, Ecuador 96,4% y Argentina 93,1%,” cerraron desde la compañía.

Los “esenciales” y el COVID-19

Así como los médicos y profesionales de terapia intensiva alertaron por el desgaste de los recursos humanos en su área, también desde la Federación Sindical de Profesionales de la Salud (FESPROSA-CTA) reclamaron que estos son los trabajadores que más se contagian entre los rubros “esenciales” y que se cuentan ya más de 26.000 infectados y 85 fallecidos.

Médicos, fuerzas de seguridad y bomberos están entre los “esenciales” con mayor cantidad de contagios

De acuerdo a un estudio de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (SRT) los trabajadores esenciales representan el 19% de los 428.200 casos de COVID-19 detectados al 2 de septiembre. Del total de casos denunciados, 61.000 trabajadores se recuperaron y 220 fallecieron en el sector público y privado.

Y en cantidad de infectados, a los trabajadores de la salud le siguen las Fuerzas de Seguridad, bomberos y Fuerzas Armadas, los empleados de comercios minoristas, con el 8% (6.300); tareas de mantenimiento y limpieza (4.500), con el 6%; y transporte de pasajeros (4.100), con el 5%.

Fuente: www.iprofesional.com