Estar en nuestras casas y romper el aislamiento

Por Silvio Bageneta*

Los compañeros que estuvieron detenidos durante la Dictadura Militar, fueron progresivamente aislados. Cada día con menos derechos humanos en las cárceles (y ni hablar los compañeros que padecieron los campos de concentración).

Estaban, como ellos mismos decían, cada día más presos. Primero sin radio, luego sin diarios, con menos visitas, sin libros, con comida día a día más degradada, con requisas que paulatinamente rozaban lo vejatorio. No se veían por días o salían a recreos con grupos minúsculos, con lo cual no se imposibilitaba a aquellos que eran de un mismo pabellón verse y menos hablar con los compañeros de otros pabellones dentro de una misma cárcel.

Pero el aislamiento, la separación, el encierro, no fueron un impedimento para que exista creatividad de parte de los compañeros presos, para romper el aislamiento. Aislamiento con el exterior, con los compañeros y entre los presos de una determinada Unidad Carcelaria. Había que romper, burlar el aislamiento impuesto. ¿Como?

Internamente dentro de un mismo Penal, vencer la soledad de la celda aprendiendo el idioma de los presos comunes y hablando con las manos; aprendiendo Morse; escribiendo en clave, con claves; hablando por las piletas en las celdas que tenían; con los jarritos de aluminio apoyados en las paredes, a través de los inodoros o símil; con “palomas de celda a celda” (sean de planta baja o de un piso al otro, Devoto o Rawson, por ejemplo).

Pero se rompió siempre (relativamente) el aislamiento. Tanto exterior, con familiares, la Iglesia, la Cruz Roja Internacional, los Organismos de Derechos Humanos nacionales e internacionales, las organizaciones políticas, etc.

El mundo, y por lo tanto Argentina, está viviendo una pandemia (que no sabíamos qué implicancias tendría, ni como se manifestaba). La instrucción emanada del gobierno Nacional a través del Presidente Alberto Fernández, es que cada habitante debe permanecer en su vivienda, en su casa, la mayor parte del día. Salvo compra de alimentos, medicamentos o similar. De tal manera de disminuir y con el objetivo de minimizar los contagios.

Nos encuentra en condiciones de convivencia que para una pandemia exige ese comportamiento de hogar, de no transitar o hacerlo lo mínimo imprescindible. Pero el hecho de estar en nuestra vivienda, solos o en familia, no significa que no nos comuniquemos, que estemos aislados, en el integral significado de la palabra. Hoy existen muchos medios de comunicación como el teléfono, el celular, el Whatsapp; Facebook, Instagram, Correo Electrónico, Twitter, Skype, etc. En la mayoría de los medios mencionados, se puede enviar casi de todo. Y además se ha masificado considerablemente.

Por lo tanto, al menos hoy, podemos comunicarnos con nuestros familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y/o estudio, colegas, etc. No estamos solos. Estamos separados físicamente, corporalmente, pero no aislados. Seguir pensando como familia, como miembros de una cooperativa, como compañeros de trabajo, como miembros de un sindicato, de un grado o colegio, como vecinos de un barrio, etc.

No nos aislemos, aprovechemos los medios de comunicación disponibles, para acercarnos. Nadie impide que hagamos lo que podemos hacer. Hagamos compatible el tratar de evitar el contagio del Coronavirus, pero aprovechando todos los medios de comunicación que manejamos y tenemos a nuestro alcance. El triunfo va a depender de nosotros en gran medida. Las instrucciones las da el Gobierno, con la inestimable participación de los facultativos, científicos, doctores.

Si nos aislamos física, personal y psicológicamente, no estamos aprovechando lo que la tecnología del siglo XXI nos brinda y sobre todo, porque nadie nos impide que la usemos. Aprovechemos la oportunidad, ya que prevenir es curar y salir de la crisis, rompiendo el aislamiento psicológico.

Seguir manteniendo las relaciones comunitarias y la solidaridad, esa es la cuestión.

*Ex detenido político. Comunicador. Cooperativista