Exilio: Una delegación muy particular

Por Manuel Justo Gaggero*

-Un  gran silencio se hizo en el recinto en el que miles de delegados al Congreso contra el Imperialismo, el  Colonialismo, el Sionismo y el Apartheid en el que participábamos cuando comenzó el Mensaje del líder de la Revolución en Libia Muammar Al Khaddafi. En un principio comenzó describiendo los crímenes de los Estados Unidos a lo largo del Siglo e hizo especial hincapié en la Guerra en Vietnam saludando la liberación de ese pueblo. Acompañando sus palabras la delegación del Frente de Liberación de esa Nación se puso de pie recibiendo los aplausos de todos nosotros y los vivas en los diferentes idiomas de los participantes del evento.

Siguió su alocución mencionando el genocidio con el que las potencias coloniales mantuvieron sometidos durante siglos a los pueblos de África, Asia y América Latina. En ese marco inscribió lo que había sido para el pueblo libio la dominación primero de los italianos y luego de los ingleses. Rindió homenaje a Sidi Omar Al Mukthar -El “León del Desierto”- que durante veinte años combatió a los colonialistas enfrentando con la caballería beduina los tanques y la maquinaria de guerra usada por los usurpadores. Nuevamente fue interrumpido por los  aplausos de los que estábamos como electrizados por su vibrante  discurso.

Luego comenzó a enumerar la represión que lleva a cabo el Estado de Israel y de la que es víctima el pueblo palestino. Un verdadero holocausto que recientemente tuvo su expresión en el recrudecimiento de la represión en  los campamentos para refugiados de Sabra y Chatila. Es nuestra obligación detenerlos -señaló- al mismo tiempo que censuraba la actitud cuasi complaciente de muchos de los gobernantes de las naciones árabes.

Finalmente dijo que es, sin duda, un crimen de lesa humanidad el que llevan adelante los que gobiernan Sudáfrica y mantienen una discriminación por el color de la piel que nos retrotrae al Siglo XIX y condenan a la esclavitud a millones de  sudafricanos. Luego planteó que para poner fin a estos  graves crímenes contra la humanidad era necesario que todos los revolucionarios se unieran e hicieran un frente común. Una vez logrado este objetivo habrá que atacar las capitales de los imperialistas, colonialistas, racistas y sionistas –Nueva York, Roma, París y Tel Aviv entre otras. Terminó su  mensaje con un saludo final a todos los presentes y la firme aspiración de lograr un mundo nuevo. Los  delegados estallaron en fuertes vivas y aplausos.

La presidencia del Congreso propuso un cuarto intermedio. En ese momento la compañera del Partido Comunista Argentino me anunció que había llegado una delegación directamente de nuestro país. Me pareció imposible pero los vi ingresar al recinto. Al frente marchaba Carlos Saúl Menem. Lo conocía desde 1964 cuando era de los pocos peronistas que visitaba a Alicia Eguren y John William Cooke. Recuerdo que a estos, nuestros queridos compañeros, los consideraban “infiltrados marxistas” y sólo concurrían a su departamento, en la ciudad de Buenos Aires, Ricardo Obregón Cano y algunos dirigentes de Santiago del Estero cuyos nombres no recuerdo.

Detrás de éste marchaba Herminio Iglesias, al que también lo tenía en el baúl de los recuerdos de aquella época en que participaba de la organización del Peronismo Revolucionario que se referenciaba en Alicia y John, ya que era el chofer de Manuel Molina. Este era Secretario General del Sindicato de Barraqueros de Avellaneda y el responsable del Frente Gremial de aquella. Lo acompañaba un ex senador provincial de la Provincia de Buenos Aires, Luis Rodríguez y Horacio Calderón, un integrante del Servicio de Informaciones de la Marina -el SIM- con vinculaciones con la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos.

Cuando el riojano me vio gritó “Manolo” y cruzó todo el espacio que nos separaba para estrecharme en un abrazo y preguntarme: “¿Cómo viene esto?”. Le empecé a explicar y me interrumpió diciéndome: “Tenemos que plantear el tema Malvinas”. Le dije que nosotros habíamos traído un documento, que he mencionado anteriormente, firmado por nuestro referente Enrique Gorriarán Merlo en inglés y en castellano. “Repartámoslo” me contestó. El único inconveniente, le señalé, es que aquí la mayoría de los delegados no hablan español. “No hay problema, me contestó, yo lo detengo al interlocutor y viene tu compañera y traduce nuestra conversación”.

¿Cuál era el motivo real de esta particular delegación?

¿Cómo siguió el encuentro?

Estos y otros temas abordaré en la próxima nota de esta saga.

*Abogado y periodista. Ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”