Por Luis Schlossberg
Puntal dialogó con el filósofo y biólogo Guillermo Folguera, especializado en el trabajo con problemáticas socioambientales, quien se refirió al impacto que la intervención de las petroleras puede tener en la flora y fauna en la costa argentina.
En los últimos días de 2021, el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Juan Cabandié, autorizó la exploración sísmica cuencas afueras que utiliza una flota de buques con sensores para recopilar información del subsuelo marino a través de un bombardeo sonoro. El impacto que esta intervención puede generar tanto en la flora como en la fauna de la zona es tan grande que ha generado preocupación en colectivos ambientalistas y vecinos de la zona de la costa argentina.
En diálogo con Puntal, el filósofo y biólogo Guillermo Folguera, investigador, docente y especialista en el trabajo con problemáticas socioambientales en Argentina, analizó la situación vinculada a la exploración en la Cuenca Argentina Norte, y aseguró: “Es más de lo mismo, en un año en el que intentaron la instalación de las salmoneras o la megaminería en Chubut, con el trigo transgénico, es una lógica general y me impresiona cómo se la quiere disfrazar de algo diferente”.
El bombardeo permitirá a las empresas confeccionar mapas en dos y tres dimensiones para saber cuáles son los lugares en los que pueden realizar las perforaciones exploratorias. La zona donde se proponen estos proyectos se solapa con el «Frente Talud», identificado como posible Área Marina Protegida por científicos nacionales y por el mismo Ministerio de Ambiente. Su relevancia reside en ser el principal corredor biológico del Mar Argentino, por su alta productividad y por ser la zona de alimentación de importantes especies como la ballena franca austral.
La autorización es para la empresa noruega Equinor, que en su propio sitio web da cuenta de cómo es el procedimiento para la recopilación de casos: “El buque sísmico avanza a baja velocidad, menos de cinco nudos, y arrastra una serie de cables gruesos llamados streamers, que contienen sensores que captan datos sísmicos del subsuelo. La matriz de los streamers puede abarcar hasta dos kilómetros de ancho y diez de longitud”, y agrega: “Se lanzan breves ráfagas de aire comprimido desde una fuente de sonido hacia el agua y el fondo marino, cada cinco o quince segundos”, sobre las ondas que recorren todo el mar para ser registradas por los sensores.
En este sentido, Folguera se refirió al inicio del proyecto “con el ex CEO de Shell (Juan José Aranguren) como ministro de (Mauricio) Macri, con lo que me cuesta pensar en algo más neoliberal que eso, y sin embargo lo quieren vestir de otros colores. En el fondo es extracción para generar rápido ingreso de dólares sin importar los impactos ambientales, en la flora y fauna marina, algo que está descartado tanto en la fase de exploración como de explotación”, sostuvo el especialista.
Y agregó: “Tampoco los temas de desigualdad social están considerados, lo único que buscan son los dólares en algo que creo que es muy doloroso, por cómo se aprueba en un 30 de diciembre, porque viene de una consulta pública absolutamente desestimada y dando cuenta de que todas las instancias democráticas no están siendo consideradas”.
El filósofo y biólogo reflexionó sobre el impacto de pasar por encima de estas instancias de consulta popular: “Habilitan, como es el caso de Chubut, para empezar a presionar para ir en contra de lo que de muchas maneras el pueblo les ha dicho que ‘no’. Es muy doloroso que sea esperable que esto suceda, que el extractivismo supere las instancias gubernamentales, y es evidente que lo hace”.
Folguera cuestionó el papel del Estado nacional e indicó: “Si bien esto viene con una orden de los Ministerios de Economía y Producción, el papel del Ministerio de Ambiente deja mucho que desear, sobreactuando en algún momento su posicionamiento crítico y finalmente firmando a fin de año, con la defensa pública ahora”.
– Lo llamativo de este debate, que algo ha referido previamente, es que supera cualquier tipo de “grieta”, porque es un proyecto acompañado tanto por el macrismo como por el kirchnerismo.
– Durante muchos años se ha cuestionado cómo el progresismo, en términos productivos y socioambientales de alguna manera no se desmarcaba de las posiciones clásicas neoliberales, en América Latina en general y en Argentina en particular. Pero en estos 2 años de pandemia ha quedado muy evidenciado, si se hace el mapa extractivista en el país se puede ver: hidrógeno verde, megafactoría de cerdos, salmoneras, megaminería, fracking, extracción de hidrocarburos, la agenda de agronegocios es impecable en términos de un Estado empresarial en convivencia con una dinámica empresarial, y un montón de acuerdos institucionales entre Estado y empresas, donde se pierde de vista dónde empieza lo público y dónde lo privado. Hay una lista muy clara en la que no se entiende bien dónde comienza el beneficio colectivo y dónde un conjunto de empresarios. Escuchaba al CEO de Syngenta en Argentina, y por momento se lo escuchaba hablar como funcionario público, mientras que si se escucha a Julián Domínguez como ministro de Agricultura no hay diferencia cuando promete pasar de 45 a 70 millones de toneladas de soja. Es una lógica general muy exitosa del neoliberalismo, que se ha planteado presentando debates hacia dentro de su posicionamiento que, obviamente, son ficticios.
– ¿Cuál es el impacto que puede generar este tipo de intervenciones en la fauna?
– Hemos compartido incluso un Vivo de Instagram con Diego Taboada (presidente del Instituto de Conservación de Ballenas) y Pablo García Borboroglu (presidente de Global Penguin Society), quienes esperan un impacto muy alto. A Diego, sobre todo, le preocupa la exploración sísmica, y a Pablo también los derrames, con antecedentes muy marcados de los pingüinos empetrolados. Hay, además, una forma de la matriz productiva que también va a ser dañada, si nos fijamos que los dos más grandes ingresos de la costa bonaerense, en términos de turismo y de pesca, evidentemente no hay forma que no haya una tensión entre sectores productivos como pasó en Chubut, Tierra del Fuego o Mendoza.
En este sentido, Folguera explicó que la exploración se hace con un bombardeo de sonido que se puede escuchar a 4 mil kilómetros, “es simple imaginarse el impacto que genera en los organismos que pueden estar ahí abajo, es un ejemplo claro de lo que solemos llamar ‘territorio de sacrificio’”, indicó el especialista, quien señaló que el daño a los animales inicialmente es físico, “más siendo animales que usan mucho el sistema auditivo, generan extravíos y cambia sus dinámicas en generales ecosistémicas, porque estos animales son emblemáticos fuertemente vinculados a la parte productiva del país, la ballena franca es clave en la industria de Puerto Madryn”, dijo.
Agregó que nuevamente se pone en juego la idea de “territorios vacíos”, “que se utilizó muy fuerte con las megafactorías de cerdos, diciendo que el sector de exploración está lejos en el mar, las torres no se verán desde la costa y si la marea ayuda no llegarán los charcos de petróleo, es una lógica general que no sorprende en cuanto a los actores, pero sí llama la atención la magnitud y lo explícito de un proyecto que fue armado por lo más ortodoxo del neoliberalismo”, sostuvo Folguera.
– Lo ocurrido en Chubut con el levantamiento de la ciudadanía, ¿puede dar expectativas de que este proyecto no prospere?
– La sensación suele ser que estos proyectos terminan saliéndose con la suya, pero me quedo con lo que ocurre por otro lado, porque en todos estos años hemos trabajado en términos socioambientales para que lo de Chubut no sea un evento fortuito, sino que la consecuencia esperada de una movilización que viene dando sus frutos. Tanto en circulación de información, en trabajo de las comunidades locales, como en articulación de luchas, hay avances palpables. De todas maneras, hay un sector gobernante muy ciego respecto a estas cuestiones y ha quedado con un nivel de exposición que no tiene vuelta atrás. Juan Cabandié hablando como Ministro de Economía no tiene vuelta. Confío en las comunidades organizadas, porque lo del petróleo es un proyecto a 50 años, continuará durante mucho tiempo, están hipotecando nuestro futuro como pasó con la deuda. Hasta que no les explota algo interno, son actores que no comprenden nada más que los dólares. Creo que el poder está subestimando a las comunidades que se están organizando.
Fuente: www.puntal.com.ar