Fábrica Militar, el sueño de una Universidad Nacional y el pedido de una “Reparación” para Río Tercero

Por Fabián Menichetti

En el contexto de la pedida “Reparación Histórica” por parte del Estado, por lo ocurrido en Río Tercero durante 1995, no son pocos quienes señalan que no estaría mal que fuera la creación de una universidad nacional, pública y gratuita, además de reactivar definitivamente la Fábrica Militar.

Desde hace varios años a la fecha, se ha planteado que Río Tercero merece una “reparación histórica” por lo sucedido en noviembre de 1995, cuando se atentó contra la Fábrica Militar, dependiente del Estado Nacional.

Aquel hecho, dejó no solo víctimas directas, sino cientos de heridos y graves secuelas que perduraron con el tiempo. No solo se atentó contra la industria madre de la ciudad, sino que fue contra la comunidad.

En los años inmediatos a la voladura, se abonaron indemnizaciones, y luego, se aprobó y promulgó en 2015, una ley que permitiera a quienes demandaron al Estado Nacional (más allá de los gobiernos), un resarcimiento por los daños humanos, tanto en lo físico como en lo psicológico.

Esa ley, que demoró demasiado en ser reglamentada por el gobierno que está a punto de concluir su gestión, está a la espera de poder aplicarse.

Quienes señalan que el daño psicológico no existió, seguramente no consideran el impacto emocional que causó en miles de familias, que hasta el presente sufren frente al recuerdo de semejante atrocidad.

Más allá de esa norma, que sin dudas será un modo de resarcir a quienes resultaron damnificados, la comunidad viene reclamando no solo por Justicia, la penal, sino por una “Reparación Histórica” integral.

La necesaria reactivación de Fábrica Militar

En primer lugar, se espera que el Estado, proceda a la definitiva reactivación de la Fábrica Militar, que en los últimos años volvió a ser golpeada con nuevos despidos, falta de inversión y un decaimiento en su producción.

Entre los ’70 y los ’80, la industria fue no solo uno de los motores económicos de la comunidad, sino también un factor de movilidad social, hasta con una escuela de aprendices, desde donde egresaban trabajadores altamente capacitados.

Empleaba a casi dos mil personas, y fue, de alguna manera, lo que transformó a Río Tercero en uno de los principales centros urbanos de la provincia. A partir de la misma, surgieron empresas satélites y se radicaron otras grandes industrias.

Luego de la voladura, en 1996, ya con el plantel laboral menguado, eran despedidas de la planta 424 personas. Entrado el siglo 21, la masa laboral, se había reducido apenas a 196 trabajadores y trabajadoras.

La División de Producción Mecánica, por aquellas explosiones, prácticamente se encontraba inactiva y el sustento de la empresa se basaba en la División de Producción Química. Con los años, comenzó a invertirse desde el Estado Nacional, siendo recuperado el sector mecánico.

Se elaboraban, además de elementos para la defensa (ya no se cargaban proyectiles), plataformas de radares, arcos para las minas de Río Turbio, y se montó una nueva línea para la fabricación y reparación de vagones, recuperando un perfil productivo de otros años: la industria ferroviaria.

El plantel laboral, ascendió a más de 500 personas, aunque aún estaba lejos de sus mejores épocas, y la mayoría bajo la modalidad del contrato, algo que en su momento fue cuestionado.

La nueva gestión, que asumiría en 2015, anunciaba que trabajadoras y trabajadores, bajo la modalidad del contrato, serían pasados a planta permanente progresivamente, algo que nunca se concretó.

Descendió el nivel de facturación y por ende de producción, los arcos para minería dejaron de fabricarse al igual de las plataformas para radares.

Además, la entonces nueva administración nacional, cuestionaba la inversión realizada en la linea de reparación y fabricación de vagones. Señalaba que la misma no estaba preparada para producir lo que se había anunciado. Con ese argumento, ese sector, solo fue utilizado para repararlos.

A diferencia del discurso oficial, en donde una senadora, de visita en la ciudad, había señalado que en la industria, por caso, nunca se habían fabricado vagones, los más memoriosos y las estadísticas demostraban que efectivamente, en sus mejores años, eso había sucedido.

Entre 1972 y 1990, cuando comenzó el desguace de los establecimiento estatales, con el menemismo, en la industria se habían fabricado 1.023 vagones. Entre 1961 y 1987, se habían reparado 4.662.

Entre finales de 2017 y el cierre de 2018, mientras desde el gremio de ATE denunciaban una fuerte desinversión en la industria y la caída en la producción, eran cesanteadas 100 personas. El golpe, no solo sería económico, sino social, por lo que representaba y representa la fábrica para la ciudad en su historia.

La gestión nacional que asumirá en diciembre, ya anticipó,que se reactivará la industria nacional. Es más, quienes acompañan al nuevo gobierno, como el caso de los legisladores cordobeses, Gabriela Estévez y Carlos Caserio, presentaron proyectos para la recuperación de las plantas de Fabricaciones Militares.

Reactivar dicha industria no solo impulsaría la economía de la ciudad, sino que se recuperaría un símbolo de la historia riotercerense, considerando lo que padeció el establecimiento y toda la comunidad en 1995. Sería responder en parte a esa “Reparación Histórica” que desde hace más de dos décadas se viene reclamando.

La universidad nacional, pública y gratuita

En segundo lugar, no son pocos quienes plantean que otra parte de esa reparación, sería la llegada, por fin, de una universidad nacional pública y gratuita, lo que redundaría, también en un beneficio para una amplia región.

Existen ofertas educativas públicas y privadas importantes, pero desde hace años se ha planteado que sería relevante contar con una casa de altos estudios, como las tienen, por ejemplo, otras ciudades de la provincia.

Río Tercero, se encuentra el centro del triángulo en donde funcionan esas universidades: Córdoba, Río Cuarto y Villa María. A esos centros urbanos, son muchos los jóvenes que deben concurrir para cursar diferentes carreras.

Miles de chicas y chicos, abordan colectivos, especialmente los domingos por la tarde, rumbo a estas ciudades. Puede que muchas y muchos retornen siendo profesionales, pero es un importante número el que no lo hace.

Un proyecto que no fue ley

En el año 2006, dos diputadas nacionales, Stella Cittadini y Ana Monayar (FPV), presentaban un proyecto en la cámara baja. El título del mismo: “Creación de la Universidad Nacional de Río Tercero”.

Para que una universidad nacional, que depende del Estado Nacional, sea una realidad, debe cumplir con dos pasos: el primero, una norma votada en el Congreso; el segundo, la aprobación del Consejo Interurniversitario Nacional, según lo establece la Ley de Educación Superior.

Llamativamente, ese proyecto que podría haber allanado el camino hacia una casa de altos estudios, pública y gratuita, fue conocido por quien escribe, a través de intendentes de la zona, que se habían entusiasmado con la idea, pero en la ciudad, pocos conocían del mismo.

El proyecto señalaba, en su artículo 1: Créase la Universidad Nacional de Río Tercero (…) la que estará sujeta al régimen jurídico aplicable a las universidades nacionales (…)

Artículo 2: Dicha Universidad podrá establecer organismos y dependencias en los departamentos adyacentes a su zona de influencia, excepto en el departamento Capital de aquella provincia.

Entre los fundamentos, se citaba, el número de habitantes de aquel momento, el perfil productivo de la ciudad, ser un centro comercial de la región, además de recordar que, por entonces, la cantidad promedio de egresados del nivel medio era de dos mil alumnas y alumnos. También aludía a la zona, con unos 125 mil habitantes, sobre la que señalaba, podía aportar una cantidad de egresados igual o similar a la de la ciudad.

Además de plantear las actividades que podrían demandar profesionales surgidos de dicha universidad, uno de los fundamentos aludía, precisamente a lo que está planteado en esta nota de opinión.

Señalaba: El presente proyecto tiende a resarcir una reparación histórica que el pueblo de Río Tercero ha manifestado luego de las explosiones originadas en 1995, que son de público conocimiento en nuestro país, satisfaciendo a la ciudadanía en un postergado proyecto, permitiendo a los jóvenes de la región contar con mayores posibilidades de progreso reduciendo las brechas existentes en las diferentes posibilidades socio económicas para el acceso a la educación pública y universitaria. 

Aquel proyecto, finalmente perdió estado parlamentario. Nunca, la ciudad había estado más cerca de concretar ese sueño, que podría haber retenido a los jóvenes que continúan emigrando a otras ciudades, brindarle una opción educativa a los egresados de la zona, además, como lo indicaba aquella iniciativa, de plantear un sentido de equidad y oportunidad en cuanto a los estudios superiores.

La misma oportunidad y el factor económico

Una universidad nacional, pública y gratuita, en Río Tercero, no solo permitiría, brindar igualdad de oportunidades, como está señalado, a quienes deseen cursar una carrera, sino que retendría una suma importante de dinero que mensualmente se va de la ciudad, esto, sin contar, la que podría ingresar.

Hace algunos años, un estudio realizado por la JR, determinaba que unos cuatro mil estudiantes se encontraban viviendo en otras ciudades en donde existen universidades nacionales. Allí cursaban carreras que en la zona no se dictaban. Y lo siguen haciendo.

A un costo promedio, exiguo por cierto, de unos 12 mil pesos mensuales por estudiante, tomando aquel número, el de cuatro mil jóvenes, mensualmente son 48 millones de pesos que emigran de la ciudad hacia otras comunidades, lo que, anualmente, tomando 10 meses, representa una suma de 480 millones de pesos.

Y todo esto, como está señalado, sin considerar lo que podría ingresar, no solo en concepto de salarios, inversiones inmobiliarias, y otros aspectos, pero sobre todo por lo que implicaría socialmente.

“Luego de instalada la Universidad Nacional, Villa María cambió totalmente, desde todo punto de vista”, le señalaba un colega de esa comunidad a quien escribe, hace un lustro. Era 2014 y la UNVM cumplía 20 años.

No se trata de que no puedan existir, como está señalado, las actuales opciones de enseñanza superior que posee la ciudad, tanto públicas como privadas, sino que con la llegada de una universidad nacional, Río Tercero se transformaría en un polo educativo con multiplicidad de alternativas en beneficio de toda la zona.

El pasado, presente y futuro

Considerando, por lo menos en lo discursivo, lo planteado por el electo presidente Alberto Fernández, tanto en la necesidad de que el Estado tenga una presencia importante en la economía del país, como declarándose un defensor de la educación pública y un “hijo” de la misma, si es consecuente con esas expresiones, no sería desatinado pensar en una reactivación de la Fábrica Militar y en la llegada de la universidad pública.

Sería, por lo menos, cumplir, el Estado, con una parte importante de esa “reparación histórica” que la ciudad viene reclamando desde hace más de dos décadas, por lo que debió padecer y que la cambiaría para siempre.

Tal vez, por otra parte, sería, además, interesante, recuperar y adecuar a estos tiempos, aquel proyecto de 2006 de las diputadas que proponían la creación de la UNRT, pero en este caso, con la activa participación de la comunidad en su conjunto, sin mezquindades e intereses sectoriales, políticos, privados o particulares.

En el ahora, inclusive, considerando la difícil situación económica, que impide que quienes egresan del nivel medio, puedan pensar en estudiar una carrera superior, por el costo que implica, ya sea en instituciones privadas o en ciudades universitarias, que se encuentran todas, en promedio, a 100 kilómetros de distancia, la población de Río Tercero (entre 55 mil y 60 mil), a lo que se suma una zona con más de 100 mil habitantes, aquella iniciativa tendría fundamentos aún más sólidos que los planteados entonces.

Reactivar, como corresponde, Fábrica Militar, con todo lo que eso implica, económicamente y socialmente para la comunidad y la llegada de una universidad nacional, pública y gratuita, con todo lo que representa.

Sería una reparación del Estado Nacional, recordando un pasado lejano próspero, restaurando uno más cercano, demasiado duro y traumático, para mejorar el presente y apostar definitivamente por el futuro.

Fuente: www.3rionoticias.com.ar