G-20 en Argentina: Hacia un desarrollo económico equitativo y sostenible, para unos pocos

OPINIÓN

Por Fernando Hadad*

 

El Grupo de los 20 (G-20) en Argentina tiene lugar 10 años después de la primera Cumbre en la que los máximos jefes de Estado acordaron un plan de acción frente a la grave crisis financiera de 2008. Está conformado por 19 países -entre desarrollados y emergentes-, como miembros permanentes más los países de la Unión Europea. Representan en conjunto el 85% del Producto Bruto Interno (PBI) mundial (U$S 69,2 billones de los U$S 80,6 billones), los dos tercios de su población, el 75% del comercio internacional, y el 80% de las inversiones globales en investigación y desarrollo. Los temas de agenda de cada foro comprenden políticas económicas y financieras, cambio climático, comercio internacional, trabajo, crecimiento y desarrollo, son los temas recurrentes. También se incluyen en agenda temas sensibles como el narcotráfico, el flujo migratorio y de refugiados, y la lucha antiterrorista. Concentran y representan de esta manera la mayor parte del Sistema social y económico que impera en el mundo, y, por lo tanto, son los máximos responsables de los graves problemas que hoy aquejan a nuestro planeta.

El continente americano está representado en este foro internacional por Argentina, Brasil, Canadá, Chile (invitado), México y Estados Unidos. Incluye también mandatarios participados de España, Noruega, Holanda y Singapur, a los que se suman la Unión Africana, la Nueva Asociación para el Desarrollo Económico de África y el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico. Participan además algunas Organizaciones Internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y las Naciones Unidas, entre otras.
El G-20 se reúne anualmente, la presidencia del foro y la localía, rotan entre sus miembros. El corriente año, desde el 30 de noviembre hasta el 1 de diciembre, bajo la consigna “Construyendo consenso para un desarrollo económico equitativo y sostenible” le corresponde a la Argentina ejercer la presidencia, y, junto con la presidencia anterior (Alemania) y la próxima (Japón), conforman lo que se conoce como la troika. En Argentina la agenda incluye más de 50 reuniones, y mesas de trabajo con 20.000 participantes que se alojarán en 11 ciudades a lo largo del país.

Clima internacional:

Tambores de guerra en Crimea: este lunes 26 de noviembre, Rusia convocó a una reunión urgente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para tratar el resultado de la incursión de tres buques de guerra ucranianos en aguas del Mar Negro frente a las costas de Crimea. El hecho derivó en un enfrentamiento que dio como resultado tres soldados ucranianos heridos, y los tres barcos apresados por Rusia. Entre las acusaciones cruzadas, el canciller ruso Serguei Lavrov consideró el hecho como una provocación de carácter premeditado, y el vice canciller Grigori Karasin aseguró que tiene como objetivo crear un sentimiento anti ruso en las potencias occidentales en el contexto del G20. Desde Kiev, por su parte, acusan a Rusia de violar la libertad de navegación. Según este gobierno los buques navegaban desde la ciudad ucraniana de Odesa hasta el puerto de Mariúpol cumpliendo con todas las reglas internacionales de navegación. Ucrania, exige la devolución inmediata de los tres buques de guerra capturados por Rusia, y acaba de decretar a través de su presidente Petró Poroshenko, la ley marcial durante 30 días en diez de sus regiones. Mientras tanto en el G-20, y debido a estos acontecimientos, Trump levantó la reunión que tenía prevista con el primer mandatario ruso. En la foto: El presidente ucranio, Petró Poroshenko, en Chernígov, Foto: AFP (M. Lazarenko).

Cambio de reglas en el juego de las relaciones comerciales internacionales:
Donald Trump ganó la presidencia de Estados Unidos con la firme promesa de hacer el país “grande de nuevo”. Tal promesa, en parte, se basa en reconsiderar los acuerdos comerciales vigentes con otros países, y en establecer una estricta postura unilateral con el objetivo de proteger la economía interna y fortalecer la industria nacional, reduciendo mediante fuertes aranceles el ingreso de importaciones chinas e impulsando la compra de productos locales. Este abrupto cambio en las reglas de juego generó una crisis política y comercial en el multilateralismo en el G-20, dentro del cual Estados Unidos y China, las dos mayores economías del mundo, se encuentran lanzados hoy a una guerra comercial. El establecimiento de nuevos aranceles a las importaciones por parte de Estados Unidos ha regresado el proteccionismo a los niveles que poseía en la década del 70’. En el 2016 habían alcanzado un promedio del 1,5%, el más bajo de su historia de este país. Hoy este promedio se ha elevado a un 6%, lograda gracias a la aplicación de fuertes aranceles del 25% a cientos de productos, en particular intermedios -que se utilizan para fabricar otros productos- que ingresen a Estados Unidos desde China, valorado en un total de 34.000 millones de dólares anuales. China por su parte, acusó a Estados Unidos de iniciar la “mayor guerra comercial en la historia económica”, y respondió aplicando aranceles por un monto similar a productos de Estados Unidos, como petróleo, soja y automóviles. Esta guerra comercial puede impactar de lleno en el continente asiático, en particular en las economías de países como Corea del Sur y Taiwán. Hoy nadie se anima a pronosticar cuánto se puede prolongar, y lo que es aún peor hasta dónde puede llegar esta guerra comercial entre estas dos potencias.

En América: Bienvenido AEUMC, adiós NAFTA.

Dentro de las promesas de campaña de Donald Trump puede mencionarse la de dar por finalizado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA en inglés) vigente desde la década del 90’, y al cual se refirió como “el peor tratado jamás firmado por los estadounidenses” y reemplazarlo por el AEUMC (Acuerdo de Estados Unidos, México y Canadá), al que se considera una renovación del anterior tratado que mantiene un mercado de 450 millones de personas, es mucho más beneficioso para sus ciudadanos. Entre otros temas incluye la producción de autos en EE UU y Canadá, que hasta este momento las automotrices la tenían deslocalizada en México con menores costos de mano de obra. Además de acuerdos relacionados con áreas comerciales sensibles como la farmacéutica, producción de lácteos, y petróleo, un aspecto importante es la reducción de cláusulas que protegían a las inversiones extranjeras.
El anuncio de este acuerdo se realizó el pasado 30 de septiembre e incluye cláusulas que contemplan la regulación del libre comercio, y cuya influencia seguramente se extenderá a todo el continente americano, y es probable que sea firmado en el marco del G-20 donde se encontrarán Donald Trump, el primer ministro canadiense Justin Trudeau y el presidente mexicano Enrique Peña Nieto.

¿Y Argentina?

Argentina como país no debería generarse demasiadas expectativas en cuanto a los resultados que pueda obtener como balance de este encuentro. Aunque desde los medios afines al gobierno se pretenda que la cumbre es una clara manifestación de que “hemos vuelto al mundo” y que durante dos días seremos el centro de sus miradas, lo cierto es que el mundo lo único que espera de nosotros es que recibamos, atendamos y despidamos con la seguridad, protocolo y cortesía que merecen sus dignatarios. Claramente no va en este sentido el papelón diplomático del gobierno argentino de no haber llegado a tiempo al aeropuerto para recibir a Emmanuel Macron, y verse obligado a saludar a los banderilleros, que, como agravante de tan incómoda situación, llevaban puesto el chaleco amarillo que hoy identifica a los manifestantes franceses en las calles. Lo cierto es que por más que se agite optimismo desde las editoriales, nadie fuera de nuestras fronteras está esperando el discurso de apertura de nuestro primer mandatario para conocer su posicionamiento sobre un tema en particular. Fronteras adentro, en cambio, una multitud estará esperando que nuestro presidente deje en evidencia ante la prensa mundial sus nulas dotes de orador, para viralizar memes en las redes sociales. El hecho de que durante algunas horas se mencione a nuestro país como sede del G-20 en las cadenas de televisión internacionales, en nada modificará, la reacia posición de los inversionistas a quienes nuestro debilitado gobierno pretende seducir. Estando presentes los representantes de las más grandes potencias económicas del planeta, los mandatarios y sus representantes no arriban ansiosos para plasmar por fuera del protocolo de circunstancia en sus cargadas agendas un encuentro con un presidente que frente a la prensa mundial, referencia pasos de baile y analogías futbolísticas como hincha y como ex dirigente de fútbol. Por lo demás, existe un dato irrefutable, y es que el peso de nuestra economía dista mucho de ser preponderante en el escenario mundial. En este sentido algunos números son reveladores del lugar que ocupa cada país. Según datos del Banco Mundial de 2017, el PBI de Argentina fue de U$S 637.590 millones. El PBI de China U$S 12,28 billones, el de Estados Unidos U$S 19,39 billones, y la Unión Europea U$S 17,28 billones. Lo primero que podemos notar es que el poderío económico de Estados Unidos es tal que supera al conjunto de los países Unión Europea. Aunque sumáramos los PBI de Argentina, Brasil (U$S 2,055 billones) y México (1,149 billones) sus economías no son relevantes, alcanzan sólo un 5,5% del total de PBI del G-20. La asimetría es de tal magnitud que la suma del PBI total de América Latina y el Caribe es de U$S 5,954 billones, valor que representa el 50% del PBI de China, y la cuarta parte del de EEUU. Otras de las potencias son: Japón (U$S 4,872 billones), Alemania (U$S 3,68 billones), India (U$S 2,597 billones), Francia (U$S 2,582 billones) y Rusia (U$S 1,577 billones). Estos datos seguramente ayudarán a entender las razones por las cuales en el G-20 el protagonismo está centrado en la guerra comercial entre China y Estados Unidos.

Otro tema que se abordará en el G-20 es la inflación. Argentina es el país con más alta inflación del G-20, ya que según datos de 2017 del FMI es del 31,8% anual, bastante más lejos le siguen Turquía y México. En cuanto a desocupación, el cual también será tema de análisis en el encuentro en Argentina relacionado en particular con la robótica, con datos del mismo período, la tabla es liderada Sudáfrica con 27,3%, le sigue Grecia, con un 21,5% y en tercer puesto España, con 17,2%. En el continente Americano, el índice más alto de desocupación lo posee Brasil con un 13,3%, mientras que Argentina ocupa el puesto 13 con un 8,5%. El informe oficial del Foro G-20 2018 anuncia que: “El G20 2018 se enfocará en el futuro del trabajo, que implica pensar en una educación que brinde igualdad de oportunidades, infraestructura para el desarrollo y un futuro alimentario sostenible”.
Lo único seguro que nos quedará como balance para el país, una vez que el último mandatario abandonado nuestro territorio, es que deberemos hacernos cargo de los ingentes costos que le ocasionarán al Estado, el cual según las diversas fuentes consultadas, y teniendo en cuenta los antecedentes de países sedes anteriores, el costo podría aproximarse e incluso superar los 1.500 millones de pesos.

Una oportunidad perdida

Dado su alcance y repercusión mediática en todo el mundo, este foro internacional podría ser una excelente oportunidad para rendir cuentas ante la humanidad entera, acerca de las guerras, la desigualdad, la pobreza, el hambre, la contaminación, el cambio climático, el avance de las grandes corporaciones, y de los paraísos fiscales –América latina pierde el 6.7% de su PBI por la evasión fiscal-. Sin embargo nada de esto ocurre. No es difícil albergar la sospecha de que detrás del mega montaje en seguridad, de la pulseada de egos e intereses cruzados, y de la propuesta ficcional con temarios como “El futuro del Trabajo”, “Infraestructura para el Desarrollo”, “Un futuro alimentario sostenible”, con referentes mundiales proponiendo reflexiones, datos alarmantes y soluciones conjuntas a los problemas, en la agenda política real, cada reunión de líderes no es más que un espacio físico e íntimo de complicidad recíproca en los cuales se acuerda el saqueo a gran escala y el reparto de los recursos naturales y financieros de los países denominados emergentes. Así las cosas, el encuentro Cumbre de mandatarios para la cooperación económica, financiera y política, se parece más a una zona liberada para decisiones que en definitiva logran despejar para unos pocos -cada vez menos- el camino hacia la concentración y la acumulación ilimitada que propone el actual sistema, neutralizando a organizaciones políticas, sindicales, sociales, feministas y ambientalistas que tengan como objetivo la soberanía de los pueblos.

*Secretario General de la CTA Autónoma Regional Santa Fe

Fuente: www.ctasantafe.org