Jericles: 70 mil risas

Generar desde la realidad un buen chiste es cosa seria, necesita conocimiento, inteligencia y responsabilidad. Jericles, sin duda, ha alcanzado una manera clara, resumida y divertida de explicar la actualidad. Con sus 45 años de humor gráfico, con su jubilación en puerta, el papel, las fibras y el mate sobre la mesa, hablamos con él para repasar su vida, su obra.

Por Dafne Acevedo Giménez

Jericles se está por jubilar, el pasado 12 de julio cumplió 65 años y comenzó los trámites de su “retiro”, y así entre comillas porque promete seguir trabajando de lo que le gusta y apasiona: el humor gráfico. Él es Norberto Elder García, popularmente conocido como Jericles, nacido en la localidad de La Carlota, habitante de la ciudad de Río Cuarto desde 1980 cuando se vino a trabajar al diario Puntal desde sus comienzos. Lleva 45 años entrelazando con el lápiz la realidad y el humor. Con tantos años de carrera, y tanta risa producida le preguntamos con curiosidad “¿Cuántos dibujos creés que has realizado?”, con toda su humildad y una sonrisa en la boca responde “más o menos 70 mil”.

Llegamos a su casa, en el Barrio Cispren II, donde se cuela el sol por la ventana, se posa sobre el mate, y el dibujo que está terminando para mandar. En ese tranquilo y cómodo contexto comenzamos a charlar, a darle comienzo a esta entrevista retruquera que busca conocer siempre un poco más de lo que vemos en cada viñeta.

La familia de Jericles está compuesta por su compañera de vida, sus siete hijos y cuatro nietos: “Susana es mi señora, y mis hijos son: Gerardo, Mariana, Evaristo, Nadia, Sebastián, Joaquín y Daniela. Además, mis nietos: Grecia, Nina, Luca y Thaís”.

– ¿Cómo comenzó todo?

– De muy chico leía historietas de humor. Aprendí a leer prácticamente con las revistas de Paturuzú. Siempre fui apasionado del humor gráfico. Y llegó en un momento en que ya tenía 18 o 19 años, ahí me gustaba el fútbol, el folklore y el humor, entonces me decidí por esto que podía hacer en ese momento como un hobby. Tuve suerte, un privilegio, porque a mi primer dibujo ya lo publiqué en un medio local y eso me sirvió mucho de incentivo. Los dibujos míos comenzaron a publicarse en Hortensia, que estar en Hortensia era jugar en primera división en el humor gráfico, era la revista más importante del país, era algo casi mágico estar publicando al poquito tiempo de empezar a la par de la gente que yo admiraba tanto, como Clifford, Fontanarrosa. Fue así como empecé a dibujar

– ¿De qué era el primer dibujo?

– Era un chiste no muy bien dibujado, tampoco se diferencia mucho de ahora (risas), pero era una crítica a la burocracia. Arrancamos por la parte crítica. Siempre entendí que el humor, por lo menos una de las facetas, tiene que ser crítica. Era un chiste sobre eso, sobre el empelado burocrático, y sobre las trabas que hay para hacer trámites.

– ¿Cómo ves al tema de la confrontación desde el humor?

– La confrontación existió siempre, pero uno la vino a descubrir con las redes sociales. Cuando no había redes sociales no existía tanta confrontación, salvo una carta aislada a los medios, no existía tanto. Pero hoy sí, hay más facilidad para criticar cuando algo no le gusta a alguien. Casi siempre hice humor teniendo como blanco al neoliberalismo, ya en la época de Martínez de Hoz, en la dictadura, que publicaba en Humor y en Puntal, y nunca tuve una queja formal y esas cosas. Después fue en la época del menemismo, que fueron 10 años de publicar críticas muy duras a través del humor, y tampoco hubo quejas, pero si ahora. En esta época son mucho más virulentas las quejas, las puteadas de la gente, calculo que también debe ser una característica de las redes sociales, que en aquella época no existía.

– ¿Cómo tomás esas quejas?

– Hay una especie de lucha que uno tiene con la autocensura, porque por ahí con la proximidad cuesta más. Hay que superar la autocensura porque es malísima para el dibujante. No me van a separar de lo que pensé toda la vida, de ciertas características de lo que pienso que debe ser una sociedad. No me hacen cambiar las críticas, el humor que yo hago.

Cronológicamente: empezó en revista Letras en el años 1974; siguió con Hortensia desde el 75 hasta el 90; luego Puentezito, de nuestra ciudad, en los años 74 y 75; sumó Sex Humor del 80 al 90; la reconocida revista Humor a partir del 79 hasta que cerró en 1999; la revistas institucionales de Hoja Aparte donde sumó un cuarto de siglo de trabajos; Puntal desde sus comienzos, en 1980, hasta la actualidad; Humor con Voz desde el 2002 hasta su fin en el 2014; La Voz del Interior a partir del 2004 hasta hoy; en la actualidad está con El Tribuno de Salta y Alegría. También publicó veinte libros de humor, la mayoría autogestionados, es tallerista hace tres años del Programa Educativo de Adultos Mayores, realiza delivery con su último trabajo Relatos Fronterizos que creó con Adrián Demassi y su hija Magalú, además de actividades que van surgiendo.

– ¿Cómo recordás el comienzo?

– Estando en La Carlota, que comencé a publicar en la revista humor Hortensia, era lo máximo. Yo estaba con mucha alegría de estar publicando ahí, porque era un chico muy de barrio, de juntarme con los amigos, y era una cosa media extraña, me buscaba en el staff y ahí aparecía. En Humor comencé a publicar en el 79, y obviamente era plena época de la dictadura, había críticas a la parte económica, pero no había abierto tanto la crítica a la dictadura, porque era la época más dura. Paralelamente seguía tratando de mejorar el dibujo, la parte estética, todo desde La Carlota, donde no había escuela de dibujo, nada. Era algo muy artesanal, tratando de mejorar en cada trazo que hacía.

– ¿Cómo es esto de hacer reir de cosas serias?

– Hay una cuestión que el humorista debe tener y es un espíritu provocador. Sabiendo que algo no cause gracia, provocar por otro lado la risa. Hay una cosa de rebeldía en uno, en ir corriendo los límites. Y los limites son no traicionar lo que uno piensa a través del humor, lo otro se va corriendo habitualmente.

– ¿Alguna vez tuviste algún tipo de censura?

– Hace 45 años que dibujo. Estoy muy conforme porque uno hace un balance y me han permitido en los medios publicar. Pero hay cuestiones, chistes muy puntuales, que chocan, que no van por determinadas circunstancias, pero son casos muy aislados. Y en épocas electorales, cuando van llegando, uno va viendo de cómo acomodar las cosas para decir algo, pero son momentos. No es habitual, lo habitual es tener libertad. También uno va aprendiendo sobre la marcha, se puede hacer humor, pero en algún momento puede llegar a chocar con gente que no piensa como uno. No hay que autocensurarse, pero si ir ajustado algunos términos.

En 1980, con el comienzo del diario Puntal, Jericles comenzó a ser parte desde el principio. Mandaba por correo sus dibujos para las diferentes ediciones. Estaba en su localidad natal trabajando en una farmacia y por este nuevo proyecto renunció para apostar a su pasión, pero las fechas comenzaron a estirarse y estuvo entre cuatro y cinco meses sin trabajar, “sobrevivía con lo que podía. Ese fue el primer paso, cuando uno elige una cosa así por la vocación. Empecé a dibujar desde La Carlota mandando dibujos, siempre recuerdo la imagen de estar juntando las moneditas cada día para poder mandar por correo el sobre con el chiste. Al poco tiempo, dos meses después, me vine a trabajar a Puntal a diagramación, quedé blanqueado de entrada y el dibujo era algo paralelo, hasta que en el año 92, que di otro paso, dejé diagramación y quedé efectivo pero dibujando. Económicamente perdí, de dos ingresos pasé e tener uno solo. De ahí en adelante fue muy irregular, dependía de los medios que aparecían, pero había satisfacción y mucha adrenalina. Me rebuscaba el mango a través del dibujo, no quise más volver a hacer otra cosa, hacer lo que me gusta tiene un plus”, relató el humorista.

– ¿Tus hijos se relacionan con tu carrera?

– Magalú es caricaturista e ilustradora. Sebastián esta en Buenos Aires y hace animaciones, se quedó ahí, le va muy bien y es talentoso. Daniela es profesora de dibujo, está trabajando, dando clases. Nadia es diseñadora, es muy buena para sacar ideas, muy buena humorista, pero no ejerce. La parte de creatividad esta ahí, dos de los chicos se dedican a la carpintería. Y está Evaristo que es profesor de geografía, también es creativo. Susana también, siempre acompañando cuando trabajaba sin la computadora: ella trabajaba dándole el color, tiene más criterio que yo en esa parte. También con el tema de los libros, trabajé junto con ella en el diseño, armado y diagramación.

– ¿Sos consciente que hacés ruido a las autoridades con tus trabajos?

No, no sé. No soy consciente y no sé si será así. Mi función es hacer el humor que a mi me parece y hacer que se publique eso, pero no saber si tiene repercusión, o como lo toman. Creo que seria nocivo si pensara así. Porque estaría pensando un humor pensando cómo lo tomaría tal, es imposible de medir. El humorista hace humor de acuerdo a lo que uno piensa. Lo que si me ha hecho advertir las redes sociales es que hay chistes con mucho más grado de adhesión que otros, es notable entre un tema y otro.

– En todo este tiempo ¿Hay algo que quede pendiente?

– No hay ninguna asignatura más importante de lo que vengo haciendo. La idea es seguir publicando, estoy a punto de jubilarme laboralmente, y la idea sería seguir trabajando, seguir haciendo esto que siempre me gustó hacer, seguir publicando. Y ser reconocido: está bueno. Es una especie de reconocimiento implícito a la faceta artística, no es por los ojos verdes (risas), ni si quiera por un chiste, sino que es por la trayectoria.

– ¿Qué consejo le darías a los humoristas gráficos que recién comienzan?

– Es mas complicado dar consejos, .no puedo hacerlo con mis hijos, pero les diría que aprendan más de lo que es dibujar, es muy importante. A mi me costó mucho más porque no tenía una base. Y que se informen, que se comprometan con la realidad. No porque los chistes universales no sean buenos, sino porque es importante comprometerse con la realidad.

Así, con 45 años de experiencia, con más de 70 mil risas causadas, Jericles sigue trazando fino y profundo su pensamiento, su posición, su sentimiento. La humildad que lo caracteriza se ve en cada una de sus marcas en la piel, en su pelo y en sus manos. Jericles nos enseña a diario que la risa y el humor terminan siendo una de las cosas más serias de estos días.

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Fuente: www.retruco.com.ar