Jubileo

Por Juan Carlos Giuliani*

Antes que la pandemia pusiera en suspenso la vida misma, los jubilados venían dando cátedra de resistencia a los ajustes del Gobierno de turno. Gritando su reclamo histórico por el 82 por ciento móvil y la restitución del PAMI a sus legítimos dueños: Los trabajadores. Marcando un camino de lucha a los descreídos. Hoy, en el Día del Jubilado,  bueno es reivindicar a los que no se resignan. La conmemoración recuerda la sanción de la Ley Jubilaciones para Empleados del Estado, que tuvo lugar el 20 de septiembre de 1904.

Tarde de miércoles. Buenos Aires es un horno. El estrépito de autos y gente raya el asfalto en Rivadavia y Callao. Frente al Congreso de la Nación es posible identificar la fuente del bullicio que se esparce por los altoparlantes. Allí están los jubilados. Nuestros viejos reclamando. Reclamando por tanta injusticia. Un reclamo urgente, porque no les sobra hilo en el carretel.

Hasta que apareció el Covid allende del mar con su carga de miedo, contagio y muerte, nuestros jubilados y jubiladas de la CTA llevaban más de 1.500 miércoles repitiendo hasta la afonía el rito de levantar la bandera de la dignidad. Un ejemplo frente a tanta claudicación dando vueltas. Una bofetada en el rostro de los campeones del posibilismo y la claudicación.

Su lucha indoblegable logró varias reivindicaciones. Gracias a los que no bajaron nunca los brazos, a los que alzaron su voz cuando sólo campeaba el silencio, a los que se animaron a reunir un millón de firmas en defensa del Sistema Estatal de Reparto para todos los argentinos y a los que resisten sin dar tregua, se pudo reestatizar el Sistema Jubilatorio derogando la figura de las nefastas Administradoras de Fondos de Jubilación y Pensión (AFJP).

La sanción de esa normativa demostró, una vez más, que es mentira que no se pueda cambiar el actual estado de cosas. Como quedó al descubierto cuando el Congreso de la Nación aprobó en octubre del 2010 la Ley que garantizaba el 82 por ciento móvil para la Jubilación Mínima, vetada, con la velocidad de un rayo, por la entonces Presidenta Cristina Fernández con el argumento de que era una “Ley de Quiebra del Estado”.

En el mientras tanto, antes, durante y después, los gobiernos que ocupan la Casa Rosada se dedican a “honrar” los compromisos con la usura internacional: Pagadores seriales de la infame Deuda Externa.

En el camino de recuperación de fuerza propia organizada, será más factible dar la pelea de fondo para que, como reza la Constitución Nacional, la Seguridad Social sea un derecho humano fundamental, organizada y garantizada por el Estado.

El pueblo en las calles logró en diciembre de 2017 que al menos se postergara por 24 horas -represión mediante- la Reforma Previsional impuesta por el Gobierno de Macri que volvió a poner en tela de juicio el Sistema Estatal de Reparto y que estableció una Ley de Movilidad Jubilatoria a la baja. El nuevo Gobierno de Alberto Fernández modificó esa norma asegurando que los haberes jubilatorios le ganarían a la inflación. Macanas. Ni por asomo. Los cambios de fórmula resultaron ser peores que los ya magros ingresos dispuestos por el Macrismo. Y el superministro de Economía y candidato a Prensidente, Sergio Massa, cumple a rajatabla el ajuste que impone el FMI y, consecuentemente, sigue la impiadosa poda de los haberes jubilatorios, recorte que la oposición de ultraderecha y fascista promete profundizar de cara a las elecciones nacionales del próximo mes de octubre.

En la campaña electoral de 2019 el actual Presidente aseguró: “Entre los bancos y los jubilados, me quedo con los jubilados”. A punto de dejar la Casa Rosada sin pena ni gloria, lo cierto es que los bancos siguen siendo los grandes ganadores del Modelo y los jubilados los perdedores de siempre.

La pelea para que no haya jubilados pobres está a la orden del día. Como decía el querido e inolvidable Elías Moure -fallecido en junio de 2018-, Presidente de la Federación Nacional de Trabajadores Jubilados y Pensionados (FETRAJUB-CTA): “Viejos son los trapos”. Y por si no se había escuchado bien repetía: “¿Viejitos?, las pelotas”.  Cabe valorar también en su día a uno de los hacedores de las marchas de los miércoles, el compañero Marcos Wolman, Secretario General de la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones de Jubilados y Pensionados.

Jubileo, júbilo, jubilación. Los miércoles de la dignidad se reproducen para ganar alguna vez el momento del reposo, de la paz, de la armonía.

Conmueve la sabia rebeldía de los nadies dejando una huella para los que vienen detrás. Señalando con su voluntad a cuestas que si se apuesta a la construcción colectiva existe una perspectiva de futuro diferente.

Ya llegará la hora de la reivindicación plena para recuperar en tiempo presente la melancolía de los viejos y buenos tiempos.

Como era antes, hace medio siglo. Cuando el Estado de Bienestar no había sido sacrificado en el altar del neoliberalismo.

*Periodista. Congresal Nacional de la CTA Autónoma en representación de la provincia de Córdoba