La cuarentena golpea duro a las trabajadoras sexuales cordobesas

Sin ingresos, subsisten con el aporte de su sindicato -AMMAR-CTA Córdoba- y la solidaridad entre ellas. El testimonio de una de ellas.

Norma es trabajadora sexual y atiende su teléfono desde su casa de Angelelli II este miércoles: “llevamos dos días sin luz”, cuenta mientras de fondo suena el bullicio de los niños, seguramente inquietos “porque no los dejo salir”, sentencia.

La cuarentena ha golpeado duro también a las trabajadoras sexuales que casi sin ingresos enfrentan la crisis con la ayuda de su sindicato, AMMAR y la solidaridad “de las compañeras que cuando hacen algún trabajo le pasan unos pesos a las otras”, dice Norma en diálogo telefónico con Vía Córdoba.

La imposibilidad de trabajar en la calle y el peligro latente de contagiarse el coronavirus han profundizado los problemas económicos de estas trabajadoras, que en su gran mayoría son el principal sostén del hogar, como el de Norma, donde son 15 integrantes.

“¿Lo primero que voy a hacer cuando termine esto? Ir a trabajar a mi esquina y hacer un regio asado con las compañeras”, se entusiasma y apura la explicación: “de falda, que es lo más accesible para nuestros bolsillos”, aclara.

-¿Como las ha impactado la cuarentena?

-Mal, muy mal ¡no sabés! Hay un hambre en la calle. Y la pandemia es un riesgo total para nosotras, para muchas chicas. Tenés que tratar con el cliente, que a veces no lo conocés… porque si es un cliente viejo más o menos sabés cómo es su vida. Te va contando cómo es su vida a lo largo de los meses, de los años. Yo tengo clientes desde hace 25 años y una prácticamente ya es parte de su vida. Ahora con este problema podría tener algunos de los clientes míos pero hay varios que no tienen trabajo.

-Encima.

-Claro, con las compañeras sufrimos un montón esta pandemia. Con la ayuda de Ammar paliamos un poco la situación porque nos dan un bolsón… estamos muy agradecidas con las compañeras de Ammar, que nos dan un poco de mercadería, también nos ayudan muchas veces con la medicación. Pero no es todo, porque se te termina el gas, por ejemplo.

-¿Ha bajado mucho el trabajo en la calle?

-No sabés. Muchas hace semanas que no trabajan porque hay una malaria en la calle y son madres, algunas tiene hasta seis hijos y lloran por la situación.

-¿Y cómo se la rebuscan?

-Es sobrevivir. Alguna viene y te dice ‘hoy me hice un cliente’ y te da 200 pesos… nos ayudamos entre nosotras; o AMMAR por ahí te hace un depósito aunque sea para comprar el gas. Está todo muy mal.

-¿Usted trabaja en la calle o hace otros contactos?

-Toda mi vida he sido callejera, aunque he trabajado en whiskerías porque me llevaba mucho la Policía… me llevaban al Buen Pastor viejo. Yo soy callejera pero conozco muchas compañeras que publican y trabajan por teléfono ¡pero son jovencitas!

-¿Lleva muchos años?

-Sí. Cuando empezó AMMAR me acerqué. Yo no sabía leer ni escribir y pude hacer la escuela ahí, con las compañeras.

-Bueno, esto algún día pasará ¿y qué es lo primero que piensa hacer cuando termine la cuarentena?

-Comer un regio asado. Ir a la esquina, poder laburar y comer un regio asado. Lo hablamos a diario con las chicas cuando conversamos por teléfono y decimos ‘una faldeada, que es lo más barato para nuestra economía”.

Fuente: www.viapais.com.ar