La pandémica injusticia

Por Marta Maffei*

El Estado monocultural, monolingüe, hegemónico y represor, aflora una y otra vez marginando discursos igualitarios que anuncian la muerte del racismo, el machismo, la colonización del saber–poder, la injusticia.

La pandemia con su aislamiento preventivo ha vuelto a mostrar esa realidad cementada en la rémora institucional para combatir esos otros virus de la eterna discriminación violenta, ilegal, ilegítima allende las caretas que pretendan disfrazar el abuso.Esta vez, se repite con fachada “higienista”, en la versión policial de Fontana, Chaco. Espacio físico en que retorna la persecución a las mujeres qom de la provincia. Sí, esas que apenas hablan la lengua dominante, pobres, sin agua, azotadas de dengue, arrinconadas entre alambrados y desmontes del despojo que vedan en simultáneo el acceso al alimento y la medicina ancestral.Esas mujeres “invisibilizadas” a quienes la policía arranca de sus domicilios sin orden judicial alguna, volteando puertas a patadas y arrastrándolas a golpes hasta el destacamento en el que son sometidas a todo tipo de abusos y ultrajes para terminar fumigadas con alcohol, como “justificativo viral” que tiene en verdad  una única razón: ser mujeres indígenas.

No es la única violencia, ésta es la versión policial sobre una comunidad  ninguneada en sus necesidades y demandas, donde la medicina asistencial del aparato estatal se impone. No hay diálogo, ni reconocimiento a su cultura, sus saberes, sus históricas prácticas de sanación natural, ni respeto, ni compasión, ni rastros de humanidad.

Por eso pensamos que al Gobierno no le va a alcanzar con un manojo de políticas anti coronavirus para hacer creíble la democracia.

Tendrá que trabajar fuerte y aceleradamente sobre los múltiples quebrantos de la pobreza, la exclusión, el desempleo, el racismo, el hambre y en todos los casos, con especial cuidado sobe quienes son víctimas de la intersección acumulativa de múltiples discriminaciones/represiones/violencias, lugar en el que caen especialmente  niños, jóvenes y mujeres por el solo hecho de pertenecer a comunidades vulnerables.

Una historia repetida desde la conquista y la colonización, reiterada enfáticamente en los aberrantes genocidios de nuestra dolorida historia¿No será que ha llegado el tiempo de actuar efectivamente hacia la justicia, más allá de discursos, cargos y funciones?¿Qué debemos hacer las organizaciones sociales que accedemos a la posibilidad de defender nuestros derechos, para no ser testigos silenciosos, convidados de piedra, ante la injusticia y la violencia reiterada sobre nuestras compañeras indígenas? ¿El feminismo las incluye?

Si queremos salir de la pandemia sin volver a la atroz “normalidad” que engendra el dolor, tenemos que disponernos a trabajar fuertemente para cambiar.  

No esperemos que la oportunidad se nos presente.Tenemos que salir a buscarla.

*Docente. Ex Secretaria General de CTERA. Ex Secretaria Adjunta de la CTA. Diputada Nacional (MC). Dirigente Nacional de Unidad Popular (UP)