La Patria también es el barrio

Por Juan Carlos Giuliani*

El hambre no espera. Los pibes y los viejos conforman la población de riesgo desde mucho antes que llegara el virus que infecta al planeta. Nadie se salva solo. La salida es colectiva y en clave de solidaridad.

Hacernos cargo del hambre de nuestro pueblo. Poner el cuerpo. Universalizar los planes sociales focalizados para combatir en serio la pobreza. Defender un Estado Soberano, que promueva la Salud y la Educación Pública, garantice comida para todos y establezca un Salario Básico Universal para que no haya ningún hogar pobre en la Argentina.

Intervenir en la periferia, en los arrabales de las ciudades y pueblos, alentar la organización de los trabajadores y trabajadoras de los barrios, abrir las puertas a la participación popular, hacer pie en el territorio, es la posibilidad más concreta para promover la unidad necesaria del campo del pueblo.

Esos lugares olvidados por la Democracia Colonial-Extractivista son asentamientos informales que en el último tiempo han incrementado su población debido a la exclusión social, el desempleo y la marginalidad. Hace años que esperan respuestas del Estado a la emergencia habitacional y a la necesidad alimentaria. Sus hombres y mujeres se están haciendo cargo de lo que el Estado no se ocupa, del cuidado y alimentación de chicos y viejos en las barriadas populares donde lo que más abunda son las carencias. Son -como el Personal de Salud- trabajadores esenciales, aunque para el Estado sean invisibles.

En su discurso ante los Movimientos Populares de distintos países del mundo en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, en julio de 2015, el Papa dijo: “No se puede abordar el escándalo de la pobreza promoviendo estrategias de contención que únicamente tranquilicen y conviertan a los pobres en seres domesticados e inofensivos. Este encuentro nuestro responde a un anhelo muy concreto, algo que cualquier padre, cualquier madre quiere para sus hijos; un anhelo que debería estar al alcance de todos, pero hoy vemos con tristeza cada vez más lejos de la mayoría: Tierra, Techo y Trabajo. Tierra, Techo y Trabajo, por lo que ustedes luchan, son derechos sagrados”.

Francisco fue contundente: “Es imposible imaginar un futuro para la sociedad sin la participación protagónica de las grandes mayorías y ese protagonismo excede los procedimientos lógicos de la democracia formal”.

Para nosotros, la Patria también es el barrio. El lugar donde nacimos y crecimos jugando en las calles que eran seguras porque nos cuidaban los vecinos. El recuerdo amasado por los atardeceres del suburbio, el primer noviazgo, la ronda de mate, una birra compartida con la barra de la esquina, los “picaditos” en el baldío, la vieja llamando a comer, el sitio donde mamamos la solidaridad y la idea de que nunca vamos a dar vuelta la taba si no armamos algo entre todos.

Allí donde fuimos felices ahora nos organizamos para volver a serlo. Porque la esperanza es lo último que se pierde y no nos vamos a quedar de brazos cruzados mientras se siguen muriendo nuestros viejos y nuestros pibes por el accionar criminal de la oligarquía y la complicidad de la clase dirigente.

*Vocal de la Comisión Ejecutiva Regional de la CTA Autónoma Río Cuarto. Congresal Nacional de la Central en representación de la provincia de Córdoba