Las máquinas ya no vienen marchando

Por Pablo Callejón*

Ariel Rasguer reconstruyó su proyecto industrial desde las cenizas. Fue uno de los trabajadores de la empresa Fonster afectados por el vaciamiento fraudulento de la fábrica. Tras el cierre, impulsó una cooperativa y luego avanzó en un proyecto personal que se convirtió en uno de los tres principales talleres de aluminio en Río Cuarto. Preparar cada empleado para el trabajo diario puede insumir entre 6 y 8 meses. Perderlo implicaría un fuerte retroceso en la proyección de la empresa. Como Ariel, la mayoría de los metalúrgicos decidió blindar la estructura de personal a pesar de que las ventas se derrumbaron.

“La economía así no funciona”, advirtió el emprendedor riocuartense que espera algún sesgo de reactivación con los buenos tiempos que se anticipan para el Campo. Los números, al menos hasta ahora, lo contradicen. Según el informe del INDEC, en julio la producción industrial cayó un 6,9% interanual y acumuló una reducción del 9,4% en el primer semestre. También se desplomó la construcción un 11,8 por ciento y cada vez son menos los inversores que podrían solicitar las aberturas que se fabrican en la ciudad.

El 45 por ciento de las empresas que integran la Cámara de Metalúrgicos en Río Cuarto tienen hasta 10 empleados, el 40 por ciento integra el rango entre 10 y 30 trabajadores y 18 por ciento, es una pyme unipersonal. Según el informe económico de julio, la caída en la actividad afectó a más del 36 por ciento de las plantas en el último año y un 45 por ciento de los industriales cree que la situación será aún peor en el segundo semestre.
Entre los asociados consultados por la Cámara, un 10 por ciento admitió que debió realizar despidos de personal y un 54 por ciento dijo que no prevé invertir, explorar nuevos mercados, ni aumentar la producción.

“Con la industria necesitas previsibilidad, tiempo de adaptación a las variables económicas y no caer en volantazos que cambian todo lo anterior”. Gustavo Perlo, propietario de Alimentos Santa Rosa, es uno de los industriales que comenzó a advertir los brotes verdes a partir de rindes agrícolas que podrían ser récord. La región revive aquel antiguo anhelo de los argentinos: esperar que nos salve la cosecha. Algunos sectores, como la producción de expeller de soja y aceites vegetales, podrían haber hallado el piso de la caída y comenzar a crecer en el resguardo del dinero que surge del Campo. Otros, como la construcción y el comercio, insinúan que la inversión dependerá de una baja en las tasas de interés y la reactivación general del consumo. Los productores prefieren resguardar los cereales hasta que se despeje el nubarrón político y financiero que le quita previsibilidad al escenario económico.

Según el relevamiento de de julio de la Unión Industrial de Córdoba, el 46,98 por ciento de los industriales reconoció que disminuyó la actividad de su planta en el último año y el 34,42 logró mantenerla. Apenas, el 18,14 por ciento dijo que logró alcanzar algún grado de crecimiento.
Del total de afectados por la caída, un 63 por ciento tuvo bajas de entre 11 y 40 puntos y un 9 por ciento, sufrió un hundimiento de la mitad de su capacidad.
Por la baja en las ventas y falta de financiamiento, uno de cada 10 industriales debió cortar la cadena de pago y más del 30 por ciento tuvo que extenderla para evitar caer en morosidad. En su mayoría, debieron adoptar planes de entre 60 y 90 días con los acreedores.
Entre las empresas y fábricas consultadas por la UIC, más del 70 por ciento son pymes que tienen una facturación superior a 22 millones de pesos y la mitad, cuenta con menos de 15 empleados.
Casi el 60 por ciento de los consultados es poco optimista sobre lo que viene. Creen que la economía empeorará y, en el mejor de los casos, logrará una precaria estabilidad.
Los puestos laborales son una moneda de cambio que siempre cae en cruz en medio de la crisis. Solo el 11 por ciento de las industrias incorporó personal. El resto de los industriales admitió despidos (10%), adelantó vacaciones (8%), redujo horas extras (20%) y suspendió jornadas (10%).

En los cuatro años de presidencia de Mauricio Macri cerraron 20 mil empresas en Argentina, un promedio de 14 compañías por día. El informe de la consultora Radaren, en base a datos oficiales de la AFIP, es el peor registro desde el 2001. Entre las causas que explican este deterioro se encuentran “la destrucción del mercado interno, el aumento del costo financiero (del capital de trabajo) y la falta de previsivilidad para hacer negocios”.
En el mismo periodo, se fugaron u$s133.313 millones según informó el Observatorio de la Deuda Externa (ODE). Alcanzó al 71,2% de toda la deuda externa contraída por la Argentina en la administración Cambiemos, que se ubicó en los 187.298 millones de dólares.

El cambio de un modelo productivo por otro de especulación financiera fue diluido en el relato oficial y la posverdad.

Un escenario donde las máquinas ya no vienen marchando.

*Periodista