¿Legalización y después?

“Nada demoró la justicia federal en darle paso a la firma extranjera Uber. El 21 de agosto, en un fallo de la Corte Suprema de Justicia, se dejó sentado que los conductores y las conductoras de vehículos de Uber no conforman una asociación ilícita. Pues claro que no, ellos y ellas son trabajadores y trabajadoras. Seguramente expulsados del sistema formal de empleo, son las víctimas del ajuste, de la crisis y de los espasmos idiotas de un gobierno de empresarios.

“Los trabajadores y las trabajadoras no somos una asociación ilícita, nunca lo seremos. Al contrario, somos el motor que impulsa la sociedad, somos quienes ponemos en marcha el país todos los días con nuestra fuerza de trabajo, pero claramente somos, también, la variable del ajuste. Somos ese punto invisible en donde el hilo se vuelve más delgado y finalmente se corta. Somos el número escrito con lápiz que rápidamente puede borrarse. Somos, para ellos, los nadies.

“Nuestra lucha no es, ni será en contra de otros trabajadores, nuestra lucha es, a las claras, en contra de los gobiernos que nos obligan a matarnos entre nosotros por un viaje en la calle. Esta lucha es contra los que, mediante artimañas leguleyas, pretenden crear una brecha fácil de traspasar por una empresa que se viene a comer crudo al sistema de transporte tradicional, y en ese acto a cada uno de nosotros.

“La empresa Uber, tiene operadores comerciales en todo el mundo, en nuestro país, en nuestra provincia, en nuestra ciudad, con inversiones millonarias en publicidad viene a intentar copar el sistema de transporte, defenestrando a los y las trabajadoras del taxi, diciendo que somos sucios, delincuentes, ladrones, violadores, groseros, y quien sabe cuantas patrañas más.

“Los trabajadores y trabajadoras del taxi, muchos con una vida dedicada a esta actividad, venimos a diario sosteniendo el sistema de transporte, haciendo funcionar la ciudad, incluso a pesar de las deficiencias estructurales del propio sistema. Trabajamos por salarios miserables, muchas veces más horas de las correspondientes para llevar un salario digno a nuestros hogares.

“A pesar de todo esto, conocemos la ciudad sin necesidad de que un GPS nos diga como llegar, hacemos un gran esfuerzo para convivir con los baches, las inundaciones, los semáforos rotos y el caos de tránsito. Tenemos oficio, para subirnos a un auto nos evalúan tanto física como psicológicamente.

“No se confundan, nosotros no luchamos contra otros laburantes, que no nos tapen el bosque. Luchamos contra la ilegalidad, contra la depredación de nuestra fuente de trabajo. Y no nos rendimos!”, concluye la declaración del Sindicato Peones de Taxi de Córdoba (SIPETACO-CTA) que encabeza Héctor Miguel Arias.