Memoria y reflexión: A 44 años del Golpe de Estado

Por Jesús Chirino*

Durante esta semana que inicia se cumplirán 44 años desde el golpe de Estado perpetrado el 24 de Marzo de 1976. En esta oportunidad los actos para recordar el inicio de aquella nefasta época de la historia argentina tendrán características muy especiales, pues rige lo que se ha dado en llamar “aislamiento social, preventivo y obligatorio” que impide las convocatorias masivas.

De todas maneras se continuará con el ejercicio de la memoria y, a la vez, la práctica de solidaridad que significa el distanciamiento social planteado por las normas dictadas frente a la emergencia sanitaria que vivimos. Como siempre a todo esto se suma la reflexión, que no puede desprenderse de aquel pasado, pero tampoco debe aislarse del presente.

Pañuelazo blanco

Un grupo de instituciones de derechos humanos promueven la realización del “Pañuelazo blanco” a partir del primer minuto del día martes 24. Ese importante conjunto de instituciones, entre las que se cuentan Abuelas de Plaza de Mayo, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, Liga Argentina por los Derechos Humanos y Centro de Estudios Legales y Sociales solicitan que mediante el hashtag #PañuelosConMemoria  se realicen “acciones de difusión” tanto  a través de las redes sociales de Internet, como también en “ventana, balcón, puerta, edificio o espacio público donde se cuelguen pañuelos blancos, haciendo viva nuestra presencia en esta Jornada de Memoria Verdad y Justicia”. Todo para volver “a repudiar la última dictadura cívico-militar”.

El comunicado de prensa de las instituciones señala que “las acciones concluirán a las 19.30 horas con una transmisión para seguir en la web o en los canales de TV que tomen la señal, con la lectura del documento de los organismos de derechos humanos leída por representantes de las organizaciones convocantes”.

La lógica empresarial en el Estado

En aquella fecha tuvo inicio la dictadura desaparecedora de personas, que fue posible por la conjunción de voluntades civiles, militares y eclesiásticas. Comenzaron implementando el terrorismo de Estado mediante métodos que ya habían “ajustado” con procedimientos que venían desarrollando antes.

En Villa María, a las 5.30 de la mañana comenzó el movimiento de tropas en la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos. Avanzaron tomando posiciones en la ciudad y a las 7.30 se hizo efectivo el derrocamiento del intendente municipal elegido por el voto popular. Fue a esa hora que el mayor José Luis Cayetano Torres, pistola en mano, ingresó a las oficinas del doctor Carlos Pizzorno haciéndole conocer que desde ese momento lo relevaba de su cargo en la administración municipal.  Poco tiempo después las autoridades militares intervinieron la regional de la Confederación General del Trabajo (CGT), quedando al mando de la organización sindical el capitán Atilio Francisco Vivern.

Antes de que transcurriera un mes, el interventor municipal declaró que la Municipalidad sería conducida “con sentido de empresa”. Esto implicó varias acciones inmediatas como dejar en claro la prohibición de actividades gremiales y la cesantía de 144 empleados municipales en el marco de un “proceso de reordenamiento” del Estado local.

Todo para organizar el municipio de manera similar a una empresa privada, según la lógica económica del nuevo liberalismo donde importa más la ganancia que el bienestar general. Una concepción en la cual no resultan relevantes ni el desempleo como tampoco la exclusión y todo lo que empuja hacia ella como lo es la precarización laboral.

Con sentido empresarial no hay políticas públicas

Si bien las políticas públicas aparecían en los discursos, en la realidad se verificaba una ausencia de las mismas, vaciamiento de instituciones y la inercia social organizada como propuesta estatal ante las distintas coyunturas. Es así que lo primero que caía sobre el excluido era la visión de ser un incapaz, falto de idoneidad y la eficiencia necesaria para imponerse en la lucha de mercado. Las políticas que podían identificarse eran aquellas relacionadas al disciplinamiento, a la censura del distinto cultural que se lo trataba como sobrante y, muchas veces, como obstáculo para la producción y el progreso.

Por estos días, el prestigioso periodista Carlos del Frade viene compartiendo “postales” del tiempo de la dictadura. En una de ellas, escribe palabras pronunciadas por el general  Ramón Genaro Díaz Bessone, en octubre de 1977, al ser recibido por la Federación Gremial de la Industria y Comercio de Rosario. Este militar que escribió varios libros y artículos con reflexiones teóricas, que ocupó el cargo de ministro de Planeamiento durante la Presidencia de facto de Jorge Rafael Videla, ante los empresarios rosarinos dijo: “Los empresarios forman uno de los primeros sectores que constituyen la Nación día a día.

Acaso por eso fueron uno de los blancos predilectos de la agresión criminal de las hordas marxistas, por eso la responsabilidad moral es la otra gran vertiente de esta eminente función social, y comienza dentro de la misma empresa. Allí los derechos ceden su lugar a los deberes. Defender la empresa y la propiedad privada contra agresores de toda índole es el primer deber”.

Para Bessone el empresariado argentino que comulgaba con su autoritarismo tenía la responsabilidad, en sus empresas, de trabajar para una moral centrado en los deberes, dejando de lado los derechos de los trabajadores.

Es el verticalismo donde unos son privilegiados beneficiándose con el esfuerzo de otros que trabajan para asegurar la ganancia de los primeros.

Relativización del valor de la vida humana

Desde esa visión el valor de la vida humana, más allá de lo discursivo, se relativizaba y aquellos que eran considerados “sobrantes”, “fuera del circuito productivo”, desapegados a la obediencia, contrarios al progreso ilimitado, fueron considerados descartables: sus vidas no interesaban a la dictadura y su sistema ideológico. Esto es algo que no solo se verá en los campos de tortura y exterminio, sino en todo el conjunto social.

En áreas tan importantes como la salud pública o la protección de los trabajadores ante accidentes laborales, que tratarán de transformarse en “productivas”.

Es decir que en lugar de asegurar el rol del Estado para asegurar derechos, se veía cómo convertirlas en fuentes de ganancias para sectores privados. Este reinado de la empresa, junto a la desvalorización del papel estatal fue algo que se instaló en algunos sectores dirigenciales de distinta parcialidad política y casi llegó a formar parte de una especie de “sentido común” de cierta dirigencia.

En este presente donde el sistema de salud argentino es puesto ante un gran desafío, quizás pueda reflexionarse en las continuidades y rupturas que se produjeron con este tipo de pensamiento a la hora de fortalecer o debilitar su parte estatal durante la democracia.

Quizás encontremos inercias que deben romperse.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar