Nuestra misión histórica

OPINIÓN

Por Juan Carlos Giuliani*

Hace 51 años irrumpía un fenómeno novedoso en el universo sindical de nuestro país. La CGT de los Argentinos (CGTA) del legendario dirigente gráfico Raymundo Ongaro, tuvo su pila bautismal en el Congreso Normalizador “Amado Olmos” -del 28 al 30 de marzo de 1968- que iba a consagrar una conducción que se animó a romper con la hegemonía del “Vandorismo”.

“Más vale honra sin sindicatos que sindicatos sin honra”, “Unirse desde abajo y organizarse combatiendo” y “Sólo el pueblo salvará al pueblo”, fueron las consignas que encarnaron el espíritu clasista que le dieron origen. La actitud antiburocrática de la CGTA coaguló en uno de los intentos más serios de conformar una organización nacional de nuevo tipo capaz de expresar una clase obrera en transición, dispuesta a responder a la reestructuración del modelo de acumulación capitalista, y a su correspondiente sistema de poder institucional y disciplinamiento social que supuso el “Onganiato”.

De este modo se recogían las banderas consecuentes con una línea histórica del sindicalismo combativo, nacional, popular, revolucionario, que se reconocía en la Resistencia Peronista, la lucha contra el Plan CONINTES de Frondizi, y abrevaba en los programas de Huerta Grande y La Falda que apuntalaron un proyecto de poder popular parido desde el movimiento obrero.

Los trabajadores no acordaban con el “Peronismo sin Perón” que pregonaba Vandor. En 1964 el “Vandorismo”, mascarón de proa de la oligarquía gorila, con la complicidad del Gobierno de Illia impediría que aterrizara en la Argentina el avión que traía a Perón desde España. El famoso “avión negro” tuvo que pegar la vuelta desde Brasil. Los demócratas vacíos de pueblo seguían proscribiendo a las mayorías populares.

El modelo de la CGTA rompe el molde del “Unicato Sindical”, incorpora a los estudiantes, técnicos, intelectuales, jóvenes, militantes populares de todos los sectores que se asoman a esta experiencia ávidos de ser protagonistas de los vientos de rebeldía contra lo instituido acá, allá y en todas partes. Camilo Torres en Colombia, el Che en Bolivia, el Mayo Francés, la Conferencia Episcopal de Medellín -que traería a Latinoamérica la buena nueva del Concilio Vaticano II proclamando su “opción por los pobres” y el Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo-, la Revolución Cubana, van conformando el entramado de una estrategia de lucha integral, en todos los frentes, contra la oligarquía, los monopolios y el imperialismo.

El Programa de La Falda, de agosto de 1957, y el de Huerta Grande, de junio de 1962, son los antecedentes insoslayables del Programa del 1º de Mayo de 1968 publicado en el primer número del Periódico de la CGT de los Argentinos. El semanario de CGTA era dirigido por Rodolfo Walsh, con una redacción integrada por periodistas como Horacio Verbitsky o Rogelio García Lupo y llegó a tirar un millón de ejemplares. Sus páginas sirvieron, por ejemplo, para editar por primera vez, dividida en varias notas, la investigación de Walsh sobre el asesinato del dirigente metalúrgico de Avellaneda Rosendo García, el “¿Quién mató a Rosendo?”, el más profundo análisis del significado político, y de los métodos de acción del “Vandorismo”. La CGTA fue también el escenario en el que se desarrollaron experiencias de militancia artística como las del pintor Ricardo Carpani, o las del Grupo Cine Liberación, que permitió la filmación de la película “La hora de los hornos” de Fernando Solanas y Octavio Getino.

El Manifiesto del 1º de Mayo de 1968 tiene absoluta actualidad en un mundo convulsionado por la crisis capitalista y una Latinoamérica donde anidan, se revisan, coexisten, se interpelan y avanzan experiencias de transformación social gestadas a partir de la vitalidad que les impregna la vocación unitaria de la clase trabajadora, los movimientos sociales y pueblos originarios que están reescribiendo –a partir de una práctica concreta- los nuevos paradigmas del Siglo XXI.

El escrito de Walsh, inspirado en el pensamiento y la acción de Ongaro, dice en una de sus partes más significativas: “La historia del movimiento obrero, nuestra situación concreta como clase y la situación del país nos llevan a cuestionar el fundamento mismo de esta sociedad: la compraventa del trabajo y la propiedad privada de los medios de producción. Afirmamos que el hombre vale por sí mismo, independientemente de su rendimiento. No se puede ser un capital que rinde un interés, como ocurre en una sociedad regida por los monopolios dentro de la filosofía libreempresista. El trabajo constituye una prolongación de la persona humana, que no debe comprarse ni venderse. Toda compra o venta del trabajo es una forma de esclavitud. La estructura capitalista del país, fundada en la absoluta propiedad privada de los medios de producción, no satisface sino que frustra las necesidades colectivas, no promueve sino que traba el desarrollo individual. De ella no puede nacer una sociedad justa ni cristiana. El destino de los bienes es servir a la satisfacción de las necesidades de todos los hombres. En la actualidad prácticamente todos los bienes se hallan apropiados, pero no todos los hombres pueden satisfacer sus necesidades: el pan tiene dueño pero un dueño sin hambre. He aquí al descubierto la barrera que separa las necesidades humanas de los bienes destinados a satisfacerlas: el derecho de propiedad tal como hoy es ejercido. Los trabajadores de nuestra Patria, compenetrados del mensaje evangélico de que los bienes no son propiedad de los hombres sino que los hombres deben administrarlos para que satisfagan las necesidades comunes, proclamamos la necesidad de remover a fondo aquellas estructuras”, sentencia el Programa del 1º de Mayo de la CGTA redactado hace casi medio siglo atrás.

La CTA Autónoma, orgullosa heredera de esos principios, reafirma su autonomía de patrones, gobiernos y partidos políticos, y su carácter clasista, anticapitalista y antiimperialista. Lo hace en nombre y representación de la clase social productora de la riqueza, motor de la historia, promotora de la justicia social y el pensamiento emancipador.

En esas luchas y en esos muertos reconocemos nuestra misión histórica de llevar adelante las banderas de la revolución inconclusa pero viva en el corazón de nuestros compatriotas.

*Vocal de la Comisión Ejecutiva Regional de la CTA Autónoma Río Cuarto. Congresal Nacional de la CTA-A por la Provincia de Córdoba