Paisajes sonoros de Villa María

Por Jesús Chirino*

Cuarentena mediante, los sonidos de la ciudad disminuyeron, modificándose de manera sustancial los paisajes sonoros de la misma. El domingo anterior, en este mismo espacio, llamamos la atención acerca de este tipo de paisajes en Villa María, la posibilidad de registro y conservación de los mismos. En esta oportunidad dialogamos con Bambina Zabala, trabajadora municipal de la ciudad, que cumple tareas en la Biblioteca Municipal y Popular Mariano Moreno y que hace décadas perdió la vista.

Sonidos que guían

Esta mujer no puede percibir los paisajes urbanos mediante la visión, de allí el desarrollo de su capacidad para conocer la ciudad mediante las impresiones logradas por otros sentidos. Le preguntamos acerca de los paisajes sonoros que percibe en Villa María. Responde con amabilidad a la vez que aclara “no es lo mismo que te cuente yo que pude ver hasta mi adolescencia. Hay personas que nacieron ciegas y eso es muy diferente. Daría para otra nota, cómo se imaginan un paisaje las personas que no vieron nunca”. Bambina nos pasea por la ciudad a partir de aquello que percibe mediante lo sonoro. Ahora, durante la cuarentena, escucha cosas que antes no y de manera inmediata referencia el canto de especies de aves que no solía oír.

Nos habla del tiempo en el cual quedó ciega “hace más de 30 años. Sacá la cuenta, tengo 53 y a los 15 perdí la vista. Entonces, cuando caminaba no circulaban tantos autos, era raro, no andaba mucha gente, es como que nos multiplicamos y el sonido cambió rápido”. Lo acústico le proporciona mucha información para su desplazamiento, “cuando camino me guío bastante bien, trato de no llevarme nada puesto y si lo hago pido perdón, digo gracias cuando la gente me ayuda”. Agrega “cuando hay silencio, por ejemplo, muchas veces cuando salgo para el trabajo, a las siete de la mañana, casi no anda gente y por ahí siento que viene una bicicleta o un auto y el sonido me hace alinear a un lugar para que no me choquen ni yo chocar cuando tengo que cruzar… por ahí si vos vas caminando y no te alineás bien en la vereda el auto te dice que estás muy cerca de la calle. Por el sonido del auto te das cuenta que estás yéndote al cordón”.

El viento enturbia el paisaje

Como es lógico dice que algunos sonidos le gustan y otros no. Entre lo primeros destaca “la música. La escucho a alto volumen porque disfruto mucho de ella”, pero también habla del ruido “del avión cuando está carreteando o se va yendo, me encanta sentirlo. También cuando pasa por el cielo, digo ¡qué hermoso el avión! y no lo estoy viendo, estoy escuchando y valorando lo lindo que es por el sonido”.

Acerca de los sitios de Villa María, señala que cuando pasa por una plaza “lo que imagino son los bancos, muchas cosas que me han contado, pero también disfruto de todos los árboles y el sonido de los pájaros. El estar contemplando al aire libre sentada en una plaza me encanta”.

Como parte de su rehabilitación una vez la llevaron cerca del río “no me podía caer porque estaba el agua, entonces el olfato me ayudaba mucho, el ruido de las hojas de los árboles, me iba llevando el sonido para un lado”.

Esta ciudad que tiene épocas de mucho viento, agrega un desafío para su orientación pues, aclara, “no me deja escuchar varios sonidos y yo me guío por ellos”. Pone como ejemplo de esta dificultad para orientarse los días que le ha tocado estar “en plena calle con mucha lluvia y mucho viento”. Pero se lo toma con humor, “siempre me río y digo que mis limpiaparabrisas no me dejan ver para dónde tengo que manejar, entonces aprendí a controlar esos sonidos para poderme manejar los días de lluvia y de viento”.

Si existe un ruido que no le gusta de la ciudad y le molesta, es el producido por “las motos con caño de escape libre, me perforan los oídos”. Y si bien no puede ver los colores de los autos que circulan por las calles confiesa que sí puede darse “cuenta cuando es el sonido de una moto nueva de un auto nuevo. Reconozco autos de viejas épocas por el sonido de sus motores. Diferencio los sonidos de los colectivos entre los urbanos de Villa María y de Villa Nueva porque unos son minibuses y los otros no y tienen otra forma de manejar, de estacionar”.

Plazas Centenario y de Ejercicios Físicos

Volvemos a hablar de los paisajes de la ciudad, dice que se la imagina a partir de sus recuerdos, pero sabe “que ha cambiado, me encanta cruzar la plaza del centro porque me acuerdo, la pude ver. Es la plaza más bonita que vi. Recuerdo sentarme a esperar el colectivo y sentir el olor del verde cuando cortaban pasto o podaban los árboles del lugar. Se sentía ese verde. Entonces disfrutaba no solo lo sonoro de la gente que pasaba, el colectivo que estacionaba, y que no era el que me correspondía subir, pero también el olor, los aromas. Siempre digo que los aromas son lindos para el alma, los que te gustan sentir. Pero hay algunos que no me gustan y me hacen mal. Hay muchos que son como una caricia al alma. Cuando estaba en esa plaza, esperando el colectivo, que en esa época estaba el 1, el 2, el 3 y el 8 disfrutaba, sentía el verde y también el sonido de los chorritos de las fuentes de la plaza”.

El ruido de la gente circulando, el frenar de los colectivos, el cantar de las aguas de las fuentes y el ruido al pisar las “piedritas coloradas del suelo”, conforman el paisaje sonoro de la plaza Centenario que describe Bambina. También disfruta “los chorros de las aguas danzantes del Parque de la Vida”. Describe el paisaje por el cual circula al salir de la Biblioteca Municipal, “cuando salgo de mi trabajo me voy por el Parque de la Vida, por la ciclovía porque me guío por el pasto que es una textura y cuando lo cortan también siento el aroma, de pronto el sonido del tren y luego siento las aguas danzante que están sobre la calle San Juan. Disfruto el sonido del tótem, porque es algo descriptivo por las voces que están hablando, y me voy imaginando la Canchita de Ejercicios Físicos a la cual deben haber pintado y repintado muchas veces. Son lugares que uno va recordando. Doblo por la San Juan y voy prestando atención al sonido del tren, porque sé que tengo que parar, entonces siento los sonidos de los autos si están parados, me digo si están así es porque viene el tren o están parados porque es muy larga la cola del semáforo”. Describiendo ese paisaje sonoro nos señala que disfruta “escuchar la gente que circula, algunos hablando por teléfono, otros pensando en voz alta, otros silban: voy caminando por mi vía, tengo que prestar atención por dónde voy como vos cuando manejás el auto y prestás atención al tránsito que está circulando a tu lado”.

Contaminación sonora

Nos describe muchos sonidos más de la ciudad y sus paisajes, pero no quiere terminar sin decirnos que el más hermoso de todos fue el llanto de su hijo Lucas al nacer. Luego cuenta el disfrute de pasar frente a las escuelas y el hablar de los chicos. Por último afirma “mi ciudad es mi casa, la conozco. Si subo a un remís puedo darme cuenta si el mismo toma por un lado u otro y lo hago, por ejemplo, por los sonidos de los lomos de burro. Disfruto Villa María porque no tiene sonidos tan malo” y luego aclara “salvo los caños de escapes libre, aturden… la contaminación sonora nos dificulta la orientación”.

Escuchando los paisajes sonoros que describe Bambina, pienso que la reducción de la contaminación sonora debería tener mayor presencia entre las preocupaciones de quienes tienen responsabilidades sobre los espacios públicos.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar