Prácticas represivas y complicidad de los gobiernos

A los trece años tuve mi primera detención en Río Cuarto. Salía del colegio cuando me frena la yuta, me piden revisarme la mochila, me tiran las cosas al suelo y me hacen caminar de rodillas, a todo esto ellos se reían. En ese momento entendí, sin tener ninguna formación militante, que algo estaba mal, que había algo que estaba mal armado. Desde ese día hasta no hace mucho las detenciones fueron aumentando, reflejando siempre la impunidad con la que pueden manejarse.

Por Santiago Rodríguez*

Cuando empecé a militar en espacios territoriales me di cuenta que no sólo era por parte de la policía que había una constante represión hacia los sectores populares, sino que había instituciones, partidos y hasta organizaciones que estaban servidas y dispuestas a avalar las prácticas represivas que constantemente realiza la policía. Y el despertar que tuve a los trece años, de que algo estaba mal, empecé a ejercitarlo cada vez más, no sólo individualmente, sino que con compañerxs empezamos a ejecutar a través de lectura, discusión, charlas y contenidos, acciones que nos permitirían zafar muchas veces de detenciones injustas.

Pero ese músculo qué estábamos ejercitando se transformó en convicciones firmes que nos permitieron darnos cuenta que había que hacerse cargo. Había que hacerse cargo de que había una desigualdad social y que estaban dispuestos a intensificarla cada vez más. Y que hay nombres y apellidos culpables de que esa desigualdad este aumentando.

El Gobierno Municipal actual de Río Cuarto, encabezado por Juan Manuel Llamosas y bautizado por Schiaretti, se ha encargado de dejar bien en claro cuáles son las políticas públicas que ellos accionan para una sociedad más justa. Instalando cámaras por toda la ciudad y construyendo edificios para la judicialización de la pobreza, mientras hay sectores dónde todavía viven en casas súper precarias, sin cumplir con las necesidades básicas para el buen vivir.

Reproduciendo también la gorra policial de Schiaretti, gorra que desapareció a Facundo Rivera Alegre en la ciudad de Córdoba sin poder encontrarlo aún en la actualidad, construyendo cordones policiales en el sector del Andino sin dejarnos acceder al centro, demorando, humillando y golpeando a lxs pibxs de los sectores populares.

Ocho de cada diez pibxs del barrio Alberdi fueron demorados en los últimos dos meses, donde esos pibxs en los barrios van a un colegio que está en las peores condiciones edilicias, donde se atienden en dispensarios que no tienen ni alcohol para curar heridas, donde en sus cuadras se inunda todo cuando llueve y ni una ambulancia puede entrar después, donde van a comer a centros comunitarios porque en sus casas no tienen, pero para el Gobierno el enemigo más grande son ellxs, sectorizándolos en un solo sector y dejando que se arreglen como puedan.

El enojo es muy grande y en muchos casos es lo que más come la cabeza, pero disminuye cuando está la existencia de compañeras que abren sus casa y cocinan para 60 críos. Compañeras que no sólo son reprimidas y golpeadas para el Estado, si no que convencidas creen en la existencia del el otro, el que está al lado y en muchxs casos son las que ponen en el cuerpo cuando la yuta trata de reprimirnos.

El camino es largo y siempre hay que tener en claro que la militancia es construcción constante. Que no nos podemos salvar solxs. Que hay espacios que tienen que abrirse para formación y contención de lxs pibxs, que no sirve de nada tampoco el protagonismo si las condiciones las siguen poniendo ellxs.

El enemigo esta ahí y muchas veces a pocos metros. Pero bien sabe que cuando el chorro de leche cae en la taza de lxs pibxs en un Merendero, sus bases se quiebran. Sabe que lo tenemos fichado, señalándole y tirando para cambiarlo, así de intensa vamos a dar la lucha. Y como la compañera Maite dijo: “La libertad es un músculo qué se ejercita”.

Con compañerxs lo estamos ejercitando.

*Periodista callejero. Militante del Movimiento de Acción Popular (MAP-CTA) Río Cuarto

Fuente: www.retruco.com.ar