Presentación del libro de “Noni” Ceruti en Córdoba: El quinto relato sobre la lucha obrera de los ’60 y ’70

“Rodolfo Walsh decía que nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengamos historia, ni doctrina, ni héroe ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan”, dijo Jorge Chalup al presentar el libro en el Auditorio de ATE Córdoba. El Secretario General de la CTA Autónoma Regional Córdoba Capital, apuntó que la actividad desarrollada en el mes de la memoria “es importante no solo recuperar esa historia sino también levantar sus banderas y seguir la lucha de nuestros compañeros”.

El dirigente apuntó que la actividad desarrollada en el mes de la memoria “es importante no solo recuperar esa historia sino también levantar sus banderas y seguir la lucha de nuestros compañeros”.

A su turno, Terragno señaló que el libro de Ceruti “releva como las luchas pasadas adquieren una presencia brutal en estos tiempos porque el sistema capitalista y las relaciones de trabajo adoptan distintas formas, pero siempre se trata de la explotación, de quiénes son los que tienen los medios de producción y quiénes la fuerza de trabajo. Leer el libro no es solo conocer la historia de lucha sino mirar nuestro presente.  Y los medios para afrontar estas luchas en la actualidad”.

La letrada destacó otras obras de Ceruti como “Los empleados públicos entre 1910 y 1925”, relacionado con los precursores de ATE en Rosario y Santa Fe, otro relacionado con la democracia y la gestión obrera: “El Soepu, la Intersindical de San Lorenzo y la Coordinadora de Gremios: 1962-1976”, “Horacio Zamboni, teoría y práctica de un revolucionario”, en referencia al abogado laboralista de larga trayectoria y prestigio que asesoró a numerosas organizaciones sindicales.

Finalmente, el propio Ceruti tomó la palabra para destacar que en el libro “están volcadas muchas de las ideas fuerza de lo que sosteníamos en aquella época cuando integrábamos el socialismo revolucionario, con una postura de lo que fueron los años ’60 y ’70. Por eso el libro está dedicado a los compañeros desaparecidos del socialismo revolucionario”.

Y prosiguió afirmando que “nos metemos con la polémica que existió durante la dictadura y después, sobre lo que sucedió en aquellas décadas, que constituyeron un punto de inflexión en la historia reciente”.

“En los ’60 y ’70 vivimos una convulsión mundial producto de la lucha por los derechos civiles en EEUU en favor de la minoría negra, la lucha contra la guerra de Vietnam, la represión en México en la Plaza de Tlatelolco, la Primavera de Praga, la Rebelión en Hungría, la liberación de los países africanos del colonialismo. Nuestro país no estuvo ausente: Rosario, Córdoba y Buenos Aires estuvieron en sintonía con lo álgido de la lucha de clases de ese periodo. Argentina estuvo al frente y a la altura de lo que sucedía en todo el mundo, donde explotaban instituciones como la Iglesia Católica con el Concilio Vaticano II y lo que pasaba en la vida cotidiana, en la música, en la vestimenta, en las relaciones entre hombres y mujeres, entre padres e hijos”, explicó didácticamente Ceruti.

Y afirmó que “hay un quinto relato sobre los hechos históricos que reseñamos, partiendo del esquema del sociólogo y dirigente del PST Christian Castillo que apunto que hay cuatro relatos: el primero, sustentado por los militares que hablaron de desbordes y excesos en una guerra contra el terrorismo como puede verse en el documento final de la dictadura militar al respecto; el segundo es la teoría de los dos demonios plasmado en el libro Nunca Más o impulsado por la última película titulada 1985; el tercero parte de la mirada de Hebe de Bonaffini cuando al cumplirse 20 años del golpe reivindica a la militancia revolucionaria y subestimando las grandes acciones protagonizada por la clase obrera, tanto en el periodo previo al golpe como durante la misma dictadura; el cuarto relato, el de Castillo, centra su análisis en el protagonismo de la clase obrera y la acciones de masa y fundamenta que esa visión comienza a emerger a partir los hechos del 19 y 20 de diciembre de 2001, porque dice que el proceso revolucionario del periodo ’69-’76”.

“Yo coincido parcialmente con lo planteado por Castillo pero le doy una vuelta de tuerca y planteo que le quinto relato en base a tres afirmaciones: primero, que el movimiento social, político y económico de los ’60 y ’70 pasó por la lucha de clases entre la clase obrera y la burguesía, el accionar de la burguesía entre 1955 y 1976, ya sea con los distintos planes económicos, políticos, sociales y represivos que implementó la clase dominante y la respuesta de la clase obrera ante cada medida antiobrera y antipopular configura el proceso histórico. Si solo vemos a los de arriba o a los de abajo, sin destacar el enfrentamiento de clase, termina faltando una parte de la historia. Lo acontecido no fue principalmente un choque entre las organizaciones armadas y la represión estatal de las FFAA y los grupos parapoliciales, porque el protagonismo de la lucha de clases lo tuvieron la clase obrera y la burguesía”, aseguró.

Y avanzó: “El segundo punto para sustentar mi postura es que en el conflicto de esos años la clase obrera fue la fuerza revolucionaria transformadora que motivó al resto de los sectores populares, fundamentalmente a la pequeña burguesía para incorporarse a la lucha revolucionaria por una sociedad sin explotadores ni explotados. El Correntinazo, el primer Rosariazo, el Cordobazo y el segundo Rosariazo con la huelga ferroviaria, que se prolongo con le Mendozazo y por el Choconazo, fueron protagonizados por la clase obrera, donde luego se suma la pequeña burguesía universitaria, termina pariendo a la nueva izquierda y cambió la sociedad argentina de entonces. Da una serie de ejemplo de los cambios que esto generó vía políticas, eclesiásticas, sociales y armadas transversalmente en la sociedad que impulsan la vía revolucionaria”.

Finalmente, el tercer punto que destaca Ceruti es que el objetivo del golpe del ’76 “fue pura y exclusivamente para desarticular las organizaciones del movimiento obrero, de sus luchas que se venían perfeccionando y teniendo cada vez más fuerza. La Junta Militar personificó los intereses de los capitales concentrados y vinieron a poner disciplina ante la indisciplina social y productiva”.

“Afortunadamente todos los análisis ya coinciden en este punto”, reflexionó.

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Fuente: www.atecordoba.org