La historia previsional argentina está plagada de vaciamientos de “la plata de los jubilados” según las necesidades de los gobiernos de turno.
La discusión sobre la extensión de la edad jubilatoria con el fundamento de que crece la esperanza de vida debe ser analizada de un modo más integral.
Según los datos para 2019 de la OMS (Organización Mundial de la Salud, la esperanza de vida promedio en Argentina es de 76,9 años, que se desglosa en 73,5 años para los varones y de 80,3 años para las mujeres. Y la cantidad de años vividos con plena salud es de 68,4 años
Actualmente,las mujeres pueden jubilarse a los 60 años con 30 o más años de aportes y los varones a los 65 años, también con 30 o más años de aportes. En ambos casos tienen la opción, sancionada en diciembre de 2017, de seguir trabajando hasta los 70 años y recién entonces pueden ser intimados por sus empleadores a jubilarse. En algunas actividades las edades y/o los años de aportes son menores por responder a tareas insalubres, muy distinto a los regímenes de privilegio, como serían los regímenes para diplomáticos o jueces y magistrados.
No obstante poder jubilarse a los 60 años, las mujeres se jubilan a mayor edad porque no reúnen los 30 años de aportes como consecuencia de que se desempeñan en la informalidad en mayor medida que los hombres y porque el cuidado de los hijos las aleja más tiempo del mercado de trabajo. El desempleo entre las mujeres jóvenes es muy superior al de los varones.
Además, la opción de seguir trabajando hasta los 70 años llevó a muchos trabajadores y trabajadoras a elegir esa alternativa porque no reúnen los 30 años de aportes o por el desplome que significa jubilarse con haberes magros en relación al sueldo en actividad.
Como se ve la relación entre la edad real de las jubilaciones y la esperanza de vida es más que razonable para sustentar un régimen previsional.
La crisis del régimen previsional no se debe al aumento de la esperanza de vida sino a los reiterados desfinanciamiento de los fondos provisionales por la vía de la reducción de sus ingresos
Pero además hay que considerar que, por los problemas de falta de empleo, una mayor permanencia de la gente mayor en el mercado de trabajo dificultaría aún más que los jóvenes puedan conseguir un empleo formal.
Otro punto es el desempleo de los mayores, porque una trabajadora o trabajador, por ejemplo, de 55 años que pierde el empleo, con o sin causa, por la edad difícilmente pueda conseguir otro empleo formal. Es decir, es joven para jubilarse, aunque ya cuente con los 30 años de aportes, y viejo para trabajar con aportes a la Seguridad Social. Y si no reúne los 30 años de aportes, no podrá jubilarse cuando tenga la edad requerida.
Por estos motivos, en los últimos años se implementaron moratorias para completar los años de aportes, recurso que volvería a reimplantarse de aumentar la edad para jubilarse.
La crisis del régimen previsional no se debe al aumento de la esperanza de vida sino a los reiterados desfinanciamiento de los fondos provisionales por la vía de la reducción de sus ingresos (incremento de la informalidad, pérdida de empleos formales, disminución de las contribuciones patronales) y vaciamiento de los fondos del sistema.
Un ejemplo reciente es el del FGS (Fondo de Garantía de Sustentabilidad) de la ANSES que de haber acumulado el equivalente a 64.000 millones de dólares en diciembre de 2017 en septiembre de 2019 (último dato) registraba la mitad: 32.000 millones. Y en gran parte esto pasó por las malas inversiones, por seguir adquiriendo Letras y otros papeles del Estado a sabiendas que no eran redituables por la disparada del dólar y de la inflación con el objetivo de pagar los vencimientos de la deuda privada. Por eso ANSES, el Banco Central y los bancos oficiales tienen sus carteras plagada de títulos públicos que, a cada vencimiento, son refinanciados por la insolvencia del Estado para cancelarlos en tiempo y forma.
Fuente: www.airedesantafe