Ricardo Zinn, soldado imbatible del neoliberalismo

Por Carlos Saglul*

Junio de 1975. El Peronismo en el gobierno rompe con toda su tradición y designa a Celestino Rodrigo al frente del Ministerio de Economía, quien lleva adelante el primer ajuste neoliberal salvaje que prologará al genocida Proceso de Reorganización Nacional. Es junto con José López Rega quien carga con el encono popular que no dudará en movilizarse poco después para expulsarlos del poder. Casi nadie recuerda al verdadero autor del plan, Ricardo Zinn. Para que no queden dudas, poco después vendrá el golpe de Estado más sangriento de la historia argentina, Rodrigo irá preso mientras Zinn será uno de los principales asesores de Alfredo Martínez de Hoz, como lo fue más tarde del gobierno de Carlos Menem, y cada vez que pudo ser útil al destierro de “la barbarie”, el movimiento popular, los trabajadores organizados y lo poco que quedaba de las conquistas instauradas por el viejo modelo plantado en 1945.

La política que lleva adelante desde el Ministerio de Economía José Ber Gelbar  a partir de 1973 mantuvo controlada la inflación y logró una equidad creciente en la  distribución de los recursos. Luego de que el Pacto Social saltó por los aires, muerto Juan Perón, el economista – quizá el mejor cuadro comunista local en materia económica-  quedó a merced de José López Rega, que ya controlaba al resto del gabinete. Lo sucede Alfredo Gómez Morales, un ortodoxo que redujo el control de precios y realizó una moderada devaluación.

Las reservas siguieron bajando, se deterioro el precio de las exportaciones. Los laboratorios farmacéuticos con los precios congelados, anunciaron que estaban al borde del cierre. En las góndolas de los supermercados escaseaba de todo, desde papel higiénico hasta aceite. El ministro que contaba con el respaldo del Justicialismo y los radicales, no tardó en caer. Un hombre de López Rega iría en su lugar.

Celestino Rodrigo llega a la ceremonia de jura en Casa de Gobierno viajando en la Línea A de Subterráneos. Había acordado la escena con un periodista para dar una imagen de transparencia y austeridad. Cuatro días después anunció el peor ajuste que conociera la historia del país hasta ese momento. “Toda política de distribución de ingresos mediante salarios es una farsa”, afirmó.

El conjunto de medidas anunciadas por el ministro, que asumía en un gobierno del peronismo al que siempre había caracterizado como “enemigo”, no fueron -como pretendió hacer aparecer en los medios- un intento de frenar a la inflación sino un gigantesco traslado de recursos del  sector asalariado y, la pequeño burguesía a “los dueños de la Argentina”.

En realidad, el plan que presentaba en sociedad  Rodrigo tenía un autor absolutamente antiperonista, que había colaborado con cuanta dictadura sufrió el país y tenía un objetivo central, destruir todo lo que quedaba del período iniciado en 1944: Ricardo Zinn.

Entre las principales medidas se verificó una devaluación de la moneda del 160 por ciento, incremento en los combustibles del 181 por ciento, y aumentos del 76 por ciento en los otros servicios. A los trabajadores se les ofreció para compensar un incremento salarial del 38 por ciento.

La respuesta de los trabajadores  al ajuste Rodriguez- Zinn no se hizo esperar. Con las comisiones internas y los delegados activando sus propias bases, la denominada “burocracia sindical” no tuvo más que amenazar con un plan de lucha. Se lograron aumentos del 130 por ciento que fueron inmediatamente derogados por un decreto presidencial.

El Secretario General de la CGT, Casildo Herreras (quien luego pasaría a la historia por el “yo me borro”) y el titular de la Unión Obrera Metalúrgica, Lorenzo Miguel, lanzaron un plan de lucha. La medida de fuerza se extiende a todas la grandes empresas del país, fundamentalmente por los gremios combativos de Córdoba y Mendoza; las coordinadoras de Zona Norte y de Zona Sur con Propulsora Siderúrgica, y Astillero Río Santiago; el cinturón industrial de Zona Oeste, Santa Rosa, Peugeot, Volkswagen. El comandante en jefe del Ejército, Numa Laplane se negó a reprimir. Los militares pidieron la renuncia de López Rega quien se fue del país y pocos días después renunció Rodrigo.

Luego de 48 horas de paro y movilización, la suerte de Rodrigo no era un secreto para nadie. Escapó a través de túneles de Casa de Gobierno. Los militares aprovecharían para sacárselo de encima a López Rega y desenmascararlo como jefe de la organización terrorista de ultraderecha, Alianza Anticomunista Argentina. A partir de ese momento, el genocidio estaba bajo el mando castrense.

La devaluación de Rodrigo es inseparable del nacimiento de la Patria Financiera, uno de cuyos apotegmas es a mayor devaluación más ganancia. Con el uno a uno del menemismo y “la estabilidad” igual siguieron ganando en base a la diferencia entre las tasas locales y las internacionales. Contrajeron créditos baratos afuera para depositarlos a los intereses locales. La mayor parte de la deuda externa son autopréstamos de las multinacionales. Ganancia pura que paga el pobrerío mientras, para peor, le hacen creer que postrarse ante el saqueo y no investigarlo es una patriada, la del desendeudamiento.

Tras el Rodrigazo, el futuro ministro de la dictadura, Alfredo Martínez de Hoz, habla en La Bolsa de Comercio donde aseveró que no es posible cambiar el rumbo económico sin represión. El golpe estaba en marcha. Cirugía mayor sin anestesia diría años después, Carlos Menem.

Tan anónimo como Zinn, el Grupo Azcuénaga, creado por el abogado Jaime Perriaux, será uno de los principales soportes intelectuales de la dictadura. Perriaux. uno de aquellos que entiende que el verdadero poder es justamente aquel que no necesita mostrarse, siempre trabajando desde las sombras, había sido funcionario de las dictaduras de Juan Carlos Onganía, Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lannuse.

Perriaux trabajó en el poderoso grupo germano Staudt y Cía. dedicado a la venta de armas, con intereses en empresas como Krupp y Siemens. Tras la caída de Perón, el abogado formó el” Club Democracia” cuya figura principal fue Alfredo Martínez de Hoz. Se lo liga a la denominada línea dura del Ejército: Jorge Rafael Videla, Genaro Díaz Bessone, Alfredo Saint Jean.  Zinn fue el otro actor central de ese nucleamiento siniestro.

Cuando el golpe, Celestino Rodrígo fue detenido y pasó varios años en la cárcel. Zinn no hizo nada por su ex jefe pese a sus aceitadas relaciones con el Partido Militar. Estaba demasiado ocupado trabajando para Martínez de Hoz. Zinn escribió dos libros con títulos gemelos: “La Segunda Fundación de la República”, fue responsable del Plan de Entidades Financieras y el nexo entre el gobierno militar y el Grupo Macri, donde había trabajado, e impulsor el Centro de Estudios Económicos (CEMA).

Detrás de Celestino Rodrigo, Zinn fue el verdadero precursor de la nueva derecha y el neoliberalismo. En su libro sobre “El  Rodrigazo, 30 años después”, Néstor Restivo y Raúl De la Torre ponen el foco en” la idea de generar una estampida inflacionaria que licuara las deudas de las empresas, casi toda en moneda nacional: que rompiera con el control de precios que regía desde 1973. y que beneficiara sobre toda a las compañía exportadoras, vía devaluación. La explosión era adrede Si venían los gremios y pedían el 80 por ciento, Zinn decía que había que ofrecerles el 100 por ciento. Vienen los gobernadores y se lo vamos a tener que dar, así que porque demorar en ejecuciones”. Recuerdan testimonios según los cuales “en el plan monetario que estábamos preparando nos pedía que agregáramos cifras siderales por las dudas”.

Cuando terminó la dictadura, hombre de la UCeDé, Zinn tuvo fuertes relaciones con la Fundación de Investigaciones Latinoamericanas (FIEL) y la Asociación de Bancos Argentinos. Colaboró en La Nación. Murió en 1995 junto a José Estenssoro, de quien era asesor en la privatización de YPF, en un accidente aéreo sospechado de atentado.

*Periodista. Cofundador del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA)