Sin Julio López no hay Nunca Más

Por Juan Carlos Giuliani*

El 18 de septiembre de 2006, el albañil Jorge Julio López se transformó en el primer desaparecido en democracia. López ya había sido detenido ilegalmente y llevado a distintos centros clandestinos de tortura durante el terrorismo de Estado.

Había sido secuestrado el 21 de octubre de 1976 y retenido por sus captores hasta el 25 de junio de 1979. Mientras López se encontraba desaparecido, Miguel Etchecolatz era Director de Investigaciones de la Provincia de Buenos Aires, encargado de uno de los centros de detención clandestinos y mano derecha del tenebroso ex General Ramón Camps.

Militante en una Unidad Básica de Montoneros, López pasó por distintos centros clandestinos de detención del “Circuito Camps”: La estancia La Armonía en Arana y las comisarías quinta y octava de La Plata. El 4 de abril de 1977 fue legalizado en la cárcel de La Plata (U9), donde permaneció como preso político hasta el 25 de junio de 1979. Declaró por primera vez sobre los tormentos que sufrió y los asesinatos que vio en los juicios por la verdad el 7 de julio de 1999. Volvió a declarar en la instrucción de la causa contra Miguel Etchecolatz el 16 y el 30 de noviembre de 2005 y, finalmente, declaró en el juicio oral el 28 de junio de 2006. Era el primer juicio que se iniciaba luego de que fueron declaradas nulas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y la Corte Suprema las declarara inconstitucionales.

Para los verdugos no alcanzó el escarmiento de este trabajador de la construcción y militante de las causas justas. Tras sus declaraciones, que condenaron al genocida Miguel Etchecolatz a prisión perpetua, López desapareció poco después de brindar testimonio. Hasta el día de hoy no existen noticias sobre su paradero. Fue el primer desaparecido, tras el retorno de la democracia en 1983 en la Argentina.

A los 77 años y contra la voluntad de su familia, López decidió convertirse en testigo y querellante en la causa que se le seguía a Etchecolatz por su responsabilidad en los secuestros, las torturas y desaparición de personas en al menos 29 centros clandestinos que integraban el denominado “Circuito Camps”.

El 28 de junio del 2006, Jorge Julio López brindó testimonio por última vez en el marco del juicio oral contra el comisario de “La Bonaerense” Miguel Osvaldo Etchecolatz. Un relato clave y contundente que llevó a un fallo histórico donde se condenó a prisión perpetua al represor y se reconoció por primera vez el genocidio.

Su testimonio fue fundamental y contundente, pero nunca pudo ver la sentencia. Hace 17 años, el 18 de septiembre de 2006, el día que condenaron al represor Etchecolatz a reclusión perpetua, a López se lo llevaron. Y no volvió nunca más.

En agosto del 2020 la Corte de Suprema de Justicia de la Nación rechazó el pedido de prisión domiciliaria del criminal jerarca de “La Bonaerense”, condenado a perpetua por delitos de Lesa Humanidad. El genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz murió el 2 de julio del 2022 a los 93 años.

Entre otros cargos, Etchecolatz fue condenado a la pena de prisión perpetua por homicidio agravado por alevosía y por el concurso premeditado; violación, en grado de tentativa, en concurso real con abuso deshonesto; “y privación ilegal de la libertad cometida por funcionario público agravada por mediar violencia o amenazas y tormentos agravados por la condición de perseguido político de la víctima”.

Los conocidos de siempre no le perdonaron a López su condición de laburante, ex detenido-desaparecido, portador del coraje y la dignidad suficientes para brindar un testimonio vital para condenar a quienes lo martirizaron.

*Periodista. Congresal Nacional de la CTA Autónoma en representación de la provincia de Córdoba

Fuente: www.malaspalabras.org