Todo fuego es político

Por Lea Ross

Ilustración: @nico_mezca

Mientras se termina de redactar este artículo, todos los focos de incendios de la provincia de Córdoba estarían controlados. La peor semana vivida en materia de coberturas forestales quemadas habría elevado el número de hectáreas incendiadas en alrededor de 20 mil por ahora.

Por cada año que la provincia padece alguna catástrofe incendiaria, la Provincia cuenta con menos fondos que la catástrofe anterior. Así lo revela La Luna con Gatillo, al analizar los números de ejecución presupuestaria del Plan Provincial de Manejo contra el Fuego, destinado a respaldar y equipar a los cuarteles de bomberos oficiales y voluntarios, y para realizar campañas de concientización. Las planillas, brindadas por el Ministerio de Finanzas, se expresan en pesos argentinos nominales, pero el presente portal los trasfirió a dólares, según la cotización oficial promedio de cada año; es decir, sin incidir las brechas cambiarias, que empeorarían más el poder adquisitivo de lo que demanda atender a tamaño desastre socioambiental.

La tendencia histórica se refleja en el siguiente gráfico, donde el crédito inicial anual se expresa en línea roja, mientras que lo lo gastado en línea celeste. Allí, se puede contemplar un paulatino descenso que está padeciendo el presupuesto. A su vez, en la década pasada, se observa que existió una brecha entre lo presupuestado y lo realmente ejecutado. Si bien en los últimos años, la brecha entre lo presupuestado y lo ejecutado se ha estado cerrando, los números que maneja el presente portal calculan un total de 28 millones de dólares que desde el 2004 la Provincia no utilizó para equipar a los bomberos, sino que los envío a ahorro corriente para solventar obra pública. Eso es el equivalente a todo lo emitido en su totalidad en los últimos cinco años, de 2021 a 2017.

La explicación del ahorro corriente fue explicado en el mes de mayo por el gobernador Juan Schiaretti en el almuerzo de la Fundación Mediterránea, presidida por Pía Astori, amiga del dirigente y una de las beneficiarias de la obra pública, más el economista Carlos Melconian, presidente del insituto IERAL, encargado de elaborar los informes económicos de la fundación por perspectiva ortodoxa monetarista. Incluso, nótese que Schiaretti prefiere hablar de ahorro corriente y no de déficit financiero, porque prefiere hablar en términos empresariales, como si el Estado fuese un negocio propiamente dicho. Según sus propias palabras, el “mayor plan de obras públicas de la Historia” se logró mediante ese ahorro, basado en la incautación de fondos públicos que eran depositados para otros fines.

En el año 2003, la provincia padeció 364 focos de incendio que consumieron casi 103 mil hectáreas. Por esa razón, al año siguiente, se reformó la Ley Provincial del Manejo del Fuego (N° 8.751), promulgada en los años noventa y que creó el “Fondo de Prevención y Lucha Contra Incendios en Áreas Rurales y/o Forestales”. Lo que se dispuso fue crear un ingreso vía impuesto aplicado sobre las facturas de consumo de la energía eléctrica, además de lo recaudado en multas, donaciones y aranceles. Por eso la tendencia en alza al comienzo de la gráfica, pero que duró solo un par de años. En 2017, por el contexto nacional de fuertes subas en las tarifas de luz, se anuló ese régimen y el programa pasó a ser financiado por el Ministerio de Seguridad, que implicó una abrupta caída, como lo muestra la imagen. Y a comienzos de 2021, se creó el Equipo Técnicos de Acción ante Catástrofes (ETAC), que tuvo su rechazo por parte de la Federación de Bomberos Voluntarios al tratarse de una estructura paralela dentro de la burocracia estatal. De hecho, la ETAC maneja un doble presupuesto: atención y prevención. La suma de ambas en el 2021 equivalían al del Fondo contra el Fuego. Pero el de este año, lo ha superado.

Presupuesto de enero a marzo de 2022 en el Ministerio de Seguridad.

Por otra parte, en los últimos años, se acrecentó el número de sectores vecinales que se organizan mediante brigadas, sobretodo ante lo ocurrido en el año 2020, que fueron los incendios más magnánimos del presente siglo. La figura del brigadista se enfoca en apagar el fuego que se expande en el monte, a diferencia del bombero cuyo objetivo está puesta en evitar los daños materiales o de propiedad privada. Pero más que nada, pensando también como emergentes que se impulsan a partir del desfinancimiento en la lucha contra los incendios.

Se prende

Estos números tienen como contracara un reciente informe, publicado en la revista AgriScientia, gestionada por el Área de Difusión Científica de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba, donde señala que entre los años 2001 y 2020, la provincia de Córdoba tuvo más de 1,6 millones de hectáreas quemadas, equivalente a la décima parta de todo el territorio provincial.

En el mapa, vemos que la ecorregión más afectada es el de los Bañados de Río Dulce, que abarcó más de la tercera parte de los incendios (526 de los 1.418) y cuya superficie fue quemada en más del 72%. Incluso, tuvo sitios que se quemaron hasta once veces. Como principal hipótesis, se sostiene que las quemas de esa región son intencionales para promover el rebrote de pastos y también para controlar vegetaciones leñosas. Es decir, por intereses ganaderos.

En segundo y tercer lugar, aparecen Sierras del Sur y Sierras del Norte, con 40% y 18% de sus superficies quemadas respectivamente. De hecho, Sierras del Sur abarca más de la mitad del total de la superficie quemada provincial: 817.440 hectáreas. “La recurrencia del fuego en la región serrana se debe tanto a factores biofísicos como antrópicos, señalando al clima y la geomorfología como los factores más importantes que limitan la ignición y/o propagación del fuego”, señala uno de los autores.

La baja incidencia de incendios observada durante las dos últimas décadas en las regiones Llanura y Bolsón Chaqueño podría responder a la creciente arbustización del ecosistema, producto del avanzado estado de degradación, falta de manejo y efectos del cambio climático.

El mencionado estudio lleva de título Determinación de regímenes de incendios y sequías usando información satelital y meteorológica para Córdoba, Argentina. En ella se menciona que a la hora de “mensualizar” las áreas quemadas y la frecuencia de focos, se contempla que la temporada de incendios abarca desde julio hasta noviembre, más en particular entre agosto y octubre, porque es la época que se presenta con más déficit hídrico. Eso quiere decir que, según sus conclusiones, “la actividad de incendios en las distintas ecorregiones de la provincia está significativamente relacionada con la sequía meteorológica”, pero aclaran que “no existe una única condición que determine la ocurrencia ni extensión” de los mismos.

El total de incendios que hubo en estas dos décadas fueron de 1.418 eventos, con más de catorce hectáreas cada uno, donde los de mayor afectación ocurrieron en los años 2009, 2013 y 2020. Si vemos lo que se ha presupuestado y ejecutado en cada uno de esos años, vemos con mayor claridad una tendencia a la baja. Es decir, que aún cuando empeoran los incendios, al ritmo del cambio climático, el poder adquisitivo también se hace humo.

Los tres círculos

La raíz de los incendios en Córdoba, en particular en la región serrana, se lo puede contemplar como un diagrama de Venn, basado en la intersección de tres círculos.

En un primer círculo, tenemos lo referido a la propia biodiversidad, con una fuerte presencia de los pastizales, que tienden a quemarse de manera fácil y que propagan de manera rápida el fuego, sumado a que se recuperan de un incendio de uno a tres años. A diferencia de las plantas con troncos leñosos, cuya recuperación es más lenta.

El segundo círculo es el clima. El cordón montañoso de las Sierras Chicas, por ejemplo, tiene la particularidad de tener períodos más húmedos y más cálidos que otras tierras. En los momentos de humedad, el desarrollo vegetal se acelera. Pero al caer los momentos de menor humedad, las propias plantas se secan y actúan como “combustible” para lograr el surgimiento y la propagación del fuego. En especial, los pastizales. A la salida del invierno, tenemos temperaturas bastante elevadas, sumado a vientos, que hacen un combo ideal para que se produzca el incendio.

Y finalmente, el tercer círculo es la presencia humana. “Para que haya un incendio, necesitas que haya un material disponible y seco para quemarse. Y además necesitas fuentes de igniciones. Lo que puede pasar es que al haber mayor cantidad poblacional, puede haber mayor cantidad de igniciones”, le había señalado uno de los investigadores sobre relevamientos satelitales de incendios al presente cronista.

La discusión en pugna pasa por discutir qué círculo tienen mayor prominencia a la hora de buscar la raíz de cada incendio.

Basureados

La especulación económica es la variable que impulsa a distintos sectores a hipotetizar sobre el origen de un incendio. De hecho, ante lo sucedido en el 2020, el Congreso de la Nación aprobó un proyecto para penalizar aquellos que pretendieran lotear o invertir de manera agropecuaria a cualquier que pretenda hacerlo sobre tierras forestales quemadas. Sin embargo, hay una variable que pocas veces se toma en cuenta: los basurales a cielo abierto.

La siguiente imagen contiene tres mapas de la región de Sierras Chicas, publicadas por el portal de periodismo científico UNCiencia en base a un trabajo de la Universidad Nacional de Córdoba y el CONICET, donde participó entre otros Juan Argañaraz, cuyas elaboraciones sirvieron de fuente para el trabajo mencionado anteriormente. El mapa de la izquierda refleja que cuando más rojas son los lugares, más frecuente son los incendios. El mapa del medio muestra la densidad poblacional de cada comuna. Los colores más oscuros son los más pesados a nivel demográfico. Y finalmente, el mapa de la derecha refleja la cercanía de los basurales. Los puntos fuertes señalan las distancias más cortas entre establecimientos y depósitos de residuos sólidos. Como puede observarse, los lugares de mayor frecuencia de incendios están pegados a los lugares con mayor densidad poblacional y con mayor cercanía a los basurales. La razón más obvia es la quema de residuos. A más basurales a cielo abierto, mayor riesgo de incendios.

En el año bisagra de 2020, en el contexto de alta sensibilidad social, el Centro de Estudios y Proyectos Judiciales, del Poder Judicial de la Provincia de Córdoba, elaboró un informe donde detectó que en sus últimos cuatro años anteriores, se abrieron nueve causas judiciales, con tratamiento penal, referidos al surgimiento de incendios. Para ese entonces, el estudio aseveraba que se contaba con 44 personas imputadas, de las cuales 14 eran empleados rurales y otros 16 trabajadores de otras ramas o desocupados. Solo uno era productor rural. Y hay dos que son funcionarios públicos. No menciona quiénes son, pero muy probablemente se hace referencia a un incendio ocurrido en 2018, que se inició desde el basural de Capilla del Monte y donde están implicados el intendente de ese entonces Gabriel Buffoni, y su secretario de gobierno, Claudio Maza, donde habrían dado la orden de reducir la basura mediante una quema. La causa está elevada a juicio.

En los recientes incendios controlados, el principal foco se originó en un basural municipal de la ciudad de Huerta Grande, donde se expandió por pueblos de sur (La Falda) a norte (Villa Giardino y La Cumbre) e incluso traspasando el cordón montañoso por el este, hasta llegar a Sierras Chicas.

No hay pretensión de comparar aquel caso de 2018 con el de 2022, por la sencilla razón que el ex intendente imputado capillense es de la Unión Cívica Radical, mientras el actual intendente huertense, Matías Montoto, es un joven hotelero encargado de mantener sólido el PJ de Schiarreti en el departamento de Punilla, y que sentenció ante la presencia de cámaras de televisión que el fuego se originó por culpa de dos adolescentes, que iniciaron una quema en el basural de la ciudad. Una investigación judicial, llevada a cabo por la fiscal Paula Kelm, está tras el rastro de dos hermanos, de los cuales les allanó su vivienda. La madre desmintió la culpabilidad de sus hijos: asegura que uno de ellos estaba trabajando cuando se iniciaron aquellas llamaradas el día miércoles a las diez de la mañana, mientras que el segundo se habría levantado a las doce del mediodía. A su vez, el presente cronista recibió registros sobre la zona del basural del municipio, donde se supone que funciona solo para depositar restos de poda, pero que en realidad conviven con otros residuos de distinta índole. El abogado que asesora a la familia sospechada, pero sin detenidos, asegura que la Municipalidad es responsable del mal cuidado por no evitar o promover el cúmulo de residuos. Montoto ya anunció que va a denunciar a ese letrado por lo que dijo.

Mientras tanto, Kelm toma cuenta una prenda de color rojo encontrada en el allanamiento para ver si es suficiente para culpar a los pibes. Hablamos de la misma funcionaria que mantuvo preso por dos años a otro joven y que terminó absuelto en el juicio de femicidio por Cecilia Basaldúa.

Si todo fuego es político, también lo será la búsqueda de chivos expiatorios.

Fuente: www.lalunacongatillo.com