Un cambio histórico o el boleto a más de lo mismo

Por Pablo Callejón*

Al principio, los usuarios comenzaron a buscar qué letra se parecía al número del colectivo que debían tomar habitualmente para llegar a destino. El resultado fue aún más engorroso. Hay parecidos, pero nada será igual. El nuevo esquema de transporte ya no se describe en líneas, sino en troncales y ramales. Se trata de un sistema con unidades que cruzarán la ciudad de Río Cuarto y otras, que no saldrán del barrio donde circulan. El cambio resultará drástico y desde el Municipio aseguraron que no podría darse de otro modo.
“No se pueden poner en ejecución algunos recorridos y otros no. Ni lanzar las modificaciones por horarios o sectores. Es todo o nada”, señalaron. El anuncio supone un reordenamiento de una prestación que, en algunos barrios es caótica. Actualmente hay colectivos que pueden superponerse en un período de 20 minutos y no volver a pasar en una hora. La pandemia agudizó las dificultades que ya existían por la acumulación de “parches” en los cambios de circulación, modificaciones arbitrarias y falta de escucha de los reclamos de los pasajeros.
El nuevo proceso no solo advierte sobre la puesta en marcha de un esquema novedoso, el objetivo del Gobierno es alcanzar una reconstrucción de un servicio clave inmerso en una crisis de sustentabilidad y eficacia. Un desafío que pondrá en evidencia si el proceso licitatorio sirvió para encaminarnos hacia algo mejor o los vecinos seguirán padeciendo los mismos déficits.
La creación de una APP que puede descargarse en el celular y la entrega de folletos para adultos mayores en las principales paradas es parte de la estrategia impulsada para disminuir el desconcierto inicial. En la Sociedad Anónima de Transporte (SAT) confían en que el proceso de adaptación será breve. La clave surge en la efectividad que pueda alcanzar la propuesta de trasbordo. Con un mismo boleto el pasajero podrá subir hasta en cuatro colectivos en el periodo de una hora, con la opción de centros en Plaza Roca y Banda Norte. La exigencia es que siempre deberá viajar en un mismo sentido. Si decide regresar, el chofer le advertirá que deberá pagar nuevamente.
Es el mecanismo que se aceptó en el contrato con la empresa para permitir llegar a todos los barrios. En el caso de las troncales, los colectivos cruzarán toda la ciudad, como lo hacían hasta hoy el Uno que iba desde Alberdi al Golf o el Dos que circulaba desde la Universidad hasta el sur. El troncal D apunta a los universitarios, en un viaje desde el campus hacia Plaza Roca. El C partirá del centro hacia el viejo Hospital y los A y B unirán Alberdi con Quintitas Golf. Los ramales tendrán una oferta que el usuario deberá asimilar casi de cero. Hay alternativas que solo transitarán dentro de un mismo barrio, como los J y M en Banda Norte o el F en Alberdi, y otras que buscarán suplir una demanda casi siempre olvidada como la P que llegará la escuela Fotheringham en el sur.
Al desconocimiento sobre los nuevos recorridos se suma la incertidumbre sobre los horarios y frecuencias. Desde la SAT insistieron en que ningún usuario debería caminar más de 5 cuadras para tomar un colectivo ni esperar más de 20 minutos para abordarlo. La aplicación Río Cuarto Bus que aún no aparece entre las opciones en el Play Store y solo se puede descargar desde la página oficial de la empresa, permitiría conocer el tiempo que resta para el arribo de la unidad y descifrar las opciones que se deben elegir para acceder al lugar donde decidimos ir.
El demorado anuncio de la puesta en marcha del nuevo sistema estuvo condicionado por la firma del contrato de la empresa. La SAT pateó el tablero al señalar que se encontraba en “un estado de quiebra” por “el retraso en los subsidios y el precio del boleto”. Desde el Gobierno anunciaron un aumento inédito en los subsidios que se triplicaron hasta alcanzar los 9 millones de pesos mensuales. La decisión no descarta un eventual incremento del pasaje antes de Fin de Año.
El costo en Río Cuarto aparece por debajo de los valores en Villa María, San Luis, Rosario y Córdoba y en el oficialismo prevén que subirá la presión por alzas en los aportes oficiales. A la decisión del Schiaretismo de ceder ante el pacto fiscal con Mauricio Macri, que obligó a los estados provinciales y municipales a realizar aportes para el transporte local, se suma la histórica inequidad que sostiene el privilegio de un boleto en el conurbano bonaerense sustancialmente inferior al que deben pagar los usuarios en cualquier provincia del interior. Sin los aportes esperados de la Nación, el escenario pone a los municipios en una encrucijada compleja de resolver: Aumentar los subsidios o incrementar el costo que debe afrontar el pasajero. Si no lo hacen, el impacto es directo. Cuando los colectivos dejan de circular la queja llega directamente a los intendentes. La tercera alternativa es intervenir sobre las variables de las prestatarias.
En la Secretaría de Servicios Públicos de la Municipalidad de Río Cuarto que conduce Marcelo Bressán aseveraron que “hoy la empresa no puede dibujar los números del servicio”. Insisten en que es posible determinar la venta de pasajes, ingresos por subsidios y lo que cuesta sostener cada recorrido. Las organizaciones sociales y sindicales desconfían de los balances de la empresa, en una disputa que lleva años de conflictos sin resolución.
El servicio se recupera después de la abrupta caída en pandemia, aunque los números están lejos de lo que ocurría hasta 2019. Cada mes la SAT comercializa, en promedio, 630 mil boletos, muy por debajo del millón que llegó a vender tres años atrás. A los ingresos diarios se suman más de 12 millones de pesos del Gobierno Nacional, 6 millones de la Provincia y 9 millones del municipio. Las cifras se acercan al nivel de subsidio por unidad que recibe la ciudad de Córdoba. La empresa intenta que también se igualen los precios del boleto.
Un siglo después del primer intento por establecer la circulación de ómnibus de pasajeros a tracción mecánica, comienza una etapa de una oferta estructural inédita que deberá convertirse en una mejora real de la prestación. El desafío supera ampliamente la discusión sobre letras en lugares de números y tendrá su primera evaluación en la reacción de los usuarios que ya dieron su veredicto de desconcierto a través de las redes sociales. Ahora sabremos si vamos hacia una moderna transformación del transporte público o solo se adecuaron las condiciones para maquillar un servicio en crisis.
Ilustración: Jericles

*Periodista