Un inglés en la zona de Villa María durante el siglo XIX

Por Jesús Chirino*

El inglés Richard Arthur Seymour escribió un libro el cual tituló  “Pioneering in the Pampas” (en castellano ha sido traducido como “Un poblador de las pampas”).  Allí el autor describe lo que vivió en nuestra zona cuando, entre los años 1865 y 1868, recorrió estos paisajes. Es la época en la cual se desarrolló el proceso fundacional de Villa María. Dentro de todo lo que describe en el libro, dejó plasmada su visión acerca de la vida en estas latitudes, lo cual incluye la relación con el indio, la costumbres del gaucho, el desarrollo del ferrocarril, la introducción del alambrado, la llegada del arado a vapor y la vida de aquellos que, desde lejos, vinieron a intentar establecerse en la zona.

Visión europea

La edición del libro traducida y anotada por Justo P. Sáenz (hijo), hombre de la literatura gauchesca argentina, fue publicada por  la Editora y Distribuidora del Plata, en la ciudad de Buenos Aires durante el año 1947.  La obra muestra la visión que un europeo de ese tiempo tenía acerca de la vida en la Argentina de entonces. Sin lugar a dudas el autor describe aquel mundo mirándolo a través del lente de su cultura europea. Es por ello que en el escrito aparecen cuestiones como la supuesta superioridad del hombre blanco ante el indio, incluso se habla de las invasiones de los originarios a las tierras que ocupan los llamados civilizados. Tierras que, como todos sabemos, fueron ocupadas desplazando cuando no eliminando a los pueblos originarios. Seymour describe las incursiones de grupos de indios desde el convencimiento que estas tierras no eran de ellos y menos entendiendo que esos pueblos fueron agredidos.

Desde su visión eurocentrista cuenta cómo se organizaban las partidas de milicianos y parroquianos para ir en persecución del indio, las maneras de reclamarle seguridad al gobierno por sentirse expuestos a las invasiones de aquellos que venían a llevarse el ganado. En ningún momento habla de manera de concertar, sólo repite la necesidad de imponer la ley de las armas de fuego.

Paisaje

Partiendo desde Liverpool el 17 de enero de 1865 a bordo del vapor Kepler, arribó a Buenos Aires a las 8 de la mañana del segundo día de marzo de ese mismo año. Luego recorrió parte de nuestro país, llegando a esta zona. Venía con sed de aventura y la idea de establecerse organizando una unidad productiva rural dedicada a la explotación ganadera. A lo largo de cuatro años este inglés desarrolló su experiencia rural en la llanura argentina y en octubre de 1868 emprendió el regreso a su tierra. El libro que nos ocupa fue publicado en Londres un año después de su regreso a Inglaterra. Allí Seymour dejó escritas su visión acerca de esta zona de la provincia de Córdoba pues desarrolló la explotación de unas diez mil hectáreas, a trece leguas de localidad de Bell Ville en las cercanías de Monte Maíz, compradas al gobierno provincial.

En la narración que hace de la cotidianeidad de su experiencia rural se encuentran datos acerca de innumerables realidades de la época. Así, por ejemplo, describe el paisaje que observó en su viaje desde Rosario hasta Fraile Muerto (actual Bell Ville): “el campo que atravesamos era, como de costumbre, perfectamente chato, y sólo ocasionalmente podían verse unos arbustos o un rancho, es decir,  choza de barro”.

Pero el paisaje cambia en nuestra zona, textualmente dice: “el camino desde Fraile Muerto a Córdoba corre en casi su totalidad a través del bosque o monte, como aquí se le llama, siendo sin duda mucho más pintoresco que la parte del mismo comprendida entre Rosario y Fraile Muerto. Los árboles que observamos en este trayecto eran en su mayoría algarrobos, chañares, espinillos y talas, todos ellos espinosos y ninguno de gran altura”.

Villa Nueva, sin mencionar Villa María

En su publicación de 1869, luego de viajar por estas tierras, describió la Villa Nueva que había conocido tiempo antes, dando cuenta de la llegada del ferrocarril:  “Habíamos cruzado el río en Villa Nueva, pueblito situado a unas diecisiete leguas de Fraile Muerto, y a treinta y tres de Córdoba. Era entonces una localidad muy pobre, pero desde la llegada del ferrocarril, ha crecido mucho, y algún día, probablemente, adquirirá importancia. El camino de Fraile Muerto a Villa Nueva en algunas partes es muy bonito, ya que aquí y allá divísase el Río Tercero, con sus altas barrancas cubiertas de sauces llorones y espeso monte natural lleno de enredaderas. El avanzar a través de esta maraña resulta extremadamente difícil, salvo en el caso de que se lo haga por el camino”.

En varias oportunidades menciona Villa Nueva, incluso cuando decide, junto a sus socios, desarrollar la agricultura en su estancia denominada Monte Molino, también conocida como Monte Molina, dice venir a buscar semillas a esta localidad: “la labranza en Monte Molino progresaba tan rápidamente, que, hacia principios de junio, me fui con un vecino hasta Villa Nueva, a fin de adquirir una semilla de trigo que se nos había ponderado mucho”. En ningún momento menciona la naciente Villa María.

Los ejes de la carreta

Otra descripción interesante que realiza Richard Seymour es acerca del transporte en aquella época en que recién estaba desarrollándose el ferrocarril, elemento que vendría a cambiar radicalmente la manera de trasladar las mercancías. Así describe una interesante escena que tantas veces se habrá repetido en nuestros caminos. Dice: “todos los productos de las provincias del norte transpórtanse por medios de carretas o a lomo de mula, y resulta muy curioso, cuando se las encuentra por primera vez, ver las largas filas de estos vehículos adelantando lentamente arrastrados cada uno por seis bueyes y sus ruedas chillando tan fuerte que se les oye desde muy larga distancia. Aquí conviene anotar, que los paisanos suponen que ese crujido azuza a aquellos animales, y nunca se toman la molestia de engrasar los ejes”.

En relación a las arrias de mulas que transportaban los minerales de las minas de San Juan y pasaban por la zona, escribió: “soportan estas mulas tremendos pesos y cargas, además del mineral de plata y cobre, tamaños cajones de pasas de uva, barriles de azúcar, fruta seca o tabaco, para regresar con harina, yerba, etc. Siempre van tras la yegua madrina, la que es conducida del diestro y a vanguardia, por un hombre. Los troperos síguenle a la zaga con su aspecto rudo, gruesos ponchos e invariablemente calzando inmensas espuelas de hierro, las que  quizás pesen un par de onzas cada una”.

El hombre venido desde Liverpool dejó plasmados estos y otros datos de la realidad de la zona de Villa María en los años sesenta, del siglo XIX. Todo desde una visión eurocéntrica.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar