Villa María: Entrevista a la trabajadora municipal que fue despedida en pandemia

Trabajó en el área de Salud de la Municipalidad de Villa María desde el año 2009 hasta septiembre de 2020, cuando recibió el telegrama de despido incausado, en el que solo le decían que había terminado su contrato. Destaca el respaldo de Jesús Chirino de UTEM-CTA.

La dejaron sin ingresos en medio de la pandemia, sin obra social para ella y sus dos hijos. Y en ese punto, no puede menos que esforzarse en tratar de superar el nudo en la garganta cuando expresa que en diciembre la mayor, cumple 15.

La historia laboral de Noelia en la Municipalidad de Villa María está atravesada por decisiones políticas que fueron resolviendo según las épocas, mejorar o precarizar a sus trabajadores, hasta que concluyó con un telegrama de despido recibido en su casa de Pozo del Molle el 7 de octubre de este año, en medio del Aislamiento Social.

En principio, hay que señalar que es una profesional, egresada como Trabajadora Social el Instituto del Rosario en el año 2006 y luego realizó la licenciatura en Córdoba obteniendo su título de grado en 2008.

Al año siguiente, celebró su incorporación a un equipo de 60 profesionales de distintas disciplinas -médicos, nutricionistas, psicólogos, trabajadores sociales, entre otros- que estaban bajo la cobertura del programa “Médicos Comunitarios”.

“Creo que en Villa María hay un antes y un después del programa, porque se vino a poner en cuestionamiento el sistema con un profesional ofreciendo la atención en el consultorio y se impulsó otro modelo, saliendo hacia la comunidad. El objetivo principal era conocer a la población así que fuimos, casa por casa, para hacer relevamientos que nos permitió abordar las temáticas de salud desde otra perspectiva”, dijo, apasionada por la función profesional que inició en Villa María.

“Por ejemplo, de esos relevamientos advertimos que, en La Calera, barrio donde yo me inserté laboralmente, los vecinos manifestaron la necesidad de contar con servicios sanitarios. Así que presenté un proyecto y logramos que la Municipalidad proveyera los materiales para que todos tuvieran un baño instalado en su casa”, relató.

Mientras, el programa establecía una formación académica por lo que además de la labor en los centros de salud, viajaban a Córdoba para las clases, estudiaban y rendían. “Yo me recibí de especialista en Salud Social y Comunitaria, ahí tengo el título colgado no sé para qué. Fui una de las pocas que terminó y rindió el posgrado”, planteó.

Cronología

El proceso laboral que comenzó en 2009 con entusiasmo y que concluyó 11 años después con un telegrama de despido, tuvo sus altibajos. En diálogo con El Diario, Noelia relata la cronología de esa historia laboral de precarización.

En setiembre de 2009, a poco de iniciar la labor, le otorgan un contrato a “unos pocos” profesionales que trabajaban en el programa. Ese contrato se extendió hasta 2012. “Ese año dimos un paso atrás, porque volvíamos a ser facturantes. Muchos tuvieron que renunciar porque como antes no te pedían estar al día, y había compañeros con deuda en la AFIP y volver a facturar era imposible”, recordó.

Ese año ella queda embarazada y sabía que su nueva condición laboral iba a hacer que no pudiera percibir ningún salario familiar. “El Suoem no nos apoyó en ese momento ni nunca”, puntualizó la trabajadora.

En 2013, hubo una mejora. La Municipalidad firmó un convenio directo con la Nación, por lo que los integrantes del programa “Médicos Comunitarios” volvieron a percibir un ingreso mensual sin tener que facturar. “Villa María fue la única que tenía ese convenio directo”.

En el año 2017, el programa con las nuevas autoridades del Gobierno nacional se caía. “Exigimos al municipio que cambiara nuestra contratación laboral, y lo pasamos muy mal, sufrimos muchos destratos por reclamar. Pero finalmente nos otorgan un contrato”, recordó.

El contrato era precario. “Hasta le habíamos puesto un apodo que ahora no lo tengo presente, pero era con una categoría más baja que el monotributo, sin asignaciones familiares como el resto de los contratados y con poquísimos derechos”, dijo.

Ese mismo año, en el mes de diciembre, llegaron los concursos para aspirar a ser planta permanente del municipio. Ahí sufrió un duro golpe emocional “porque a pesar de tener titulación, más antigüedad y rendir el teórico con la mejor nota, me ganó una chica que es familia política de una exintendenta”, planteó.

Apeló la lista de orden de mérito y esperaba que revisaran la situación. “Siempre conté con el asesoramiento de Jesús Chirino, que nos acompañó en este proceso”, agradeció. Chirino es Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTA) y Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María.

Pandemia y despido

Cada día que venía a trabajar desde Pozo del Molle a Villa María lo hacía en colectivo. “Firmaba la salida a la misma hora que salía el colectivo de la Terminal, así que hacía corriendo las cuadras que separan la Asistencia Pública de la parada”, recordó.

Cuando empezó la pandemia, se quedó sin transporte público y sin un viaje “alternativo” como era venir con comisionistas “porque la mayoría son personas grandes y se quedaron en sus casas por el virus”.

Al principio, presentó certificados emanados por el Juzgado de Paz, pero luego quedó todo sobreentendido. No podía viajar por la pandemia y los mismos DNU del presidente de la Nación, le daban cobertura. “Incluso pude firmar los contratos nuevos, que eran cada tres meses, porque una amiga me los mandaba y yo los giraba ya firmados”, recordó.

Le hubiera gustado recibir directivas para seguir trabajando de manera virtual desde su localidad, pero no ocurrió. “Yo no tengo auto, mi último sueldo fue de 32 mil pesos. Con eso no podés comprar un auto. Y sin transporte, no hay forma de que pueda llegar a Villa María”, reiteró.

El 7 de octubre, cuando estaba en su casa junto a la hija, el cartero le trajo la noticia de que había quedado sin trabajo.

Sin explicación y sin anticipo, quedó sin ingresos y sin obra social en una situación excepcional como la que se vive por el coronavirus. “Me hubiera gustado a mí decidir cuándo sería mi final laboral, no que me arrebataran mi futuro, mi presente y mi pasado a través de un telegrama”, planteó. “Me dejaron sin ingresos y quieren disfrazar mi relación de dependencia con la Municipalidad desde hace 11 años con un argumento falso. No voy a dejar que esta gente me desvalorice, voy a seguir luchando por lo que corresponde”, concluyó.

Fuente: www.eldiariocba.com.ar