Por Juan Carlos Giuliani*
Pasó lo que muy pocos esperaban que pasara. Un Gobierno acorralado por múltiples denuncias de corrupción, errático en lo político, bajo una severa crisis económica y financiera que demandó un respirador artificial provisto por el Imperio para llegar hasta las elecciones legislativas, terminó ganando de manera contundente en 14 provincias -alguna de ellas inexpugnables, como la de Buenos Aires- ante el desconcierto de una oposición fragmentada que proponía “frenar a Milei”. Una tarea que, como ha sucedido a lo largo de la historia, emprenden los trabajadores y el pueblo organizado ganando la calle para combatir la catástrofe social provocada por la ultraderecha vendepatria sometida a la tutela de Trump.
Pese a ello, la administración libertaria perdió a manos del brutal ajuste del gasto público, las medidas de desregulación y apertura económica, y la corruptela que la sobrevuela en sus dos años de gestión, más de cinco millones de votos entre la primera vuelta de 2023 y este comicio. No es la única mala noticia: Los argentinos que no fueron a votar son 11 millones 400 mil, superando en 2 millones 100 mil al total de las adhesiones reunidas por el oficialismo en esta elección. Es decir que Milei le ganó al peronismo pero perdió con los que no fueron a votar.
El golpe recibido por los sectores populares no es menor, y flaco favor le hacen a la reconfiguración del Movimiento Nacional los que lo desconocen, subestiman, siguen jugando a las internas de palacio o se niegan a una autocrítica en serio; aunque convendría no poner una carga tan dramática a una elección de medio término. Macri también ganó y de manera aplastante los comicios legislativos de 2017 y después fue eyectado del Gobierno por el voto de la gente en las presidenciales de 2021. El triunfo electoral, si no va acompañado de mejoras palpables que calmen al pueblo sufriente, puede convertirse en efímero para la fuerza violeta y decantar, como hace ocho años con sus pares de amarillo, en el canto del cisne.
Buena parte de los opinadores de todo color y pelaje reacciona como si la Libertad Avanza hubiera sacado mayoría absoluta en las cámaras. Lo hace con la ansiedad impuesta por los medios de comunicación y no con los ritmos de los tiempos históricos. ¿Alguien piensa que porque la gente lleva dos años pasándola mal va a votar de inmediato, casi de manera mecánica, al peronismo otra vez? ¿Qué alternativa real ofrecen hoy por hoy las agrupaciones variopintas que se mueven bajo el paraguas del peronismo?
El enemigo lleva años de demolición sistemática del ideario peronista, demonizándolo política, ideológica y culturalmente por todos los medios a su alcance y en todas las instancias del poder real. Lo ha transformado en una mala palabra para la “gente decente”: Sectores de clase media acomodada y la oligarquía que sueña con su extinción a como de lugar, sin comprender que es un sentimiento que late en el corazón del pueblo.
Párrafo aparte para el experimento de “Provincias Unidas” o, como empezaron a llamar desde el domingo, “Provincias Hundidas”. Si será la jubilación política o no de Schiaretti habrá que verlo. Lo que es seguro es que Juan no es Córdoba como pregonaban sus afiches de campaña y que el Gobierno de Llaryora ha sufrido un duro revés en las urnas. La novedad fue la irrupción de Natalia De la Sota que consiguió su reelección como diputada nacional por fuera del “Cordobesismo”.
Es impresionante el despilfarro de poder institucional del ex Intendente de Río Cuarto Juan Manuel Llamosas desde que abandonó el Palacio de Mójica. Fue electo legislador provincial, aunque nunca ocupó su banca, luego lo designaron Asesor del Poder Ejecutivo Provincial para los cuatro departamentos del sur de Córdoba, con rango ministerial, y en enero de este año lo nombraron Vicepresidente del Banco de Córdoba. En las elecciones del domingo iba de candidato a diputado nacional en séptimo lugar. Sólo ingresaron tres.
Dos años no son nada para remover los sedimentos históricos que hoy nos tienen empantanados. De ahora en más habrá que ver cómo va reaccionando el ánimo de la gente, mientras surgen -todavía de manera larval- indicios sobre la aparición de algo nuevo, distinto a los que nos trajo hasta acá, capaz de erosionar este modelo de saqueo, hambre y entrega. Hay que seguir creando las condiciones para que el pueblo se vuelva a conectar consigo mismo. Eso lleva tiempo. Dos años no son nada en la vida de nuestros pueblos.
El desencanto con esta democracia colonial, la perseverancia en la lucha para defender los derechos conquistados, las condiciones de vida y la dignidad nacional, hará que más temprano que tarde esta farsa imperial se les escape como agua entre los dedos a los dueños del país y vuelvan a imperar la justicia social, la independencia económica y la soberanía política.
En palabras del patriota de la Revolución de Mayo, Domingo French: “Este mundo es nuestro mundo; este país, nuestro país; esta sociedad, nuestra sociedad: ¿Quién tomará la palabra si no la tomamos nosotros? ¿Quién pasará a la acción si no somos nosotros?”.
*Periodista. Escritor. Convencional Nacional de la CTA Autónoma en representación de la provincia de Córdoba