La realidad de la libertad para votar

Por Jesús Chirino*

Sarmiento y cómo ganaban las elecciones

A principios del siglo XX, los radicales lideraron las luchas por elecciones libres para desterrar las prácticas electorales impuestas por el liberalismo. Hasta 1916, que se sancionó la Ley Nº 8.871 que estableció el sufragio universal masculino, secreto y obligatorio, en cada acto electoral se practicaba el voto cantado y, muchas veces, el voto múltiple.

Hasta entonces, los actos electorales tenían baja participación y no había un padrón único, sino que las autoridades de la mesa confeccionaban una planilla anotando cada votante, los que se paraban frente a la urna y, a viva voz, decían por quién votaban. A este voto “cantado” se le agregaba el denominado múltiple que consistía en que el elector se presentaba a sufragar en distintas mesas, la no existencia de padrón único hacía imposible notar si esa persona ya había votado en otro lugar.

Este sistema permitía que los caudillos y mandamás locales pudieran ir “corrigiendo” la evolución de la elección y ejercer presión sobre aquellos electores que tenían algún poder. Es decir que la lucha por elecciones libres no fue ni más ni menos que una pelea por la libertad de los electores.

Es decir que, hasta la puesta en marcha de la denominada Ley Sáenz Peña, todo era poco democrático. Gobernaban quienes tenían poder para ejercer fuerza, violencia y adueñarse de la situación. Un testimonio esclarecedor de esta situación es el que dejó Domingo Faustino Sarmiento con relación a una elección de 1857 en Buenos Aires. En una carta, fechada en junio de ese mismo año, dirigida a D. Oro, escribió: “Nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror que, empleados hábilmente, han dado este resultado admirable e inesperado. Establecimos en varios puntos depósitos de armas y encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta conspiración; algunas bandas de soldados armados recorrían de noche las calles de la ciudad, acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros; en fin: fue tal el terror que sembramos entre toda esta gente con estos y otros medios que el día 29 triunfamos sin oposición”.

Aunque la ley del voto universal masculino fue aprobada en 1912 y permitió la elección de Hipólito Yrigoyen en 1916, los cambios no se dieron de un día para otro. Por un tiempo se produjeron episodios propios de la dificultad existente para desterrar las arraigadas prácticas políticas que venían de antaño. En Villa María también se vivieron situaciones de ese tipo.

La elección de Intendente de 1916

Villa María llevaba tres años sin realizar elección de autoridad municipal alguna. Intendente no se elegía desde el 25 de septiembre de 1910, pues a partir del 7 de mayo de 1913 gobernaban la ciudad distintas comisiones administradoras. Aunque, recordemos que en abril de 1916 se produjeron las elecciones para presidente de la Nación.

En 1916, luego de las elecciones presidenciales, el gobernador provincial, Eufracio Loza, el 6 de junio, firmó un decreto convocando a elecciones para intendente y concejales. Se fijó el 2 de julio como fecha para los comicios. En Villa María, el recuento de votos dio por intendente municipal electo a Bernardo Seco. Por su parte, Porfirio Seppey, Antonio Bonadero, Silverio Vijande, Víctor Salomón Kairús, Honorio E. Broggi y Francisco Seco fueron elegidos para concejales.

El acta del Concejo Deliberante muestra las dificultades que tuvieron algunos dirigentes políticos para adaptarse a las nuevas reglas de juego. Allí se relata que, en una reunión presidida por  Francisco Seco, Rafael Pellegrini (hijo), en su calidad de secretario de la “Junta Escrutadora”, hizo entrega de un sobre cerrado con “el expediente electoral” acompañado de una nota. Los presentes entregaron sus poderes y a instancia del electo concejal Honorio Broggi se declaró pública la sesión. Paso seguido se constituyó la Comisión de Poder a fin de que, evaluando la documentación, se expidiera. Se le otorgó media hora para resolver la cuestión y, a las 10 de la noche, la comisión presentó el informe, que fue puesto a consideración.

Las denuncias de Broggi

Hasta allí, las cosas sucedían sin mayores sobresaltos, pero pidió la palabra Honorio Broggi y denunció que una autoridad del acto electoral había retirado la documentación, válida para votar, de diferentes ciudadanos. Eso era una lamentable práctica que, desde hacía muchos años, se estilaba en los actos electorales. El caudillo político armaba una reunión festiva, allí se retenía la documentación de los votantes hasta la hora del acto electoral, cuando se  les regresaba y se les acompañaba hasta la urna para que emitieran su voto cantado, en favor de ese sector político. Pero en 1916, con la nueva ley, se suponía que se modificarían esas costumbres. Pero Broggi denunció que se habían dado prácticas similares a aquellas que combatió desde la Unión Cívica Radical. El concejal electo presentó nombres de vecinos cuya documentación había sido retirada por el secretario. Señaló: “Puedo concretar el caso de los señores Boretto y Bonadero (hijo), que recibieron las boletas de Antonio Navarro del Valle, Pascual…”.

Broggi enrolado en el cambio por el que tanto había luchado su organización política, no escatimó nada en su discurso para marcar esa conducta adjudicada al sector político liberal conservador y dio detalles señalando irregularidades en el acto electoral: “Con respecto al escrutinio, tengo también que consignar graves circunstancias que revelan faltas notorias a los preceptos legales”, y pasa a hablar de la conformación de la Junta Escrutadora y la manera que la Ley 2389 establecía para el conteo de los votos emitidos. Explica que la misma fijó un procedimiento en el cual el presidente debía hacer que un empleado de la Junta leyera, en voz alta, cada boleta que se retirara de la urna. De esta manera, todos los candidatos o sus representantes, además de los integrantes de la Junta, tomaban nota de cada sufragio.

Según Broggi, no se siguió ese procedimiento, textualmente dijo: “Yo he presenciado que los señores Pellegrini (hijo), Verdaguer, José Sánchez, Inocencio Frossi, doctor Ernesto Blanco, Juan Seco (hijo), Martín Espinosa, doctor Maldonado Ortiz y Doctor Díaz, todos sin control ninguno, rompían los sobres extraídos de las urnas sin leer en alta voz una a una las boletas. La ley ha sido previsora; no ha querido que el escrutinio fuera un acto común sin importancia, al contrario, lo ha rodeado de solemnidades tales que constituye su forma esencial. A la mesa de escrutinio tenía acceso cualquier espectador y se creía con derecho a meter las manos en las boletas y examinar los votos, leerlos y comentarlos con fruición. Así fue que como (sic) salió un voto escrito, cuya lectura asignó un rato de placer a los mirones, especialmente al señor cura Colabianchi…”. También habló de otras situaciones que estuvieron fuera de lo establecido y anunció su voto negativo a la aprobación de la elección señalando que “solo de esta manera sé que cumplo con mi deber de conciencia y mis ideas políticas…”.

Paso seguido, tomó la palabra el electo Bonadero y remarcó “una dualidad” entre lo que dijo Broggi y su firma estampada al pie del informe de la Comisión de Poderes que aprobaba la elección. Broggi respondió que “suscribió el informe aludido, pero como concejal ataca la forma de procedimiento empleado por la Junta” del escrutinio. Expuestas las argumentaciones se pasó a declarar, por mayoría, legal y válida la elección. Votaron en contra Broggi y Bonadero. Luego, todos los concejales y el intendente electo presentaron juramento para ejercer sus cargos. Así se dio por bien elegido un Gobierno radical y, a poco de andar el Concejo, con su nueva composición, Broggi presentó su renuncia, pero no se la aceptaron. Luego, en la tercera sesión, el Concejo votó su expulsión.

El cambio estaba sucediendo, pero las antiguas prácticas no estaban desterradas de manera total. Después del golpe de 1930, los liberales conservadores impondrán lo que ellos llamaron el “fraude patriótico” para regresar a sus viejas prácticas. Quizás nunca debamos olvidar que lo democrático siempre se está construyendo, que nunca es algo terminado.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTAA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar