Aimé Painé: La voz del pueblo mapuche

Aimé Painé nació en Ingeniero Luis Augusto Huergo, Río Negro, el 23 de agosto de 1943 y falleció en Asunción, Paraguay, el 10 de septiembre de 1987.
Cantante argentina de origen mapuche y tehuelche que se dedicó al rescate y difusión de la música folclórica de su pueblo. Nieta de un gran cacique tehuelche ranquelino, el lonco Painé Ngürü. Aimé fue activista y cantante, conocida como la ‘Princesa mapuche’ que dedicó su vida a rescatar y a preservar las tradiciones de la comunidad indígena. Forma parte de la historia de las mujeres más destacadas de Argentina por su dedicación a la cultura mapuche.
Los padres de Aimé tuvieron una relación muy especial porque se casaron cuando la madre, Gertrudis Reguera, era muy joven. Tenía trece, catorce años. Tuvieron cuatro hijos; uno falleció. Aimé es la tercera. El hermano menor es el único que aún vive, en Chimpay. Luego de tener a los hijos, la madre abandona al padre. Él se queda solo con ellos.
En ese entonces, Eva Perón había abierto unos hogares para huérfanos del interior. La llevan a Aimé a vivir allí; la sacan del lado de su padre y termina en un hogar en Mar del Plata. Separada de su comunidad indígena natal a los tres años, su vida fue siempre una búsqueda de sus raíces. Se cría como huérfana, como alguien que no tiene padres, que no tiene identidad, educada por las monjas del colegio.
Pero su vida da un vuelco porque desde chiquita tiene ese talento musical maravilloso que la lleva a integrar el coro en el colegio a los siete años. Una pareja de Mar del Plata la escucha cantar y decide adoptarla. La cambia de colegio, la mantiene pupila, pero ya con una guía dentro de la música. Ella siempre decía que sus tutores querían que se dedicara a la música clásica.
De hecho cuando ella se independiza deja Mar del Plata, se va a Buenos Aires, trata de sobrevivir como puede e integra, en 1973, el Coro Polifónico Nacional, en un encuentro internacional de coros en Mar del Plata. Se indignó al comprobar que todos los países habían preparado al menos una obra de música indígena o folclórica, menos el coro argentino. Sintió que su país negaba sus raíces. Con una belleza y una personalidad arrolladoras, fue sin embargo, a través de su gran voz, con la que encontró su vocación.
Siempre consciente de su condición indígena, sus rasgos le hablaban de una ascendencia enraizada en la historia profunda de esta tierra, decidió investigar sus orígenes, conocer a su familia biológica y luchar por preservar las tradiciones y por los derechos de la comunidad mapuche en Argentina. Al fin, encontró a su familia luego de una intensa búsqueda que realizó ella misma, con la ayuda del paleontólogo Rodolfo Casamiquela, descubre que su sangre es mapuche-tehuelche.
El mismo Casamiquela le acercó una grabación que la conmovió, había sido realizada a fines de la década de 1960 por Carmen Nahueltripay, una sobrina nieta del cacique Sayhueque, que incluía cerca de treinta canciones populares y sagradas, probablemente la primera muestra que Painé tuvo del canto mapuche. Viaja a la Patagonia para realizar un camino de autoconocimiento y entablar relación con su padre, hermanos biológicos y con las ancianas que mantenían viva la tradición oral de su pueblo.
Aprendió a cantar en mapudungun el idioma del pueblo mapuche. Con una grabadora recopilaba canciones entre las ancianas de las comunidades. “Cuando escuché cantar a las abuelas mapuches -contó Aimé-, me di cuenta de por qué me había gustado tanto el canto gregoriano.”
Se convirtió en una abanderada de su pueblo, cambió su apariencia por completo, comenzó a dar conciertos con vestimenta tradicional y dejó la guitarra para tocar el kultrun y las cascahuillas, la pifilca y el trompe.
Luego de recorrer el sur de Chile y Argentina recopilando información de la cultura originaria, comenzó a presentar el canto y la visión del pueblo mapuche en los escenarios de América Latina. Se convirtió en la primera mujer mapuche en difundir la canción ancestral de su pueblo, explicando al público el significado de cada canción y la responsable de recuperar el bello cancionero de las abuelas de su comunidad, Aimé Painé fue el nombre artístico de Olga Elisa Painé, su nombre “legal”, gracias a un sistema que sostenía que el pueblo mapuche-tehuelche no existía más. Nunca grabó un disco y tal vez por eso su trabajo fue ignorado durante mucho tiempo.
Cristina Rafanelli, biógrafa de Aimé, cuenta que: “Fue una investigación difícil. Nadie hablaba de Aimé. Estaba como silenciada. Durante 25 años nadie habló de Aimé Painé. De alguna manera, cuando sale el primer libro se trató de hacer visible la vida de una gran luchadora además de una gran artista”,
“Una luchadora increíble que trató de devolverle a su pueblo la dignidad perdida. Ella se encontró con que las abuelas no querían hablar la lengua, habían dejado de transmitir su cultura a través de la oralidad. Luego de la Campaña del Desierto, y con toda la dignidad de aceptar una derrota para tratar de que las nuevas generaciones puedan sobrevivir, se había cortado esa cadena. Por eso el valor de Aimé. Ella empieza a recuperar de a poco esa cultura”. Explica Rafanelli.
Fue una mujer que luchó por mantener viva la cultura y las tradiciones de los pueblos originarios. La búsqueda por la memoria y la ampliación de derechos para su pueblo la llevó a participar de la Sub-comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que se realizó en Ginebra, evento en el que dio un conmovedor discurso en el que plasmó la dura realidad que vivía su gente: “Desde la invasión española, que nos quieren salvar, hoy surgen salvadores por todos lados, mientras que nuestro Pueblo sigue de mal en peor”.
Presentó un proyecto de ley para que se garantizara la educación bilingüe en todo el país y no se perdieran los idiomas originarios.
Durante la Dictadura Cívico-Militar comenzó a hablar de temas que ya se daban por solucionado. Lo que pasó con la Campaña del Desierto es algo muy simple: la historia la escriben los que ganan. En todos los textos escolares figuraban los indios como malones, como los malos, como los peligrosos. Toda esa discriminación sirvió para que la sociedad apoye esta campaña que no fue otra cosa que un genocidio y despojo de territorio. Después de la campaña, mandaban a las mujeres sobrevivientes como empleadas domésticas a Buenos Aires, separaban a las familias, se llevaban a los niños para adoptar o para criar como esclavos de servidumbre. Lo mismo pasaba con los hombres que mandaban a las estancias. “El desarraigo es una de las cosas que nosotros más hemos sufrido” decía Aimé.
En la Dictadura, Aimé no la pasó bien pero no fue perseguida directamente porque para los militares los indígenas no eran ya un problema. Los libros de texto hablaban en pasado sobre ellos. Aimé decía “Basta de decir que los mapuches comían, vestían, vivían. Los mapuches están!”. Y lo mismo pasaba con los otros pueblos. Pero para la Dictadura en ese momento el enemigo era otro porque además era ella sola. Una vez se presentó en el programa de Mirtha Legrand vestida con el traje tradicional cuando las mujeres mapuches no usaban nada que pudiera reflejar su cultura.
El legado que Aimé deja es de absoluta dignidad. Además de hermosa, Aimé tenía una forma muy tierna y directa de comunicarse. Decía que ahora la lucha tenía que ser a través de la cultura; “el hombre blanco no nos respeta porque no nos conoce”.
Su vida se terminó inesperadamente a los 44 años, el 10 de septiembre de 1987, luego de una aneurisma cerebral sufrida en el Paraguay cuando estaba haciendo una presentación. Su cuerpo fue repatriado y enterrado en su pueblo natal según la tradición mapuche.
Existen bibliotecas, escuelas, complejos, coros y calles de la provincia de Río Negro con su nombre y una de las calles de Puerto Madero en Buenos Aires homenajea a esta mujer que llevó la cultura mapuche a ser conocida por el mundo.
También una imagen suya integra el Salón de la Mujer en la Casa Rosada, la sede de la Presidencia de la Nación Argentina.
En 2021, se realizó una ficción biográfica de cuatro episodios realizada íntegramente en la Patagonia, con dirección, producción y guión de la cineasta neuquina Aymará Rovera. Esta producción refleja los momentos más significativos de la vida de Aimé Painé -interpretada por Charo Bogarín- y la búsqueda constante de su identidad.
El 23 de agosto de 2021 Google le dedicó en homenaje el doodle del día con motivo de recordar su 78 cumpleaños.
Fuente: J.R.O. para Pensamiento Discepoleano