“Cuando los comunicadores no somos rigurosos, la que sufre es la sociedad”

Por  Hugo Caric

La secretaria general del sindicato de prensa de Córdoba hizo un profundo análisis de la realidad de la actividad periodística. El paradigma de la comunicación como derecho humano. El rol del Estado en la conformación de un nuevo mapa de medios. Cómo nos ven los que nos ven, oyen y leen. El impacto de las políticas económicas en la situación de los trabajadores. 

María Ana Mandakovic es una de las pocas mujeres que encabeza la conducción de un sindicato en Córdoba. El pasado 6 de mayo asumió su segundo mandato como secretaria general del Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba (Cispren-CTAA), luego de obtener un contundente respaldo de los afiliados en las urnas: el 94% de los votos afirmativos. “Nos tocó asumir en medio de un incendio; más que una comisión directiva tuvimos que armar un cuerpo de bomberos”, recuerda sobre el inicio de su gestión en 2017. “Ahora estamos en guardia de cenizas, pero tranquilos y creciendo”, añade.

Convocada por Marca Informativa Córdoba habló de la realidad del periodismo en la provincia y en Argentina, de las particularidades de un trabajo considerado esencial al que le asigna más reconocimiento la sociedad que las empresas y fijó la posición del colectivo que integra ante la realidad política del país.

-¿Cómo definirías al actual momento del periodismo?

-Es un momento de crisis. Una crisis sostenida desde hace tiempo, que no empezó ahora o diez años atrás. Yo diría que es una crisis de varias décadas, agudizada y profundizada en varios momentos de la historia. En el neoliberalismo menemista tuvimos un retroceso enorme en cuanto a lo que significó el cambio de la actividad. A partir de los ’90 empezamos a vivir el impacto de lo que fue el desarrollo tecnológico y esa convergencia que empezó a cambiar un modelo de negocios que no es el que conocimos cuando empezamos a trabajar en los medios. La actividad periodística ha mutado 180 grados y eso ha tenido consecuencias importantísimas.

-¿Cómo se manifiestan esos cambios en el ejercicio de la actividad?

-En los últimos años el cambio se hizo mucho más intensivo y tiene que ver con esto de salir a hacer una nota y tener que pensar que somos periodistas multiplataformas, que no sólo vamos a escribir para la gráfica, sino que vamos a hacer un posteo para la web, sacar una foto y subirla a alguna red social o hasta grabar un audio. Esto va a seguir avanzando y no lo podemos evitar, pero sí tenemos que tratar de defender el ejercicio del periodismo siguiendo los pasos que sabemos que tienen que llevarse adelante cuando hacemos una nota, que no son menores. Eso también es repensar el negocio. Antes había redacciones que servían para producir información porque a los medios les venía bárbaro para captar audiencias y luego conseguir anunciantes. Hoy los anunciantes publicitan de otra forma. Las plataformas se han comido toda esa lógica que conocíamos del negocio periodístico y lo que vemos hoy es que los medios se bancan con la publicidad oficial. El establishment del poder no se separa del Estado.

-Los medios antes representaban ideas y hoy están más identificados con intereses e influencias. ¿Cómo sobrevive la actividad periodística en este contexto?

-Es bastante difícil. Ahí lo que tenemos que tratar de instalar y rescatar es cuál es la función social que tiene un periodista. Creo que nos tenemos que parar y proyectar sobre el paradigma de la comunicación como derecho humano. Hace 30 o 40 años el paradigma era la información como una mercancía y cuando pensábamos los mapas de medios sólo veíamos cómo se iba modificando la concentración de los privados. Hoy tenemos que abrir eso. Considerar no sólo a los medios privados sino también a los medios públicos, fortalecerlos y pensarlos estratégicamente. Y también están los de autogestión, que laburan con muy buen criterio y generan otra agenda, algo que es bastante complicado, y que reciben la pauta oficial como una limosna. Ellos son los que están dando respuestas en medio de esta gran concentración en la que uno ya sabe cuál es la función que tienen los multimedios o las plataformas. Antes sabíamos quién era Canal 8 de Córdoba, que hoy es Paramount Group. ¿Y qué significa eso? Si raspás un poquito encontrás que se trata de una industria del entretenimiento, que hoy mantiene en pantalla un noticiero porque está bueno y tiene audiencia, pero que en cualquier momento puede dejar de servirle. Son otras las visiones que hay detrás de estos grandes grupos, que ni siquiera son nacionales. Lo mismo sucede con Grupo Clarín, que ya no sólo opera en el negocio de los medios y avanza hacia las autopistas por donde circula la información.

-¿Qué papel debe jugar el Estado en esta cuestión?

-Nosotros lo que decimos es que el Estado debe garantizar el derecho humano a la información, así como lo hace con la salud y la educación. Tenemos que pensar un nuevo mapa de medios para nuestros país y estrategias públicas de comunicación que garanticen el acceso a la información y la libertad de expresión. También que la distribución de la pauta sea equitativa y que las noticias lleguen a todos lados, y no sólo a donde quieren los dueños de las redes. Esta también es parte de una realidad que tenemos que pensar desde un colectivo de trabajadores y trabajadoras. El gremio no sólo tiene que estar discutiendo una paritaria de los compañeros que están en relación de dependencia.

-¿Cuál es la situación salarial de un trabajador de prensa?

-Nuestro básico está muy por debajo de lo que es la canasta básica familiar, casi diría debajo de la línea de la pobreza, y la verdad es que la pelea nos viene resultando muy desfavorable. Sistemáticamente venimos perdiendo poder adquisitivo. Todos los años las empresas se están llevando parte de nuestros salarios y necesitamos una recomposición, aunque sea para empatarle a la inflación. Hace rato que no le empatamos a la inflación.

-En una imaginaria tabla de posiciones de las paritarias, el gremio de prensa está “en zona de descenso directo”. Así y todo hay una percepción externa, y muchas veces fogoneada desde adentro, de concebir al periodista como un “elegido” y no como un trabajador.

-En nuestra actividad hay dos características que tienen que ver con la implementación de las políticas neoliberales. Una es la falta de sindicalización en los medios, algo que nos preocupa y debemos abordar. También hay una presión de las empresas, sin dudas. No es casualidad que la gente que se ha ido con los famosos retiros voluntarios, o involuntarios, han sido afiliados. Y después está el caso de muchos jóvenes que se consideran emprendedores más que trabajadores o trabajadoras. La actividad de prensa tiene un alto grado de individualismo, eso hace que sea difícil hasta definir cuánto es lo mínimo que un monotributista puede cobrar una nota. Entonces nos van flexibilizando cada vez más. La única forma de revertir eso es organizándonos y peleándola colectivamente.

-A muchos trabajadores les cuesta entender al gremio como una construcción colectiva.

-Es que por ahí le resulta más fácil a los compañeros pensar que la culpa es del gremio y no de la empresa, porque a la empresa la tenés todo el día ahí y es la que te presiona. Entonces es el gremio el que no consigue el aumento que necesitamos. Es muy difícil doblarle el brazo a estructuras que son muy poderosas si no somos capaces de decir ‘basta, es hasta acá’. Si nuestros propios trabajadores o trabajadoras cuando hay una manifestación de otra actividad salen a la calle y dicen ‘caos de tránsito’ en vez de preguntar qué pasa ahí e interpelar a quienes tienen que dar respuestas a esos reclamos, tenemos un problema. No nos damos cuenta de que después nos toca a nosotros. ¿Quién conoce hoy la paritaria de prensa? Es el único conflicto gremial del que no hablan los medios.

-¿Cuál considerás que es la percepción de la gente respecto a la actividad periodística? ¿Seguimos siendo depositarios de su confianza?

-Yo creo que hoy competimos mucho con lo que circula por las redes y eso es un peligro grande. Nos igualamos para abajo. Hay una idea de que cualquiera es periodista: hago un videíto de un choque, lo subo a las redes y muchas veces los propios conductores de noticieros presentan eso como noticia. Y después hay muchos opinadores que no fundamentan lo que dicen. Nuestra responsabilidad es construir discursos argumentativos, pero muchas veces en lugar de diferenciarnos terminamos haciendo comentarios de un meme. Pasan cosas insólitas… Los medios no envían corresponsales de guerra y viene uno y dice ‘siempre soñé con ir a una guerra’ y viaja y le piden un videíto. Estamos jugando a ser periodistas. Yo jugaba a ser médico cuando era chica, pero no podés jugar a ser médico cuando sos grande, porque hay una responsabilidad social. Cuando los comunicadores no hacemos nuestra tarea con rigurosidad, la que sufre es la sociedad.

-¿Cuántos trabajadores de prensa hay en Córdoba?

-Un relevamiento que hicimos en pandemia nos dio que somos entre tres mil y tres mil quinientos, con situaciones muy diferentes y apenas un tercio de afiliados. En Córdoba somos un gremio relativamente chico y por eso hemos tratado de fortalecernos entrando a la Federación (FATPREN). Pero formamos parte de una actividad que tiene una referencialidad importante en la sociedad. Más allá de que a veces cueste hacer entender que no sólo son periodistas las caritas visibles, sino que detrás de las “estrellas” hay un montón de trabajadores y trabajadoras sin los cuáles aquellos no podrían estar. Hay que desmitificar eso de que si salís en ‘tele’ o tenés un programa de radio, ganás bien. ¡No ganamos bien! La gran mayoría vamos a tener jubilaciones más cercanas a la mínima que a cualquier otra categoría.

Fuente: wwwmarcainformativacba.com