En la Feria del Libro de Rosario, el autor presentó ‘Hasta el último gol’, una reconstrucción de su paso por el Hughes Fútbol Club entre 1983 y 1986, cuando el fútbol fue refugio frente al régimen militar y una forma de unión comunitaria.![]()
Por Juan Mascardi
En el auditorio de la Feria Internacional del Libro de Rosario, la voz de Leónidas ‘Noni’ Ceruti resuena con la intensidad de quien ha vivido varias vidas. A sus 76 años, recuerda sus múltiples reconversiones: de militante universitario a odontólogo, de jugador a director técnico, de refugiado a historiador. Habla lento, eligiendo cada palabra con el mismo cuidado con que un técnico acomoda las piezas en la cancha antes del pitazo inicial. Frente a él, el público en el Centro Cultural Fontanarrosa: Algunos fueron jugadores, otros hinchas, todos testigos de una época que el país todavía digiere.


—Había terminado de atender en el consultorio —dice Noni—. Era enero del ’83. Estaba cenando cuando golpean la puerta. Pensé que era un paciente. Pero eran tres jugadores. Gustavo Arneri, Carlos Cilleros y el Chimango Re. El vocero fue Arneri: “Echamos al técnico, doctor, queremos que usted agarre el equipo”.
El fútbol en los confines de Santa Fe
El pueblo de Hughes es un punto diminuto en el mapa santafesino, tienen 4794 habitantes, está en el fin de la bota, entre campos, un frigorífico, talleres y vías de tren.

El libro de Ceruti rescata ese territorio, pero no como postal. Lo cuenta como una trinchera, como un lugar donde se mezclaban la pelota, la política y la supervivencia. “Fue una de las cosas que me salvó”, dice el autor. Y en esa frase se resume todo.

Ceruti tuvo su exilio interiror en Hughes en 1977, en plena dictadura. Venía de Rosario, de la militancia universitaria, del vértigo político y del miedo. En el pueblo se instaló con su consultorio. El silencio fue su primer refugio. El fútbol, el segundo. Primero jugó un año en Hughes Fútbol Club para “mimetizarse”, como él dice. Después, cuando los muchachos fueron a buscarlo, se animó a dirigir.
La pasión por la historia antes de ser historiador
El arribo al pueblo estuvo marcado por el aislamiento y la necesidad de adaptarse a un entorno desconocido. “Cuando llego y me alquilo la casa, lo primero que hago es pedir una antena grande y voy al único kiosco, que era kiosco y funeraria”. En los pueblos del interior, especialmente antes de la expansión de la televisión por cable y la señal satelital, tener una antena grande no era un lujo sino una necesidad. Las señales de TV se transmitían desde emisoras ubicadas en ciudades más grandes y viajaban largas distancias por el aire, atravesando campos, llanuras y obstáculos naturales que debilitaban la recepción. En Hughes solo se sintonizaban Canal 3 y Canal 5 de Rosario.
Del otro lado del mostrador, una mujer lo observa.
—¿Qué va a llevar, doctor?
—Mándeme Clarín, La Opinión y Todo es Historia —responde.
La mujer levanta la vista, lo mide con curiosidad.
—¿Le gusta la política? —pregunta, apenas inclinando la cabeza.
—No, no… me gusta la historia —contesta Noni, rápido, bajando la voz.
Afuera, el sol del sur santafesino cae sobre la plaza. Él se aleja, y mientras camina murmura para sí:
—Callate, Noni, que acá todo el mundo se cuida de hablar.
Luego se enteró de que quien atendía el kiosco era una maestra muy interesada en la historia también. Y años después, el mismo hombre que aprendió a callar en ese kiosco volvería a Rosario, ya con la democracia, para recibirse de historiador y escribir sobre aquello que en los setenta no se podía nombrar.

Sería autor de libros como Historia del 1° de Mayo en Rosario: 1890-2000, Cultura y Dictadura en Rosario: 1976-1983, Aceiteros y desmontadores hacemos historia y Clase contra Clase. Argentina entre 1952 y 1976. El Quinto Relato.
Un equipo, una comunidad
La pasión de Ceruti por el fútbol y la militancia social se reflejó en su modo de conducir al equipo y de relacionarse con el pueblo. “Lo que hacía con respecto al trabajo en equipo, al trabajo de conjunto, era formar grupos adentro de la cancha y afuera de la cancha. Primero nos dedicamos a eso, cosa que hoy aplican muchos técnicos. En Argentina, uno de los primeros que lo aplicó mucho fue José Pastoriza, de hacer los asados, de conversar”, detalló.

El libro recoge anécdotas que ilustran la relación afectiva y política con los jugadores y la comunidad. Ceruti compartió una historia que resume el tono de su obra: “Con Gustavo Arneri éramos tan amigos, tan amigos, íbamos a una semifinal y yo no los pongo en el equipo. Y cuando me pongo a escribir el libro, lo llamo por teléfono, le digo: ‘Gustavo, ¿por qué no jugaste vos ese día?’ Y él me responde: ‘Porque usted no me puso, doctor. Ni me puso en el banco. Y me fui al colectivo, y me quedé enojado’. El tipo se guardó cuarenta años eso. Yo no lo sabía. ‘Y, ¿sabe más? Perdimos la semifinal. Y, ¿sabe más? En el pueblo todo el mundo comenta que lo perdimos porque usted no me puso a mí’”, relató Ceruti, provocando risas y emoción en el público.
La memoria de esos años, según Ceruti, es fundamental para comprender la identidad local y la historia Argentina reciente. “Por eso quiero tanto esta historia con los chicos de Hughes, con quienes sigo teniendo contacto. El libro tiene esa historia local, esa historia de fútbol, con anécdotas que algunas recordaba y otras me las fueron trayendo los chicos.”
En el plano futbolístico hicimos una revolución
La campaña del Hughes Fútbol Club fue vibrante. En el libro late esa pasión a través de una colección de fotos que parecen sacadas de un álbum familiar, y una estadística detallada que remite a las viejas páginas de Sólo Fútbol. En esas imágenes se ve al equipo en camisetas celestes, los carteles pintados, la cancha y las gradas colmadas de vecinos.
Ceruti impulsó una transformación que fue mucho más que deportiva: gestionó la llegada del agua corriente al estadio, incorporó a un preparador físico de la localidad vecina de Wheelwright y logró que el club —venidos a menos en lo institucional y lo anímico— recuperara su identidad.

El plantel combinaba jóvenes que estudiaban en Rosario con obreros del frigorífico local. Ceruti los guiaba con métodos que aprendía en manuales ingleses de táctica y entrenamiento, pero sobre todo con una pedagogía basada en la solidaridad y el trabajo colectivo.
En 1985, el equipo alcanzó las finales de la Liga de Colón contra un Racing reforzado con figuras profesionales. Empataron en la ida y perdieron la revancha 4 a 1, pero esas dos tardes quedaron grabadas en la memoria de Hughes como un punto de inflexión. El club volvería a consagrarse tricampeón entre 1988 y 1990, ya sin su técnico fundador, pero con la huella de aquel dentista que enseñó que el fútbol también podía ser una forma de resistencia.
La pasión como herencia
Desde su infancia sintió una pasión intensa por el fútbol. Nació en Providencia, departamento Las Colonias, provincia de Santa Fe, donde su padre, apodado el Indio Ceruti, jugaba como marcador lateral izquierdo en el primer equipo del club Sportivo Providencia.
Recordó que en aquella pequeña cancha entró por primera vez en contacto con el deporte, y que los viajes de su padre a la capital de la provincia para comprar botines, camisetas y pelotas formaron parte de sus primeros aprendizajes sobre disciplina y compromiso.

Cuando su familia se trasladó a Santa Fe por motivos laborales, recibió la invitación para integrarse al fútbol infantil y jugar junto a otros chicos de la región. “En ese tiempo todo era mucho más sencillo. Acostumbrado a recorrer en bicicleta el radio de una veintena de kilómetros a la redonda, el fútbol aportaba un horizonte de ilusiones limpias, sin el vértigo ni el exitismo de ahora”, escribe en el libro sobre su infancia.
El historiador también explicó que la historia de Hughes estaba ligada a la llegada del ferrocarril y a la subdivisión de grandes extensiones de tierra, y que la fundación oficial del pueblo se fijó en abril de 1915, cuando se realizó el primer remate de solares en el campo de John Percy Hughes. Señaló que esta historia colectiva se cruzaba con su propia experiencia, ya que cada partido de fútbol, cada torneo juvenil y cada relación con la comunidad le permitió conectar su trayectoria personal con la memoria y la identidad del pueblo.

Es que este un libro que condensa las reflexiones futbolísticas, las semblanzas, las anécdotas, las fotografías pero que nos permiten pensar cómo el fútbol es también un campo popular, cultural, político, en este caso, fue un salvavidas para el autor.
La historia de Noni Ceruti y el Hughes Fútbol Club se ha transformado en un mito local, una leyenda que, como las grandes historias se construyen en pequeñas comunidades. El libro es un prisma para poder entender el mundo desde esas pequeñas localidades. Para reconocer esos pasados, que hacen que el odontólogo que se transformó en DT hoy esté acá, presentando un libro. Otro más.
Fuente: www.infobae.com