Hasta siempre, “Colacho” Martín

Por Jesús Chirino*

Apenas habían pasado dos horas del inicio de la primavera de este año cuando, en una clínica de Villa María, murió Víctor Hugo Martín. Las marchas de trabajadores ya no contarán con su flaca figura de gran talla, ni se escucharán arengas con su voz ronca.

Este dirigente gremial, de larga trayectoria en la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y la Central de los Trabajadores de la Argentina (CTA), era  conocido como “Colacho” Martín. El mismo 21 de septiembre, Camilo Rodríguez, quien lo recuerda como un gran compañero de lucha, lamentaba su muerte. Luego me fui cruzando con distintas personas que hablan del compromiso de “Colacho” y su clara identidad de clase. En reconocimiento al gran recuerdo que deja su trayectoria es que desde este espacio intento contar algo de su vida.

Origen humilde

En la búsqueda de material para esta nota, uno de sus cuatro hijos, Marcelo, me entregó tres archivos de audio. Son producto de una extensa entrevista que Lucía Martín, hija de Marcelo y nieta de “Colacho”, le realizó en el año 2021. La tecnología devuelve la voz de ese hombre que tantas veces habló, con compromiso, en asambleas de trabajadores. Inicia narrando su llegada al mundo en la localidad de Hernando, el 16 de junio de 1943. Allí vivió hasta los seis años, cuando lo trajeron a Villa Nueva. Luego de un par de años, lo llevaron lejos, como interno en un colegio. Cuando tenía diez años de edad lo retiró su madre para traerlo a Luca, a un hogar muy humilde.

Tanto él como una de sus hermanas llevaban el apellido de su madre, pues su padre no los había reconocido. Al llegar a Luca, “entonces un paraje de pocas casas”, eran cuatro hermanos y allí nacen otros más. Su madre era profesora de corte y confección, pero una enfermedad le había restado la posibilidad de trabajar.

En la casa primaba la escasez, recuerda que todas las mañanas iba con una botella a pedir leche a una fábrica de quesos cercana a la vivienda. Un día comenzó a lavar los tachos de leche que traían los tamberos, con eso se ganaba algunas pocas pero importantes monedas. Tenía 14 años cuando se fue a trabajar a un tambo. Ahora era él quien traía tachos con leche a la misma fábrica. Un día, la lluvia trastocó los horarios de entrega de la leche y el encargado del establecimiento fabril, “Chiquito” Ontivero, le pidió ayuda. Allí le dijo que cuando llegara a los 18 años tendría trabajo en esa fábrica.

Martín puso de manifiesto las varias dimensiones que tiene la pobreza, más allá de la escasez de recursos económicos. Contó que luego de aquella charla con Ontivero regresó a su casa y, revisando los papeles, su familia se dio cuenta de que en esos días cumplía los 18 años de edad. Fue con la novedad a la fábrica y entró a trabajar. Aquello le  “salvó la vida, pues ya tenía la suerte echada”. Tener un  ingreso económico regular modificó varias cosas. En su casa dormía en un catre sobre un colchón confeccionado con bolsas de tela, envase de harina, rellenadas con chala de maíz. Las sábanas eran de la misma tela. No había sillas, salvo un banco y algunas cabezas de vaca, la calefacción era un brasero de tres patas.

Por entonces se abrió una escuela en Luca y Martín se inscribió en el turno nocturno, “fui un tiempo”. Encontró un mundo distinto, la amistad con los compañeros, una dimensión distinta de la niñez. En su casa nunca habían festejado un cumpleaños de ninguno de los hijos de la familia. La combinación de fábrica y escuela le “resolvió la vida porque me enseñó que había otra vida, que la vida no era dormir y levantarte…, a lo que estaba medio resignado”.

Entender lo que se lee y entrar a la FMPEVM

A los 20 años le llegó otro gran cambio. Viajó a La Paz, Entre Ríos, para cumplir con el servicio militar obligatorio. En el tren se conoció con un joven estudiante de Ingeniería del cual se hizo amigo. El muchacho le dijo que cuando los militares le preguntaran, él dijera que sabía dibujar. No tenía ningún conocimiento de ese oficio, pero le hizo caso y terminó aprendiendo los rudimentos del dibujo técnico. Pero su amigo no solo le enseñó dibujo, sino que le ayudó a aprender a leer y escribir. Solían pasar seis horas diarias estudiando. Le enseñaba a “entender lo que leía” y eso le abrió otro panorama para su formación.

Al regresar de La Paz, no pudo retomar su trabajo en la fábrica de quesos de Luca y logró ingresar al establecimiento de la Nestlé, en Villa Nueva. En un baile conoció a Stella Maris Lehman, con quien se puso de novio y formaron una familia en la cual tuvieron cuatro hijos, nueve nietos y un bisnieto.

En 1972, el suegro lo hizo entrar en la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos de Villa María, en el sector de producción de dinamita. Luego de un par de años lo convencen de ser candidato a delegado gremial del turno tarde. Él trabajaba en ese turno porque tenía otras ocupaciones, atendía el bar del Club Unión Vecinal y practicaba el juego de bochas. Al poco tiempo se desarrolla un reclamo sindical. Sin gran formación gremial, le tocó explicar la medida ante el Coronel Larrabure y otros jerarcas militares y consiguió que atendieran  las demandas de los trabajadores.

Aclara que no había participado en los planteos, pero sí en la firma del acta, en la cual constaba que las autoridades de la Fábrica reconocían los pedidos de los mil trabajadores del lugar. Eso le otorgó un reconocimiento de sus compañeros que fructificó cuando, en 1992, logró armar una lista y ganar la Secretaría General de ATE a nivel local y renovar su mandato tres veces más. Su trabajo gremial en ATE, luego, lo llevó a nivel provincial. También estuvo cuatro años en ATE Nacional, como Secretario General de la Junta Interna de Delegados de las Fábricas Militares.

Despido y reincorporación al trabajo

Durante la dictadura militar le allanaron dos veces la casa, sin mayores novedades. En noviembre de 1977 lo despidieron de la fábrica junto a cuarenta compañeros relacionados con el gremio. Una vez que la CGT de Saúl Ubaldini había organizado una marcha por Paz, Pan y Trabajo, lo detuvieron y debió declarar ante la Policía. Otra vez, al regresar de su trabajo, encontró un Ford Falcon frente a su casa, con un militar que martillaba su pistola. De esos tiempos recordó la militancia junto a Oscar “Cacho” Mengarelli.

Sin posibilidades de estar en la Fábrica de Pólvora, trabajó en una fábrica de leche, vendió libros y atendió el bufé del Club Boca de Villa María. Luego de recuperada la democracia, son reintegrados a sus trabajos, en 1985, pero en su caso le dijeron que por ser diabético no podía trabajar en Villa María y lo mandaron a Buenos Aires. Le ofrecieron no trabajar y cobrar igual para dedicarse a lo gremial, pero prefirió  trabajar y sacar permiso gremial para actividades específicas.

Tener ética

Al referirse a Carlos Saúl Menem, “Colacho” lo recordó como “el primer traidor que privatizó todo” para mantener la paridad del peso con el dólar. Fue durante la Presidencia del riojano que  Nicolás Granillo Ocampo, en septiembre de 1990, entonces Director de Fabricaciones Militares, le firmó el regreso a la Fábrica de Pólvora en Villa María.

Dos años después, el 80% de los afiliados a ATE Villa María lo eligieron Secretario General. Ocupó ese cargo hasta el año 2006. Fue activo constructor de la Central de Trabajadores de la Argentina y ocupó la Secretaría General de la Regional Villa María.

Lideró innumerables reclamos laborales y marchó al frente de sus compañeros en protesta contra todo aquello que iba en desmedro de los derechos de los trabajadores.

Luego de jubilarse como  estatal, desde 2006 hasta 2015 trabajó en el club San Martín. En la entrevista que Lucía le realizó, “Colacho” cuenta que alguna vez le preguntaron qué quería y respondió: “Lo que pretendo es vivir como un ser humano…, vivir sin pensar qué voy a comer mañana” y que sus hijos nunca tuvieran que bajar la cabeza porque alguien pudiera decir que lo traicionó por algún arreglo personal.

Este nieto de un abuelo español anarquista que vino a Argentina huyendo del dictador Franco, dejó un mensaje que quizás pueda ser útil a los jóvenes que militan en los gremios. “En la vida tenés que tener una ética”.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTAA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar