Por Federico Giuliani*
Desde el golpe cívico-policial del “Navarrazo” (27 de febrero de 1974) que inició 2 años antes de la genocida dictadura oligárquico-militar de marzo de 1976 las políticas de represión, exterminio y encarcelamiento de las dirigencias combativas, que luego el asesino del General Menéndez sistematizó haciendo estragos en la militancia revolucionaria, Córdoba profundizó su mirada conservadora y gorila que siempre tuvo.
Allá lejos y hace tiempo quedó la Córdoba de la Reforma Universitaria de 1918 y el “Cordobazo” en 1969, con ese paréntesis de la Córdoba industrial con el desarrollo de un Polo de Producción para la defensa de la Soberanía Nacional.
Con una crisis de representación política terminal en las Organizaciones Libres del Pueblo y un Peronismo cooptado por el “Cordobesismo” que lo lavó y lo hizo amarillo, que no tiene un plafond de identidad y tertulia peronista a tal punto que no canta la “Marcha Peronista”, el desafío es reagrupar el disperso y fragmentado campo popular, continuar en la calle reclamando nuestros derechos y construir un programa de la clase trabajadora con un proyecto de Liberación Nacional.