Justicia creativa, incombustible y amiga del poder

Por Héctor Brondo*

En Córdoba, cuando la realidad golpea con la crudeza de cinco bebés muertos y otros tantos al borde, la justicia responde con un talento digno de una bienal de arte conceptual. Esta vez, la Cámara Criminal y Correccional de 7ª Nominación decidió “hacer historia” -una vez más- con su ya célebre fórmula: creatividad reconocida, impermeabilidad a la autocrítica y sumisión irrestricta al poder de turno.
La condena a prisión perpetua de Brenda Agüero, el eslabón quizá más débil de una oxidada cadena de mando y hallada culpable de la tragedia institucional, se apoya solamente en “indicios unívocos” y “pruebas indirectas”. Así, a mano alzada, con tipeo liviano y la conciencia blindada, dos de los tres jueces técnicos lograron hacer malabares con el debido proceso para llegar a una verdad a la medida de la versión ( y el deseo) oficial.
Porque en esta Córdoba doctoral, donde los fuegos siempre apuntan hacia abajo y lejos de los centros de poder, el exministro Diego Cardozo resulta un dechado de transparencia: no encubrió, no erró, no supo lo que pasaba. Milagrosamente impoluto.
Un empate técnico en el jurado popular, quebrado a dedo por los vocales Daniel Cesano y Laura Huberman, alcanzó para satisfacer la urgencia política de cerrar el caso con una condena “ejemplar”. Lo que se castigó no fue un crimen demostrado de manera inapelable, sino la necesidad de que alguien pague. Y lo más rápido posible.

Pura solemnidad

Más de tres mil páginas para revestir de solemnidad una decisión que, en el fondo, suena hueca. Una sentencia que no convence ni a quienes la redactaron, pero que funciona como bálsamo institucional: tranquiliza a la tribuna, exculpa a casi todos los responsables y deja en claro quién manda en la administración de justicia cordobesa.
Lamentablemente, la escena se repite, con distintos nombres y apellidos ilustres, desde hace años. Pero en el Materno Neonatal, la tragedia fue tan atroz que ni la mejor retórica judicial podrá ocultar el hedor de la impunidad.
A llorar al campito, sí. Pero a llorar todos.
*Periodista