A 96 años de la fundación de la Fábrica Militar de Aviones

Un día como hoy pero de 1927 se inauguraba la Fábrica Militar de Aviones, uno de los hitos de la aventura industrialista en la República Argentina. A las 11,30 horas de ese día, el gobernador de Córdoba, Ramón Cárcano dio la orden de dar paso a la corriente eléctrica, el interruptor que estaba cubierto por cinta argentina estableció contacto y las máquinas comenzaron a funcionar.
Esta primera sección constaba de 100 máquinas-herramienta y una dotación de 193 trabajadores (técnicos, operarios, aprendices y personal de maestranza). Los puestos de Jefes de Taller fueron ocupados por personal de los talleres de mantenimiento y reparación de El Palomar, provincia de Buenos Aires, que habían alcanzado experiencia previa y alta capacidad técnica.
En febrero de 1928 se inició la construcción de la segunda sección en donde funcionaron: el Laboratorio de Ensayos de Motores, el Laboratorio de Ensayos Estáticos, el Laboratorio de Aerodinámica, 4 talleres, 2 depósitos, un taller doble para motores, la Oficina de Fabricación, el comedor para obreros, la enfermería, el comando de pista y una torre-tanque. En 1929 comenzó a funcionar la Tercera Sección con 13 pabellones donde funcionaron los Talleres de Motores.
En poco tiempo se construyó el primer avión en serie de fabricación nacional, bajo licencia inglesa: el Avro Gosport 504 que alcanzaba una velocidad de 104 km/h y tenía una autonomía de dos horas. En 1931 dejó las licencias europeas y comenzó a diseñar y producir sus propios aviones. A partir de 1937 hubo un amesetamiento de ese ímpetu innovador y comenzó un distanciamiento con las novedades de diseño que avanzarían con velocidad durante la segunda guerra mundial. El 20 de octubre de 1943 la Fábrica Militar de Aviones cambia su nombre por el de Instituto Aerotécnico, a cargo del Mayor de Ejército e Ingeniero Aeronáutico Juan Ignacio San Martín. Aquí comienza otra escala en el desarrollo de la industria aeronáutica.
Había que tomar una determinación para incorporar las innovaciones tecnológicas y no quedar rezagados. Se optó por contratar a los expertos del bando perdedor de la segunda guerra. Primero fue Emil Dewoitine, un francés huido de su país por trabajar para los alemanes durante la ocupación de su país que desarrolló el primer caza a reacción de Latinoamérica, el Pulqui 1. Luego, al ingeniero alemán Kurt Tank (que desarrolló el Pulqui 2), al piloto y al diseñador alemán Reimar Horten, al italiano Cesare Palavecino y a 700 obreros especialistas. Simultáneamente, Gran Bretaña se niega a pagar la deuda que mantenía con Argentina decretando la inconvertibilidad de la libra esterlina por lo que acordó pagar una parte con material de guerra (aviones de reacción, bombarderos, cuatrimotores, etc).
Esos bienes fueron transferidos a la Secretaría de Aeronáutica y comienza otra etapa de desarrollo.  No solo se construyen los Pulqui. Se fabrican los bimotores de bombardeo y combate Ñancú y Calquín, el transporte polivalente Huanquero, los monomotores escuela y de turismo civil El Boyero y Colibrí, el biplaza sin cola Urubú, el planeador de asalto Mañque, el avión de transporte ligero Querandí, el avión de entrenamiento Chingolo y se desarrolló el prototipo del avión de transporte de pasajeros Cóndor.
Entre 1951 y 1952 se firmaron varios decretos para ampliar la producción del Instituto Aerotécnico y, con sus bienes, se constituyó una empresa autárquica: Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (IAME), con el objetivo de investigar, fabricar y reparar material aeronáutico y producir automóviles.
Nacieron así, diez fábricas entre las que se encontraban la Fábrica de Aviones, la de Motores de Reacción, la de Hélices y Accesorios, la de Instrumentos, la de Paracaídas, la de Automóviles, la de Tractores y la de Motocicletas.
Llegaron a trabajar doce mil personas. A la salida de cada turno era un enjambre de trabajadores con sus overoles oscuros saliendo de las fábricas en sus motos. A tal punto, que los colectivos que pasaban por las inmediaciones cambiaban su recorrido durante esos horarios.
En esas fábricas se produjeron el Sedan Justicialista, la Rural Gauchita, el inoxidable Rastrojero, el Furgoncito y el Camioncito Institec, el Sport 1954 descapotable, el tractor Pampa, la moto Puma, el velero escuela Tero, la embarcación con motor fuera de borda Surubí.
Más tarde, vinieron épocas más inciertas. El Instituto Aerotécnico vuelve a ser la Fábrica Militar de Aviones dependiente de la Fuerza Aérea y en 1957 pasa a ser una Dirección Nacional; el complejo aeronáutico pasa a ser el Área Material Córdoba y la producción de automóviles se concentra en IME (Industrias Mecánicas del Estado) que finalmente fue liquidada por la dictadura militar de 1976.
No obstante estos esfuerzos desguazadores, el ingenio colectivo siguió generando productos. Se desarrollaron el avión agrícola Mamboretá, diferentes modelos del avión de ataque ligero Pucará, el avión para 19 pasajeros en alianza con Embraer, el avión de entrenamiento avanzado Pampa.
En 1995 el gobierno menemista concesionó al Área Material Córdoba a la empresa norteamericana  Lockheed Martin Aircraft  y pasó a ser solo un área de servicios y mantenimiento. Esta realidad se revierte a partir del 2009 cuando el Congreso Nacional sanciona la ley 26501 que faculta al Estado a comprar las acciones de Lockheed Martin Aircraft Argentina Sociedad Anónima; el gobierno nacional resuelve su compra y nace la Fábrica Argentina de Aviones “Brigadier San Martín” S.A. con el objetivo de producir aeronaves militares y civiles.
Los tiempos posteriores fueron convulsionados e intermitentes. Fue necesario obtener nuevas certificaciones bajo normas internacionales, incorporación de nuevos procesos aplicados, incorporación de infraestructura. Pero la falta de concreción de proyectos a largo plazo determinó una nueva crisis y el Estado Nacional concretó -en diciembre de 2016- un nuevo salvataje mediante una capitalización de U$S 1700 millones para relanzar la actividad. En 2018, FAdeA logró entregar el primer Lockheed C-130 Hércules modernizado íntegramente en el país y en diciembre de 2018, entregó 3 aviones Pampa III a la Fuerza Aérea. Luego, la actividad decreció notablemente.
Últimamente se apuntó a fomentar el desarrollo de la industria aeronáutica nacional involucrando a proveedores locales. Un intento innovador para relanzar la producción aeronáutica y espacial argentina. Un nuevo proyecto para levantar vuelo.
La gran deuda que FAdeA no ha saldado es la reincorporación de cientos de trabajadores y trabajadoras despedidos en la “Era Macri” y que, pese a las promesas electorales de 2019, a pocas semanas de finalizar su mandato el Gobierno del Frente de Todos ha incumplido de cabo a rabo.