Por Juan Carlos Giuliani*
A todos los que alientan, critican, aportan y mantienen vivo el debate de ideas para que sigamos tratando de explicar lo que nos pasa desde nosotros mismos, sin esperar que los exegetas del sistema se pongan a interpretar los logros y penurias de los trabajadores.
A los compañeros que no se resignan, que pelean, se organizan y dan testimonio cotidiano de la disputa por la renta con los grupos de poder.
A los trabajadores de la ciudad y el campo, del sector público y privado, en actividad, jubilados, desempleados, cuentapropistas, formales, tercerizados, en “negro” o autogestionarios que, pese a todas las dificultades y contradicciones, siguen creyendo y apostando a que su puesto de lucha y realización está en la CTA Autónoma.
A los jóvenes, que están pidiendo pista para protagonizar este nuevo tiempo. A los viejos, que viven dando testimonio de resistencia y dignidad. A las Madres de Plaza de Mayo, símbolo de la lucha por la justicia y la libertad. A los que ya no están, a los que vendrán para seguir sembrando la semilla de un futuro con pan, trabajo y felicidad. A los Chicos del Pueblo, que siguen denunciando que el Hambre es un Crimen.
A los miles de militantes de todos los rincones del país que participan todos los días en acciones concretas de protagonismo popular y le ponen el cuerpo al debate fraterno, haciéndolo como lo hacemos los trabajadores: De cara a los compañeros, en primera persona, apuntando al porvenir, reasegurando la unidad de clase, sin conceder ninguna tregua en la lucha contra los grupos oligárquicos.
A los que se movilizan para que las cosas cambien. A los que expresan a viva voz, o en silencio y anónimamente, la voluntad de construir una sociedad de iguales. A los que ejercitan la pasión militante y sienten –en cuerpo y alma- la sensación de estar demostrando, una vez más, nuestra infatigable capacidad de reinventarnos.
A los que apuestan a la perspectiva del reencuentro con lo mejor de nosotros mismos y sienten que estamos protagonizando un nuevo tiempo. A los que luchan y no conceden licencia social a las corporaciones y los gobiernos de cualquier signo político para envenenar la tierra, el agua, el aire, enfermar y matar a la población.
A los que ratifican en la práctica cotidiana nuestra decisión de profundizar un nuevo modelo de organización de la clase trabajadora basado en la autonomía de los patrones, los gobiernos y los partidos políticos. Autonomía que no es neutralidad. La neutralidad no existe. Peleamos todos los días para terminar con este sistema injusto y violento. Tenemos muy en claro al enemigo de clase. Apostamos a que, más temprano que tarde, y como dice la vieja canción de la Guerra Civil española, “la tortilla se de vuelta/ que los pobres coman pan/ y los ricos mierda, mierda”.
A los que dan pelea por una Democracia Participativa, la Soberanía sobre nuestros Bienes Naturales, una justa Distribución de la Riqueza y la Integración Latinoamericana.
A los que bregan por la Emancipación Nacional.
A la memoria de nuestros compañeros caídos en la larga lucha por la liberación nacional y social de nuestra Patria.
A los trabajadores de todos los oficios, generadores de la riqueza de las naciones, que enaltecen la condición humana y no se resignan a habitar un mundo diseñado para unos pocos.
A los compañeros que han decidido transformar el voluntarismo heroico de la resistencia de los ’90 en la voluntad política para no delegar más, para ganar y no para defenderse y construyen protagonismo social con nuestras propias herramientas para gobernarnos.
A los que piensan y accionan en clave de futuro.
A los que encienden la chispa de la rebeldía de los sumergidos para confrontar con el capitalismo extractivista.
A los que defienden, pregonan y ejercitan la libertad y democracia sindical.
A los que están dispuestos a acompañar la esperanza popular sin resignar pensamiento crítico.
A todos ellos, ¡Felices Fiestas!
*Vocal de la Comisión Ejecutiva Regional de la CTA Autónoma Río Cuarto. Congresal Nacional de la CTA-A en representación de la provincia de Córdoba