Amazon: Un sindicato de base en el corazón de EE.UU.

Por Ale Kur

A comienzos de abril las y los trabajadores de EE.UU. obtuvieron un importante triunfo: por primera vez los ocho mil operarios de un depósito de Amazon votaron adherir a un sindicato: Amazon Labor Union (A.L.U.). La decisión tomada por los empleados de la instalación JFK8 de Staten Island, Nueva York, abre la posibilidad de comenzar a romper el paradigma antisindical del numeroso “sector servicios” del país que nuclea a casi el 80% de su fuerza laboral y aporta una porción similar de su producto bruto. La empresa Amazon por sí sola emplea más de un millón de personas en todo EE.UU. y es el segundo empleador privado más grande del territorio estadounidense.

Por eso la histórica votación de los trabajadores de JFK8 ya está generando algunas importantes repercusiones. El presidente de A.L.U. Chris Smalls informó que empleados de otros 100 lugares de trabajo de Amazon del país se comunicaron para manifestar su interés en adherirse. Durante la última semana ya se está llevando adelante la votación de adhesión en el centro LDJ5 (parte del mismo complejo de Staten Island) con otros 1.500 trabajadores: un resultado afirmativo sería un importante punto de apoyo para el proceso de expansión y consolidación de la organización gremial.

El triunfo en Amazon aceleró a su vez el proceso de sindicalización ya existente en la cadena de cafés Starbucks: sólo en esta última semana 12 nuevas sucursales votaron sindicalizarse, acumulando ya 35 en 15 estados. Para completar el panorama, más de 180 sucursales en todo EE.UU. solicitaron la realización de votaciones similares, en una ola que parece imparable.

Por su parte, la posición adoptada por la patronal de Amazon frente a la votación en JFK8 fue desconocer los resultados e intentar impugnarlos ante el National Labor Relations Board, organismo estatal encargado de las relaciones laborales, alegando supuestas conductas ilegales de los trabajadores. La empresa continúa también invirtiendo millones de dólares en campañas antisindicales y refinando sus tácticas, ahora volcando sus recursos para influenciar los resultados en LDJ5.

El objetivo de Amazon es evitar tener que sentarse a negociar con A.L.U. un contrato de trabajo (es decir, un convenio colectivo que incluye el salario, las condiciones laborales y los beneficios), lo que le daría a los trabajadores un importante poder sobre la empresa, incluido el derecho de realizar huelgas legalmente reconocidas. Por lo tanto, es probable un escenario de larga “guerra de desgaste” que en EE.UU. adquiera una importancia política de escala nacional en tanto “caso testigo” para la relación de fuerzas general entre la clase obrera y las grandes empresas.

Esta “nacionalización” del proceso iniciado en Amazon puede verse también en un acto que A.L.U. realizó frente al edificio de LDJ5. En el mismo participaron como oradores algunas importantes figuras de la política norteamericana como Bernie Sanders (histórico militante socialista, senador nacional por Vermont y dos veces precandidato presidencial) y Alexandria Ocasio-Cortez (diputada nacional por uno de los distritos de Nueva York y también socialista, una de las figuras de mayor impacto mediático de la izquierda). También se hicieron presentes representantes de varios sindicatos de EEUU: el poderoso sindicato de camioneros International Brotherhood of Teamstersque hace poco meses atravesó un recambio de su conducción histórica dando lugar a una nueva orientación, y sindicatos de auxiliares de vuelo, trabajadores postales y docentes.

Una participante describió la atmósfera como “eléctrica”, y los diversos discursos remarcaron la importancia del proceso en Amazon y su posible impacto sobre el conjunto de los trabajadores norteamericanos. Sanders también llamó al presidente Joe Biden a que reciba a los activistas de A.L.U. y de Starbucks en la Casa Blanca para dar un mensaje inconfundible de apoyo político.

En estas condiciones, A.L.U. se coloca en un lugar estratégico en la política de EE.UU., beneficiándose también de una ola de apoyo a los sindicatos por parte de la población y del interés de la administración demócrata por reconstruir lo que fue una de sus principales bases de apoyo durante el siglo XX: las organizaciones gremiales.

Una organización sindical atípica

El sindicato A.L.U. es una organización muy poco tradicional. Su origen se remonta a abril de 2020: en plena pandemia Amazon se encontraba aumentando sus ganancias como producto de la expansión del comercio online y los servicios de delivery. Esta actividad extraordinaria llevó tanto a un aumento de los planteles laborales como de su ritmo de trabajo y, sobre todo, de su exposición a los riesgos del COVID.

En ese marco Chris Smalls (trabajador del depósito JFK8, afroamericano y por entonces en sus 30 años) encabezó una protesta denunciando las condiciones y los riesgos laborales. La empresa reaccionó despidiéndolo, luego de lo cual Smalls y alrededor de otros 15 trabajadores comenzaron a desarrollar su propia organización sindical. Para ello comenzaron a reunir fondos con la plataforma de recaudación GoFundMe, apelando al aporte solidario de compañeros de trabajo y simpatizantes. Finalmente en abril de 2021 esta organización fue fundada formalmente como A.L.U., de la cual Smalls es presidente desde entonces.

Este proceso tiene varios elementos que rompen con la forma corporativa-tradicional de organización sindical. El núcleo de activistas de A.L.U. conformó un sindicato independiente y totalmente nuevo, en vez de apoyarse en alguno de los grandes gremios ya consolidados de otras ramas laborales. Su liderazgo está formado por los propios trabajadores de la fábrica y se caracteriza por una fuerte impronta juvenil (el promedio de edad es de 26 años), multirracial y por el protagonismo de las mujeres. Estos rasgos disruptivos pueden verse hasta estéticamente en el estilo “hip-hopero” de Smalls, que desentona con el perfil habitual de los sindicalistas.

La diputada Alexandra Ocasio-Cortez y el dirigente de A.L.U., Chris Smalls

El otro rasgo a destacar es el perfil político-ideológico de las y los activistas, en el que predomina una tónica de izquierda: Smalls luce orgulloso el slogan “Eat the rich” (“comerse a los ricos”) y se refiere habitualmente a lo que está ocurriendo en Amazon como una “revolución”. En el comité organizador de A.L.U. participan también militantes socialistas y comunistas, algunos de los cuales ingresaron a trabajar a Amazon con la intención deliberada de desarrollar allí una labor organizativa. En su conjunto puede verse el impacto de movimientos como el antirracista Black Lives Matter (con su mensaje de justicia social y racial), la oleada feminista y la perspectiva anticapitalista de Occupy Wall Street que permeó a toda una generación. 

El núcleo de activistas de A.L.U. desarrolló también una estrategia muy interesante para hacer pie entre los trabajadores: el eje fue la construcción de “una comunidad” mediante la presencia permanente en la planta (materializada en una carpa y en las actividades realizadas regularmente frente a ella), la realización de comidas colectivas y fogatas, los gestos de apoyo y asistencia en la vida cotidiana y sobre todo, la formación de lazos entre compañeros y compañeras de trabajo.

El mayor énfasis estuvo puesto en la comunicación uno a uno aprovechando los espacios de descanso, las paradas de colectivo de la empresa (según los relatos de los activistas uno de los lugares donde más conversaciones se desarrollaron), la cafetería y en general todo espacio donde se nuclearan los operarios. El objetivo era mostrarse accesibles para responder todo tipo de dudas y desarmar prejuicios, inclusive (y sobre todo) con los sectores inicialmente más reacios al sindicato.

Los activistas del núcleo organizador utilizaron hasta sus días libres para acercarse a la planta a intentar mantener nuevas conversaciones con sus compañeros. También desarrollaron una política activa de involucrar a los simpatizantes menos comprometidos para que mostraran públicamente su apoyo e intentaran sumar nuevos. Los organizadores relatan que inclusive llegaron a participar en varias charlas de “público cautivo” que la empresa organizó para influenciar a los empleados contra el sindicato. Esta tenacidad llevó a que varios fueran arrestados.

Otro de los rasgos innovadores y decisivos de A.L.U. fue su determinación de involucrar a todos los grupos étnicos y culturales, algo muy importante ya que una parte considerable de ellos son inmigrantes de diversas regiones del mundo. Para ello se comunicaron en sus propios idiomas (los panfletos fueron traducidos a varias lenguas) y realizaron actividades diseñadas para esos grupos específicos y sus costumbres. Esto no solo fue una herramienta organizativa muy efectiva sino que también una forma de combatir la xenofobia y construir unidad de clase en los propios centros laborales.

De conjunto, esta orientación permitió a los activistas ganarse la confianza de una franja muy amplia de trabajadores (incluídos sectores de mayor edad o más conservadores) y ser reconocidos como parte de ellos. Esto fue muy útil para desarmar el discurso de la empresa que intentaba hacerlos pasar como “agentes externos”, pero también para desarmar la desconfianza “espontánea” que existe en muchos lugares hacia los sindicalistas (asociándolos a privilegios, corrupción e intereses propios).

Con esta aproximación los organizadores de A.L.U. pudieron canalizar un amplio descontento existente hacia las largas jornadas laborales de Amazon (de hasta 12 horas diarias durante varias semanas seguidas), los salarios insuficientes para una vida digna, los accidentes y enfermedades laborales, los ritmos inhumanos de trabajo y en general las formas sistemáticas de explotación y maltrato laboral.

Los resultados están a la vista: casi 2.700 trabajadores votaron su adhesión al sindicato, abriendo así una nueva etapa para el movimiento obrero nortemericano.

Fuente: www.primera-linea.com.ar