Quieren la chancha, los 20 y la máquina de hacer chorizos

Por Juan Carlos Giuliani*

Son patrones de estancia y no conocen de sutilezas. Están a acostumbrados a mandar y a que se les obedezca. Quieren la chancha, los 20 y la máquina de hacer chorizos. Son los dueños de casi todas las cosas. No les gusta que se los contradiga y, mucho menos, que le toquen sus intereses. Tienen a sus trabajadores -los peones rurales, alguna vez reivindicados durante el primer peronismo,- como esclavos. Desprecian lo masivo y popular. Viven mirando hacia Europa y Estados Unidos y dándole la espalda a Nuestra América mestiza.

Ellos quieren ganar siempre.

Disponen de un coro de alcahuetes bien pagos que desde las secciones de “periodismo rural” de las páginas de los diarios, los espacios audiovisuales y las redes sociales amplifican hasta el cansancio su discurso hegemónico. Un relato basado en la construcción cultural e ideológica que la oligarquía impuso a sangre y fuego contra el indio, el gaucho y el obrero: “Si le va bien al campo le va bien al país”. El concepto “campo” en sí mismo es una entelequia, porque el “campo” donde se produce la agricultura familiar, donde labran los chacareros y campesinos pobres, o cuidan sus animales familias rurales en economías de subsistencia, no tiene nada que ver con el “campo” de los estancieros, los grandes cabañeros, criadores o los pool de siembra. La “Pampa Húmeda” creció a la sombra de esa doctrina que ensalza la “Campaña del Desierto”, coloca en el bronce a Roca, aplaude a los líderes unitarios, deshonra a los caudillos federales, desprecia a la chusma de gauchos que los seguían, manifiesta desdén por Yrigoyen, denosta al peronismo, reivindica la dictadura genocida y acompaña hasta la puerta del cementerio al reciente Gobierno del Macrismo. Aquí y ahora, frente a la derrota del oficialismo en las elecciones legislativas, el leonino acuerdo firmado por el Gobierno de Alberto Fernández con el FMI legalizando la estafa de Macri y una inflación galopante que golpea con fuerza a los sectores populares, afilan las uñas para volver recargados y retrasar el reloj de la historia.

Ellos quieren ganar siempre.

“Queremos nuestro país de vuelta. Nos lo van a devolver, por las buenas o por las malas”, dijeron con una soberbia impunidad los voceros del “Tractorazo” a Plaza de Mayo el 23 de abril, escoltados por una caravana de 4X4 de última generación. Reivindican el mito de la Nación poderosa del Siglo XIX surgida tras la derrota de los federales a manos del unitarismo porteño y el encumbramiento de la “Generación del 80”. Añoran la época del “Granero del Mundo”, cuando sus hijos tiraban manteca al techo en París, y la Década Infame. Se consideran la clase elegida y son portadores del servilismo cipayo al Imperio Inglés primero y al yanqui después. Plantean una sociedad y un país predemocrático. Proponen volver a la Argentina agropastoril y apuestan a restaurar un pasado dorado -el previo al peronismo- donde se desconocían los derechos a las mayorías populares.

Ellos quieren ganar siempre.

Frente a esta nueva embestida de las minorías del privilegio es menester resistir construyendo unidad, organización y poder popular. Reivindicando la autonomía y centralidad de la clase para expresar el apoyo al Gobierno en aquellas medidas que van en la dirección correcta para devolver derechos asegurando el bienestar de la gente, y para criticar, cuestionar y confrontar cuando encara -como lo está haciendo con preocupante frecuencia- hacia lugares donde no debe ir y perjudica al pueblo. En este caso, el silencio no es salud. Y la desmovilización mucho menos. Hay que intervenir en el debate y la acción interpelando al oportunismo político de la legión de aplaudidores acríticos, portavoces del posibilismo y la resignación, que termina haciendo el juego a una oposición retrógrada, que sueña con reponer el revanchismo oligárquico en el próximo turno electoral.

Ellos quieren ganar siempre.

De la resistencia activa y constructiva del campo popular, depende que no lo sigan haciendo a costa del hambre y el sufrimiento de nuestro pueblo y de la entrega de Soberanía Nacional.

*Vocal de la Comisión Ejecutiva Regional de la CTA Autónoma Río Cuarto. Congresal Nacional de la CTA-A en representación de la provincia de Córdoba