“El Anfi”, construido con la fuerza de los sueños

Por Jesús Chirino*

Fue un sueño colectivo el que proporcionó el empuje y la fuerza necesaria para construir el escenario mayor de la ciudad de Villa María. En enero de 1968, las voces del canto popular se elevaron a orillas del río Ctalamochita.

Esa realidad concreta se construyó a partir de la idea de organizar un gran festival que había recorrido los sueños de quienes asistían a las peñas y academias folclóricas de la ciudad.

Desde allí surgió el impulso inicial para concretar la construcción del Anfiteatro y la realización de uno de los festivales musicales más reconocidos de la provincia…

¡Tito Suárez, cantor y tantas cosas más!

Por entonces Villa María poseía una importante actividad cultural. Tanto la música como la danza local se expresaban dentro del movimiento renovador del folclore argentino que vibraba en toda la geografía del país a la par que nacían grandes festivales. Un grupo de activos actores de ese movimiento en Villa María se planteó la construcción del Anfiteatro Municipal y la realización del Festival Nacional de Peñas.

La voz de Alberto “Tito” Suárez fue una de las que trabajó la melodía del Festival, para que la misma trascendiera en el tiempo. En enero de 1973, a propósito del origen de ese evento anual, declaró al diario cordobés Los Principios que “remedando a los libros sagrados, podríamos decir que al principio fue el Centro Cultural Folclórico Talamochita (sic), peña en la que solíamos reunirnos un grupo de aficionados a nuestros cantos y a nuestras danzas. Recuerdo entre ellos a Héctor Garayalde, a López Lazo, Arbitelli, a Barrera, a Rino Bianchi.

Paralelamente existían en la ciudad distintas academias particulares de danzas nativas y recitación. En nuestras veladas peñeras a la hora de los proyectos solíamos entusiasmarnos pensando en algo importante para la ciudad, al estilo de los grandes festivales cordobeses”.

El Tito cantor, nombrado en la Zamba de Villa María, integrante del recordado conjunto Los Arrieros, hacía memoria y tiraba esos nombres, pero seguro le quedaron otros en el tintero, porque si algo caracterizó este emprendimiento fue la suma de voluntades que aportaron sueños y materiales para concretarlo en la realidad.

El mismo Suárez recordó que “alguien trajo una noche la idea de aprovechar la parte que las aguas del lago del Balneario” dejaban libre constituyendo una depresión del terreno que conformaba “un amplio declive en forma de hemiciclo, para organizar allí un festival monstruo. Imaginábamos la platea ocupando el hemiciclo y pensamos en un escenario en forma de guitarra gigante emplazado en medio del lago…

Un día del año 1967, la Municipalidad local creó la Comisión Municipal de Turismo… proyectaron la construcción de un Anfiteatro, allí junto al lago y de inmediato comenzó su construcción…

Nos pusimos en contacto con la gente del Anfiteatro. Nació así la idea de realizar estos festivales de peñas folclóricas, que era lo que aparecía dentro de nuestras posibilidades locales teniendo en cuenta ese movimiento de academias y peñas”. Así fueron sumándose voluntades, por un lado una importante cantidad de folcloristas locales queriendo mostrar lo suyo, por otra parte fuerzas institucionales que vieron la posibilidad de promocionar la ciudad como opción turística para la región.

Amigos del Anfiteatro y movimientos oficiales

Se creó la Comisión de Turismo a nivel municipal, integrada por un presidente, designado por el intendente, y cuatro vocales elegidos de las ternas presentadas por el Centro Comercial e Industrial de la ciudad, Asociación de hoteles, el Club de Leones y Cámara Juniors.

El 14 de junio, en conferencia de prensa, la comisión informó que estaba aprobada la construcción del Anfiteatro. Participaron de esa conferencia el presidente de la Comisión, Ernesto J. Barcellona, junto a otros integrantes de la dependencia municipal como Juan Carlos Avalle, Aldo Invernizzi, Silvio Mandrile y Daniel A. Baysre.

En la oportunidad se mostraron los planos señalando que la obra se financiaría mediante un “préstamo del Fondo Nacional de las Artes”, la “colaboración de la Municipalidad” y la “venta de estampillas de contribución sin valor postal” que se podrían “adquirir en distintos comercios locales”.

Antes del armado de la comisión municipal, el 25 de mayo de 1967, en el salón del Cuerpo de Bomberos Voluntarios, quedó constituida la Asociación de Amigos del Anfiteatro, donde se expresó la posibilidad de organizar un gran festival de peñas folclóricas.

Inauguración en 1968

Iniciada la obra del Anfiteatro se trabajó contrarreloj, pero no pudo inaugurarse durante 1967, como se pretendía. En diciembre de ese año el comisionado municipal Julio Nóbrega Lascano (23/09/1967 al 03/09/1969) y la Comisión Municipal de Turismo hicieron el anuncio e invitaron “al acto de inauguración de las obras del Anfiteatro, ubicadas en la zona del Balneario Municipal a orillas del río Tercero”. La fecha fijada fue el viernes 5 de enero de 1968, a partir de las 19.45.

Se previó que las autoridades se concentraran en el edificio de la administración municipal para luego marchar, en caravana, hacia el Anfiteatro y proceder a la inauguración del mismo. Allí el presidente de la Comisión Municipal de Turismo haría “ofrecimiento de la obra a la Municipalidad” y el comisionado municipal, en nombre de la administración local, aceptaría que el Anfiteatro Centenario pasara a integrar, de manera formal, el patrimonio de los villamarienses.

Aunque la obra ya era de toda la ciudad porque muchos fueron los que colaboraron. Comercios entregando materiales a crédito, más de un centenar de donaciones particulares, el esfuerzo de los miembros de las comisiones, la actividad de los periodistas y una larga lista compuesta por hombres y mujeres anónimas que también acercaron lo suyo.

El sueño se hace realidad

Para ese festival inaugural se dispusieron sillas, muchas de ellas debieron ser alquiladas en la ciudad de Córdoba. Pero, a pesar de las limitaciones, el sueño se concretó. El primer Festival fue un espacio de canto y danza que se extendió por tres noches, el viernes 5, el sábado 6 y el domingo 7 de enero de 1968.

Aquel inaugural 5 de enero el periodista que, junto a Daniel Baysre, había tenido a su cargo la difusión nacional del evento, Héctor Cavagliato, dio inicio a una fiesta de indudable carácter popular.

Para llegar a ese momento, se vencieron muchos obstáculos, incluso se tuvo que hablar con la Dirección de la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos para “flexibilizar” el horario de cierre que los militares habían impuesto a las confiterías (las 3 de la mañana). Luego de Cavagliato, siguió el primer animador del festival, Ricardo Schmider, el mismo que fue creador del anuncio ¡Aquí… Cosquín!

Paso seguido se desató la fiesta del canto y la danza folclórica: había nacido una de las fiestas más populares de la ciudad. Su motor había sido un sueño colectivo.

*Docente. Periodista. Secretario General de la Unión de Trabajadores de Estados Municipales (UTEM-CTA). Secretario Gremial de la CTA Autónoma Regional Villa María

Fuente: www.eldiariocba.com.ar