“El Bloque Dominante lo caga a sopapos y el Gobierno actúa como si nada ocurriera”

Por Emiliano “Gaita” Ameigeiras

Claudio Lozano es economista y dirigente de Unidad Popular. Como parte del Frente de Todes integra el directorio del Banco Nación. En la primera parte de este diálogo exclusivo con Primera Línea reflexiona sobre las causas de la inflación y cómo afrontarla.

– Argentina se enfrenta a su inflación interanual más alta en décadas que, además, se da en el marco de un proceso de aumento de precios sostenido durante años bajo gobiernos de distinto signo político ¿cómo se explica esto?

– La inflación siempre es una disputa por la apropiación del ingreso entre los distintos actores que participan del proceso económico. Hay inflación cuando no se puede imponer un orden y prima la lógica del mercado de acuerdo a quién tiene mayor capacidad de intervención, y ese es el sector que termina apropiando más que otros.

La inflación no es sólo la suba de los precios, sino que es un cambio en la relación entre los precios. Por eso en el proceso histórico hay distintos momentos. No es igual la tasa de inflación del período kirchnerista que la tasa de inflación del macrismo, ni tampoco la de este periodo.

La kirchnerista fue una tasa de inflación, en términos comparativos, notablemente baja respecto a la actual. Cristina se va con una inflación del 25%, y con algunos precios que estaban en términos relativos más baratos, por ejemplo, los alimentos y la energía. Esto, en función de la estrategia de política económica que existía, permitía que el impacto de la inflación sobre los sectores productivos y sobre los sectores sociales fuera menor al actual.

Si yo tengo alimentos baratos, el impacto de la inflación sobre los sectores populares es menor. Y si tengo energía barata el costo de producción de la Argentina es menor y por lo tanto el impacto sobre los sectores productivos también es menor. Por lo tanto hay un diseño que defiende más, en ese esquema de precios, el comportamiento de la producción y del empleo que otros, como puede ser en el caso de Macri.

– ¿Cuáles fueron las características del proceso inflacionario entre 2015 y 2019?

– El gobierno de Macri es una experiencia de desregulación de mercados donde se libera la tasa de interés, por lo tanto hay costos financieros altos, se permite la evolución del tipo de cambio sin retenciones de ningún tipo y consecuentemente sube el precio de los alimentos y al mismo tiempo también se alinea y dolariza el precio de la energía. De esa manera uno tiene mayores costos para la producción -porque la energía se encarece- y salarios reales a la baja que achican el mercado interno. Y el achicamiento del mercado interno, más costos de producción con costos financieros más altos, hacen cada vez más compleja la producción local que además al tener competencia importada tiende a desestructurarse.

A eso se le agrega el hecho de que la tasa de interés combinada con un tipo de cambio que no se movía demasiado permitía procesos de endeudamiento y especulación donde la timba financiera ocupaba un lugar privilegiado respecto a la inversión productiva. Ese formato de precios es un formato distinto en donde la inflación está jodiendo a los sectores populares y está permitiendo que los grandes capitales asociados al endeudamiento, a la renta financiera y a los sectores exportadores tengan un pasar bastante más interesante.

Obviamente ese esquema siempre tiene un tiempo de duración, que es el tiempo de ingreso de capitales del exterior que buscan hacer rentas y que por lo tanto se mezclan con los nuestros en ese proceso. Porque llega un punto en donde el nivel de sobreendeudamiento de la Argentina hace imposible que le sigan prestando. Esto pasó con la dictadura militar y pasó también con Macri. En ese momento es donde se produce el crack que implica el salto del tipo de cambio y la crisis de ese modelo.

En el medio está la fuga de Macri al Fondo que aparece como auxiliar en última instancia permitiéndole dos años más de gobierno que no hubiese tenido de otra manera. Y condicionando el destino de la Argentina mediante un crédito que yo diría que va más allá del FMI, es un crédito de contenido geopolítico, asociado a los intereses de EE.UU. para controlar en la región a un país complejo que tiene puntos de asociación potencial y negocios reales con China en materia de comercio exterior, finanzas y tecnología. Eso indudablemente hace que Argentina sea una especie de bola loca en el tablero del patio trasero estadounidense.

– Describís distintos tipos de inflación pero, de una u otra manera, parece que siempre va a haber aumentos de precios sostenidos ¿por qué?

– Argentina viene de ser un país sumamente integrado socialmente. Del proceso de desarrollo que tuvo desde el peronismo hasta mediados de los 70, más allá de los diferentes gobiernos, se mantuvo un proceso de industrialización dirigido al mercado interno con una distribución del ingreso relativamente interesante, sobre todo comparada con el resto de América Latina.

Eso se rompe a partir del golpe de 1976 y lo que aparece es un proceso que paulatinamente descarga una verdadera estrategia de la desigualdad; que empieza a organizar otro país y que implica la liquidación de la burguesía nacional, la desarticulación del mundo laboral y el deterioro de los trabajadores. Y hay también resistencias al intento de una Argentina que se va reprimarizando al compás del endeudamiento y la especulación financiera.

Ese país que éramos y que empieza a romperse a partir de la dictadura y que se intenta consolidar con Menem y con Macri, encuentra resistencias que le ponen límites a partir de las luchas sociales. Ese país que dejó de ser y este país que intentan consolidar siempre tiene una distribución que no puede ordenarse, no hay un poder político constituido que la ordene.

No lo hemos podido construir nosotros desde los sectores populares, pero las clases dominantes que son las que desplegaron la dictadura y las que condujeron la experiencia menemista y la experiencia de Macri tampoco lograron un nivel de consolidación hegemónica. Las resistencias se han mantenido, existen, la Argentina tiene una experiencia de lucha histórica de su pueblo muy potente.

Ese conflicto entre dos modelos de sociedad es lo que está por detrás en serio de la disputa por la inflación, por eso es un tema que va más allá de la cuestión económica y que reclama de una estrategia política integral de un lado o del otro.

Además hay conflictos también al interior de las propias clases dominantes. Mientras se va produciendo esto, hay algunos que pierden. Por lo tanto no es sólo la pelea entre los precios y los salarios, es la pelea al interior de las distintas fracciones del capital, que están insertos de distinta manera en diferentes lugares del proceso económico y financiero.

– ¿Qué medidas considerás que se deberían tomar en lo inmediato para contener la inflación?

 Insisto con que la inflación implica no solo la suba, sino un cambio en la composición de los precios, y lo que está en discusión es el tipo de país.

La inflación en este momento responde a una estrategia deliberada de resistencia del poder económico a cualquier intento de mejorar la distribución del ingreso para el conjunto de la población. Y esa resistencia se está consolidando porque el gobierno trabajó y trabaja hasta el momento con un enfoque basado en establecer algún nivel de acuerdo con el bloque de poder. En ningún momento ha ido a fondo con las regulaciones, no ha establecido retenciones, no ha jugado las cartas que debía jugar para poder controlar esto. Por lo tanto esto se ha podido expandir, se ha podido sostener como una barrera casi infranqueable donde todos los acuerdos planteados por el gobierno, han sido tirados a las nubes por el propio poder económico.

Acá hay tres cosas para hacer. Lo primero es que no se puede tener una situación en materia internacional como la que se tiene y no tener un diseño de retenciones sobre los productos que la Argentina coloca en el mundo de manera tal de desacoplar los precios internos de los internacionales. Esto vale para el trigo, el maíz y la soja como para la carne, el acero, el aluminio y otras commodities, y obviamente con el tema de la energía. Digo si vos no haces eso ya estamos complicados.

Hoy tenemos productos que están 100% o 120% por encima de lo que estaban en el 2015 en precio internacional, con retenciones que están en la mitad de lo que estaban en aquel momento. Es decir que por un lado estamos perdiendo recaudación que permitiría financiar la actividad del Estado y por otro lado se está permitiendo que los precios internos no tengan límites. Estamos dejando que la prioridad sea la exportación y de esa manera no estamos garantizando lo que habría que garantizar para la mesa de los argentinos. Y lo mismo está pasando con la energía y con el acero y con el aluminio, son todos precios que suben.

Ese es un primer dato gravísimo de lo que viene ocurriendo y no ahora con la guerra. Viene ocurriendo con los precios a la suba que empezaron a mediados del 2020 y nunca hicieron nada por el enfoque de acuerdismo con el bloque de poder. Ahí hay un enfoque por parte del gobierno que es “no me quiero pelear con el bloque de poder, no me quiero pelear con el Fondo, no me quiero pelear con EE.UU., vamos a lograr un acuerdo que me permita oxigenar la coyuntura”.

Lo único que está claro es que han querido tener un acuerdo, el oxígeno no lo han conseguido. No se lo han dado y lo peor es que el bloque dominante cada vez que puede lo caga a sopapos al gobierno y el gobierno mantiene el criterio como si nada hubiera ocurrido.

– Quiere acordar a toda costa con quienes ya tienen decidido que no van a acordar.

– Exactamente, acá hubo una evaluación del gobierno que nosotros como fuerza política en el Frente de Todos no la compartimos y lo dijimos. La evaluación era que en un contexto donde Macri como opción política había sido derrotado y se había ido como se fue con un fracaso estrepitoso en todo terreno, el establishment no tenía alternativa para gobernar la Argentina, consecuentemente había un marco para propiciar un acuerdo.

Creo que eso estuvo. Un marco además en el contexto de una América Latina que en ese momento estaba distinta a como está ahora, porque en ese sentido nosotros acá dimos el primer batacazo sacándonos de encima a Macri, lo que abrió la puerta a todo otro conjunto de cosas que es la recuperación de Bolivia, es Lula en Brasil, que es Chile con Boric, que es Xiomara Castro en Honduras y que es la posibilidad de Colombia. Todo un conjunto de situaciones que se fueron dando luego pero que en aquel momento no estaban.

En ese contexto de una Argentina “aislada” en América Latina, que sólo tenía lejos a México como país con el cual estructurar algo, me parece que ellos pensaron razonablemente que había un tiempo de diálogo que estructurar y que tenía que tener resultados. El problema es que apareció la pandemia y se planteó la fractura con el poder porque el Gobierno Nacional razonablemente se paró en defensa de la vida y la salud y puso límites. Buscó inyectar recursos en la salud y paralizó la economía con la cuarentena temprana, por lo tanto paralizó negocios.

La reacción del poder es la misma de Trump, de Bolsonaro. La primera reacción es Techint despidiendo 4.500 tipos en Neuquén cuando el gobierno estaba pidiendo, por favor, que contuvieran a la gente y no la despidieran. Entonces a partir de ahí la pandemia abre una fisura que rompe el escenario con el que el gobierno asumió y se suben los medios que empezaron a, permanente y persistentemente, debilitar la cuarentena.

También se sube la opción de Juntos por el Cambio acompañando eso, llegando a los disparates y locuras del tema de la violación de la libertad, de la vacuna rusa que era veneno y todas las boludeces esas que existieron. Pero con un gobierno que se había plantado bien en ese contexto, a punto tal de que yo creo que si las elecciones hubieran sido en el 2020, hubiera ganado por escándalo.

En ese contexto el poder lo apretó de todas las maneras e incluso económicamente sobre septiembre, octubre, empezaron las presiones cambiarias. A pesar de eso continuó con la misma senda: profundizar el ajuste fiscal y monetario, el acuerdo con el Fondo… todo el 2021 es un año de ajuste del gobierno. El gobierno no cambió la estrategia cuando ya era evidente que el poder económico sí había modificado la suya. Si había alguna posibilidad de hacer algún tipo de acuerdo, eso había saltado por el aire.

– Mencionabas que había tres cosas para hacer respecto a la inflación, la primera las retenciones ¿las otras dos?

– Un segundo tema es el de contralor sobre los mercados, oligopólicos y monopólicos de la Argentina, fundamentalmente alimentos e insumos de uso difundido. En esto el control tiene que ser social sobre el sistema de formación de precios. Eso no quiere decir mandar algunos pibes militantes a los supermercados, sino que implica entender que una cadena de producción es un ámbito donde hay una multiplicidad de productores, hay grandes grupos empresarios, hay pequeñas empresas medianas, hay trabajadores, hay cooperativas, hay consumidores.

Hay organizaciones que tienen que ver con todos estos espacios, cada cadena hay que armarla socialmente y hay que sentarla en la misma mesa en donde el Estado, con esos actores, hilvane alianzas que limiten los impactos de las posiciones dominantes. Este es el camino que hay que construir y es utilizando obviamente todas las reglas, todas las normas que el Estado tiene: la Ley de Góndolas, la Ley de Abastecimiento, la Ley de Defensa de la Competencia, todas las herramientas que tenemos y las que se puedan construir.

Pero además con la vocación de intervenir fortaleciendo opciones sociales cooperativas, estatales, que favorezcan que haya mejores opciones productivas, mayor capacidad de achicar la distancia entre productor y consumidor. Digamos, compitiendo con las cadenas de hipermercado que están que hacen diferencias muy importantes en desmedro tanto del productor como del consumidor.

El segundo gran bloque es ir con la sociedad sobre los mercados que Argentina tiene, que son mercados absolutamente imperfectos pero que esas imperfecciones tienen que ver con poderes constituidos que además a esta altura del partido no es el Estado el que tiene el poder para resolverlo. El Estado que tenemos está desguazado, por eso es que hay que dotarlo en la comunidad. Estamos en una etapa que es la de la post democracia en donde las instituciones representativas valen muy poco a la hora de decidir y los que deciden son los poderes fácticos. Por lo tanto hay que transformar en poder a la comunidad.

Y el tercer punto además de esto es que en el contexto de aceleración de precios a niveles como los que estamos hay que hacer un shock de congelamiento, hay que congelar. Hay que parar la pelota y empezar a diseñar la relación entre los precios y qué país querés hacer. Yo no quiero un país con tasas de interés elevadas, con energía cara y salarios baratos, quiero exactamente otra cosa. Quiero tasas de interés baratas, costo energético barato y salarios más altos. Quiero un país que tenga mercado interno y que favorezca el proceso productivo sobre la base local y eso es un diseño de precios diferente.

Parar la pelota para reorganizar sobre la base de retenciones un sistema social de formación de precios sería lo que habría que construir ahora y eso requiere poder político. No hay solución a un proceso inflacionario sin poder político que, como digo, es la discusión del orden de una sociedad, no es cualquier cosa.

Y el problema es que el gobierno se encuentra hoy debilitado políticamente. En lugar de haber retomado y vuelto a las fuentes luego de la derrota electoral de 2021, buscando reconstituirse para afrontar una estrategia diferente, lo que ha hecho es tratar de articularse con los factores de poder para durar.

Fuente: www.prinera-linea.com.ar