El botín venezolano

OPINIÓN

Por Marcelo Vázquez

El 23 de febrero será un día clave. La extensa y sinuosa frontera colombo- venezolana medirá fuerzas entre el intento golpistas de Washington, que pretende que esa fecha ingrese la “ayuda humanitaria” que está varada en Cúcuta, y la resistencia bolivariana ¿Qué hay detrás de esta amenaza?¿Qué papel juegan Rusia y China en este escenario?

Esta nueva provocación impulsada por Donald Trump contra Venezuela revela un conflicto de mayores proporciones.

Varios analistas coinciden en que no se trata solo de Venezuela sino del control geopolítico regional en medio de un reacomodo mundial de las potencias.

Para Telma Luzzani, experta en temas militares estadounidenses: “A estas alturas nadie puede creerse que la intervención de Washington tiene que ver con algún tipo de ayuda al pueblo venezolano o a la democracia, como suelen decir. Es más, esta vez ya no dicen eso. Han sido mucho más explícitos como nunca antes en la historia”.

Ante las constantes amenazas de Estados Unidos de que todas las opciones para derrocar al gobierno de Nicolás Maduro están sobre la mesa, la comunidad internacional observa con expectativas las reacciones desde la otra punta del globo: Moscú y Pekín. Los otros dos centros de poder mundial.

“Por distintas razones, vinculadas con objetivos económicos y geopolíticos, considero que Rusia y China no van a permitir que Estados Unidos establezca un derecho internacional fuera de las reglas. No van a permitir una injerencia política al interior de Venezuela”, aseguró Luzzani.

Según la periodista y escritora, “si se permite semejante violación al derecho internacional, Estados Unidos estaría llevando al caos a la estructura global”.

Hoy, la errática política internacional de Washington, pone en entredicho el consenso mundial de posguerra que acordó preservar la estabilidad mundial atendiendo a los derechos establecidos entre todas las naciones y los intereses regionales.

En este contexto, “la agresión estadounidenses no puede interpretarse como una iniciativa solo contra Venezuela”, subrayó Luzzani. Y amplió: “Tiene que ver con un proceso de reacomodo geopolítico global. Estados Unidos es una potencia en declive, necesita reacomodarse en este mundo que cambia aceleradamente y de hacerse de los vastísimos recursos naturales que cuenta la región”.

Consultada sobre el hecho de que Venezuela es el país con la mayor cantidad de reservas probadas de petróleo del mundo sostuvo: “A  diferencia de Venezuela, en los yacimientos latinoamericanos de Vaca Muerta (Argentina) o Presal (Brasil) Estados Unidos no tuvo necesidad de de amenazar, simplemente esos gobiernos adictos a Washington decidieron entregarlos. En el caso de Argentina lo hicieron ´alegremente´, mientras que en Brasil debieron destituir a la presidenta Dilma Rousseff”.

Irak, Libia, Siria

La mexicana Ana Esther Ceceña es coordinadora general del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, y percibe que un nuevo fracaso de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para atacar a Venezuela, muestra un escenario de acciones unilaterales, como los que esa potencia encaró en Medio Oriente, en países como Irak, Libia y Siria.

Sostiene Ceceña que “las intervenciones de China y Rusia han sido importantísimas ya que han permitido hacer un contrapeso que, hasta ahora, ha mantenido a Estados Unidos, sin decidirse a intervenir en Venezuela. Al ingresar estas dos potencias, podrían convertirse en una conflagración mundial, en un conflicto de gran envergadura, como los que hemos visto en Oriente Medio. Esperemos que se siga deteniendo el escenario bélico”.

La analista advierte que América latina “podría convertirse en un escenario de guerra mundial como Siria, pero no se trata de una guerra mundial convencional, aunque sí una donde están metidas todas las potencias mundiales en tensión”.

“Una guerra en Venezuela —continúa— podría irradiarse a todos los alrededores, sobre todo la cuenca del Caribe, que es una zona que le interesa a Estados Unidos, pero Colombia, Brasil, Panamá y otros no quedarían indemnes.

“Sería un conflicto sin fronteras”, señala Ceceña.

Amenaza regional

Uno de los analistas internacionales más consultado es el periodista uruguayo Aram Aharonian, fundador de Telesur, y con especial conocimiento sobre la realidad venezolana.

En diálogo con CLATE explicó que “esta arremetida de Estados Unidos contra Venezuela viene preparándose desde hace 20 años y, sobre todo, desde el 2017 cuando el gobierno de Donald Trump (tras el fracaso del terror callejero desestabilizador del 2014 y 2017) impidió que se llegara a un acuerdo (faltaba firmarlo luego de acordado) en la mesa de diálogo entre Gobierno, oposición y mediadores internacionales, en República Dominicana”.

Reafirmó que a Estados Unidos “no le interesa el camino de la negociación y la mediación, sino imponer sus políticas y saquear el petróleo venezolano. Por eso ni siquiera se habla de la propuesta de paz de México y Uruguay, o la del mismísimo Papa. La arremetida contra Venezuela no tiene antecedentes en otros países de la región, pero sí está relacionada con factores como el paramilitarismo colombiano o el narcotráfico mexicano-colombiano-estadounidense, dentro de una estrategia que parece copiar claves aplicadas en Medio Oriente”.

Resalta Aharoniam que “las disputas geopolíticas por el control de materias primas como el petróleo, los diamantes, el oro, los pasivos económicos; junto a la seguridad y defensa, son importantes para entender el conflicto de Venezuela y la fractura en el Consejo de Seguridad de la ONU así lo prueba”.

Intereses comerciales

En referencia al costado comercial del asunto, el analista uruguayo manifiesta que en cuanto a las materias primas, “se distingue un claro choque de intereses estadounidenses, por un lado, y rusos con chinos, por otro. En medio, se cruzan indios y sudafricanos, que se asociaron a empresas rusas pasando a controlar las exportaciones venezolanas de diamante”.

Los números son elocuentes: “China se convirtió en el principal inversor en yacimientos petrolíferos venezolanos y el cliente clave. En materia de deuda externa, las disputas son complejas: los pasivos más importantes contraídos por Maduro son con la República Popular China (unos 70 mil millones de dólares). La empresa rusa Rosneft es el segundo acreedor, a mucha distancia de China, con apenas 17 mil millones”, reseña.

Y agrega: “Para los acreedores chinos y rusos es importante que Venezuela pague sus deudas con petróleo y en algunos casos recurriendo a la participación en yacimientos. También hay que considerar que otros acreedores muy relevantes son las estadounidenses BlackRock y el banco Goldman Sachs”.

En síntesis, ¿Estados Unidos pude avanzar con Rusia y China en contra?

Cabe recordar que Rusia, a través de su canciller Serguei Lavrov, señaló que hará todo (hasta aquí nadie sabe la amplitud de la palabra todo) por apoyar al gobierno legítimo del presidente Maduro en la defensa de la Constitución venezolana y los métodos de la solución de la crisis en el marco constitucional.

Sobre la amenaza regional que esgrime Trump, apunta Aharoniam: “Para sostener la idea de ser la primera potencia a nivel mundial. Estados Unidos tiene la necesidad de mostrar que domina su patio trasero. Con la desarticulación de los procesos de integración en la región (Mercosur, Unasur, Celac), impulsados por Washington y realizados por los gobiernos neoliberales de la región, la declaración de América Latina y el Caribe como zona de paz, parece haber quedado en el olvido”.

“La amenaza no es sólo contra Venezuela, es contra toda la región. Incluidos los países que “alegremente” se han sumado a la ofensiva trumpista. Sin dudas, para Estados Unidos, el bolivarianismo impulsado por el expresidente Hugo Chávez, se ha convertido, en una espada mucho más filosa que la blandida por los fieles del Islam, y que dieron pie a la destrucción de Irak, Siria, y tantos otros países”, concluye Aharonian.

Fuente: www.clate.org