Huracán sobre el azúcar

Por Manuel Justo Gaggero*

Este el título de un libro de Jean Paul Sartre en el que narra sus vivencias personales y las de su compañera Simone de Beauvoir en su visita a Cuba en 1960. Permanecieron un mes en la Isla entrevistando a todos los principales dirigentes de la Revolución y a diferentes ciudadanos que vivían en el campo y en las ciudades. Por supuesto tiene un párrafo aparte la larga charla con Fidel y con nuestro compatriota el Che Guevara. Se impresionaron con la preeminencia que en la gestión de estos noveles revolucionarios tenían la Educación y la Salud.

En el epígrafe consignaron: “Cuba es una isla, antes era una azucarera, hoy un huracán revolucionario levantó el fino y dulce polvo para descubrir la miseria que ocultaba y exterminarla”. 60 años después y pese al brutal bloqueo que lleva a cabo Estados Unidos, la Patria de Martí se ha convertido en una potencia en Salud lo que ha quedado demostrado en esta Pandemia que conmueve al planeta.

Cuenta con 76 mil médicos,15 mil dentistas y 89 mil  enfermeras. Más de 20 misiones medicas cubanas han viajado a diferentes países del mundo para hacerle frente al COVID-19. Entre otros está Italia, Andorra, las provincias de ultramar francesas y Quatar. Por supuesto, como ha sido histórico, los profesionales de esta Nación de sólo 11 millones de habitantes, han llegado a países africanos como Togo y Angola y a centroamericanos como Nicaragua, Guyana, Jamaica y Honduras. Así también los encontramos en Venezuela y en pocos días en Haití y en El Salvador.

Estos inmensos gestos de solidaridad de una Nación bloqueada y empobrecida no son nuevos. A lo largo de estos años diferentes países de los tres continentes, sin tener en cuenta la ideología de sus gobernantes, han recibido misiones sanitarias de la” Isla del Lagarto Verde”.

Recordemos el caso de  la región de Cachemira Pakistaní en la que se produjo un terremoto brutal en octubre de 2005  que causó más de 100 mil muertos y cientos de miles de heridos. Este país estaba gobernado por el General Pervez Musharraf que no ocultaba su afinidad con la Casa Blanca norteamericana. Pese a ello y, anteponiendo la solidaridad humana al alineamiento ideológico, por expresa disposición de Fidel viajaron a ese país 2564 médicos y un número similar de personal auxiliar que instalaron 30 hospitales de campaña totalmente equipados. Este “ejército de batas blancas” se quedó ocho meses y dejó las instalaciones levantadas funcionando.

A ello se sumó Indonesia al año siguiente y Haití. Hay decenas de ejemplos como éste. A ello se agrega la creación de la Escuela Latinoamericana de Medicina en La Habana que ha formado a centenares de médicos de América Latina, África y el Medio Oriente  y la “Operación Milagro”, mediante la cual se ha ofrecido atención ocular a 4 millones de personas desde  el 2004. Esto último financiado por el Gobierno de  la República Bolivariana de Venezuela liderado por Hugo Chávez.

Todo ello muestra la ceguera de una fracción de la corporación médica argentina y de algunos exponentes de la derecha vernácula como Laura Alonso -ex funcionaria del Gobierno de Mauricio Macri y Eduardo Feinmann un  periodista con estrecha vinculaciones con la Embajada del país del Norte que se oponen a la llegada a nuestro país de 200 médicos cubanos- especialistas en emergencias y en terapia intensiva. Estos fueron requeridos por el Ministerio de Salud de la Nación, con acuerdo de los gobiernos de la Provincia de Buenos Aires y de la Ciudad Autónoma, para enfrentar la grave situación que se podría generar en los meses de invierno por la propagación del virus.

Los que se oponen son los mismos que boicotean, sin propuestas alternativas, las decisiones del Gobierno Nacional  y que alientan la presión de la gran burguesía para dar por concluida la cuarentena. Por supuesto, no les preocupa la salud de nuestro pueblo y en particular del 40 % de los compatriotas que están en la pobreza ya que priorizan la especulación económica y sus ganancias.

No advierten que esta conducta del Gobierno y del Pueblo cubano es la antítesis de las decisiones del Gobierno de Donald Trump que, al mismo tiempo que mueren miles de estadounidenses, concentra la flota del Atlántico Sur frente a la costas de Venezuela amenazando con invadir a la misma y detener a su Presidente Nicolás Maduro, y en el Medio Oriente, junto con el Estado de Israel, se prepara para iniciar una guerra contra Irán.

Un sociólogo norteamericano, Wright Mills, en su  libro titulado “Escucha Yanky”, ya en 1960 le advertía al pueblo norteamericano lo trascendente que sería el proceso iniciado el 1° de enero de 1959 en Cuba. Los diferentes “inquilinos” de la Casa Blanca lo han ignorado y pretenden, aún frente a esta Pandemia, frenar un proceso revolucionario que ha tenido a su pueblo como principal protagonista.

Pero como dice la canción de Silvio Rodríguez y  Pablo Milanés “ …Quiero abrir mi voz al mundo que llegue al último confín de Norte a Sur y de Este a Oeste y que cualquier hombre pueda gritar  sus propias esperanzas, sus heridas y sus luchas … Cuba va ….Cuba va……”.

*Abogado y periodista. Ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas  “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”