Los sonidos del silencio nacional

Por Pablo Callejón*

Ni el mayor plan de vacunación de la historia, ni los miles de millones de pesos en obras públicas lograron poner el Gobierno Nacional en la agenda positiva de los cordobeses. Pocos le adjudican algún mérito por las vacunas al esfuerzo de la Ministra Carla Vizzotti. El éxito del operativo en el Polideportivo de Río Cuarto es, para una inmensa mayoría, un logro exclusivo de la gestión del Intendente Juan Manuel Llamosas. Sin embargo, cada dificultad fue particularmente adjudicada a “la lentitud o inoperancia” de la Nación.

La ecuación es tan simplista como efectiva. Nadie parece visualizar los cuantiosos fondos del Gobierno Nacional para el plan de pavimento en más de 100 calles y el cordón cuneta en numerosos barrios de Río Cuarto. La Autovía a Holmberg que demoró décadas en comenzar no tiene una sola referencia del Gobierno que la financia. No hay un cartel a la vera del camino ni funcionarios que transiten los flamantes senderos para la foto de ocasión. Los discursos políticos y comunicacionales coinciden en demonizar cada acción oficial del “Albertismo”, como antes lo hicieron con el “Kirchnerismo”. Y el “Frente de Todos” parece aceptar cada golpe como el boxeador que fue convocado a la pelea solo para hacer lucir a su oponente.

En los últimos años, los afiches de campaña se completaron con rostros repetidos de escasa influencia social. Ni siquiera la militancia parece entusiasmada en acompañar a la desteñida representación de postulantes sin peso propio. La excepción pareció surgir en Martín Gill, el Intendente de Villa María que ocupó durante dos años la Secretaría de Obras Públicas de la Nación. El fiasco electoral de las primarias convenció a Gill de refugiarse en su bastión, en lugar de insistir en una campaña que parece encaminarse hacia una derrota histórica. No se trata solo de las críticas a destajo del gobernador Juan Schiaretti y la impostura del candidato a senador Luis Juez. Son también las consecuencias de lo que el peronismo nacional decide ser en Córdoba. Sus dirigentes parecen empecinados en dilapidar oportunidades para constituirse en una opción política algo más redituable que un lejano tercer lugar sin bancas en el Congreso.

Según un informe elaborado por la Secretaría de Obras Públicas, la Nación impulsa una inversión de 17 mil 516 millones de pesos en Río Cuarto. Del total de fondos, 630 millones surgen de la cartera nacional, otros 516 millones del Enhosa, 462 millones de Infraestructura y más de 15 mil millones de Vialidad.

La Universidad Nacional de Río Cuarto avanza con aulas en la denominada manzana oeste, que serán finalizadas el año próximo. Tendrán espacios de servicios y hasta ascensores. En total, se destinarán unos 100 millones de pesos.

El documento señaló que los aportes del Gobierno Nacional permitirán avanzar en un plan de pavimentación de 75 cuadras, con una inversión de 241 millones de pesos. A través del Programa “Argentina Hace” se derivarán otros 150 millones de pesos en cordón cuneta, desagües, el parque Sur, el Paseo La Maerced y la reparación de nuevas arterias. Además, están en ejecución los desagües pluviales en el Fénix, que buscan poner fin al drama que sufrieron durante años los vecinos de AJEPROC.

También reciben aportes de la Nación, según describió el informe oficial, las obras de cloacas en el sur, Alberdi, Banda Norte y la estación de bombeo Bicentenario, que permitirá elevar al 100 por ciento de cobertura sanitaria para más de 85 mil personas.

Más conocido resulta el aporte para construcción de la Estación Depuradora de Aguas Residuales. La obra se inició con el Gobierno de Mauricio Macri, quien mantuvo un cercano vínculo con el peronismo cordobés durante su mandato. Los 95 millones de pesos que aportó la gestión de Fernández pasaron casi inadvertidos para los riocuartenses y los vecinos de la región.

Las obras viales suelen ser las vedettes de las estrategias publicitarias de los gobiernos por tratarse de iniciativas perfectamente visibles. Sin embargo, el Gobierno Nacional se rehúsa a utilizarlas como contra argumento para quienes afirman que la Casa Rosada “castiga” a los cordobeses. Solo en la Autovía a Holmberg se invertirán más 4 mil 500 millones de pesos. La descripción oficial sumó 629 millones para repavimentar la ruta 8 y casi 9 mil millones en el desarrollo de la Autopista entre San Francisco y Río Cuarto a través de la Ruta Nacional 158. En el nexo vial por el que transitan unos 6.200 vehículos por día, ya se habían destinado 2.200 millones para la mejora de la carpeta asfáltica.

Las medidas de emergencia por la pandemia y la agudización de la crisis económica y social, provocaron la transferencia de 27 mil millones de pesos en toda la Provincia, según indicaron desde el Ministerio de Desarrollo Social. El monto incluye la asignación compensatoria del salario, créditos a pequeños contribuyentes y a tasa subsidiada. También los aportes a pymes y emprendimientos industriales. Los números podrían ayudar a contrarrestar el discurso que sostienen quienes cuestionan el impacto de las retenciones en Córdoba y describen al gobierno nacional como una aspiradora insaciable de recursos que emergen de los campos provinciales. Sin embargo, la desproporción en el impacto de los discursos se profundiza por la incapacidad del “Frente de Todos” para consolidar, o al menos intentarlo, un relato más convincente frente al enojo exacerbado por los divulgadores del “Antikirchnerismo”.

Las consecuencias económicas de la pandemia, el escándalo por los que se saltaron la fila en la vacunación, la fiesta de cumpleaños en Olivos, el crecimiento de la inflación y los obscenos indicadores de la pobreza, provocaron altos costos políticos en todo el país, aunque alcanzaron niveles desmesurados en Córdoba. A la oposición ni siquiera le fue necesario articular alguna propuesta frente al amplio abanico de dificultades sociales. Solo debieron agudizar el ingenio para endurecer el encono con el peronismo nacional. Es el mismo enojo que emerge desde una amplia mayoría del electorado provincial. Las políticas de “Cambiemos” dejaron una inflación del 50 por ciento y niveles de pobreza similares a los del Conurbano en el Gran Córdoba. Sin embargo, ningún indicador pudo romper el encanto con el ex Presidente y su fuerza política. La Provincia se consolidó como un bastión del “Antikichnerismo” y poco parecen decir los dirigentes del “Frente de Todos” para volver a convencer a los cordobeses.

El Gobierno Nacional no solo carece de una estrategia comunicacional en Córdoba. Es también un reducto de militantes sin consenso colectivo. La derrota en las PASO minimizó la campaña de la fuerza política a una secuencia de afiches callejeros y aburridos spots. Los intendentes que acompañaron en las primarias hubieran preferido tener un protagonismo diferente. Las listas se armaron con una mesa demasiado chica en los reductos del imaginario del puerto. La ausencia de dirigentes de peso es aún más evidente en el sur provincial, donde los apellidos de Caserio o Estévez pasan casi desapercibidos. No hay dirigentes nacionales en los actos oficiales. Ni siquiera cuando se inauguró un centro de almacenamiento de vacunas hubo un llamado a funcionarios del Gobierno Nacional.

La postal que mostró el acto de reelección de Llamosas se esfumó en el primer llamado desde Córdoba. El Intendente de Río Cuarto mantuvo su compromiso de cargos con los dirigentes del “Albertismo”, aunque nadie debate el alineamiento con “Hacemos por Córdoba”. Las manifestaciones de Marcos Farina sobre un “candidato propio” en las próximas municipales tuve una primera señal de advertencia. El Secretario de Articulación Interjurisdiccional del Ministerio de Transporte de la Nación sugirió a Adriana Nazario y al Secretario de Deportes, Agustín Calleri como posibles nombres del consenso. A las pocas horas, el tenista se apresuró en tuitear su “orgullo” de pertenecer al equipo del gobernador Juan Schiaretti.

Sería infructuoso para el peronismo nacional entender por qué los cordobeses le dan la espalda con el mero recorte de la coyuntura. La historia habla de una larga secuencia de desencuentros que provocó la inédita disputa entre José Manuel De la Sota y Cristina Kirchner, que dio origen al “Cordobesismo”. El “Schiaretismo” se resguardó en esa división con altos réditos electorales, mientras profundizó su discurso de la discriminación a la Provincia. La respuesta comunicacional y política orquestada desde Buenos Aires pareció dar lugar a esa lógica. Las miles de selfies de ciudadanos felices por sus vacunas y los gestos de sorpresa de los conductores que transitan por el inicio de la Autovía a Holmberg no tienen como referencia a la Nación. Son hechos históricos que el “Frente de Todos” no logró capitalizar. Tampoco el pavimento o las obras de desagües en los barrios. Ni siquiera se advirtió un banner de la Nación en las convocatorias para los anuncios. La reciente edición del Festival Polifónico que reunió a miles de personas en actos de alegría popular tampoco logró visibilizar la articulación con el Ministerio de Cultura.

El último debate sobre los subsidios energéticos expuso, una vez más, la disparidad de fuerzas para comunicar. Mientras la Provincia multiplicó en spots y actos de campaña sus críticas “a los porteños” y el “castigo del Kirchnerismo”, funcionarios nacionales intentaban una respuesta a través de Twitter. Si las encuestas esta vez no fallan, el “Frente de Todos” podría concluir la noche del 14 de noviembre con la magra cosecha de un diputado. Demasiado poco para una fuerza política que prometía hace dos años “volver a conquistar a los cordobeses”. La indiferencia se multiplica y agiganta en la ausencia de voceros de peso. Y no importa si tienen mucho para decir. Lo importante, es que alguien finalmente lo diga.

*Periodista

Fuente: Póster Central