José Luis Manzano y el oro blanco de Jujuy

Es un prohombre de la corrupción menemista. Pero esa acumulación originaria ya quedó lejos porque nunca dejó de moverse y sumar, como un Pacman, vínculos estratégicos con los gobiernos de turno que sucedieron al líder riojano. Ahora su gran obsesión es la industria del litio, en la que metió sus patas y su plata, una fiebre que se multiplica fronteras adentro y afuera de nuestro país. Perfil del amigo empresario de Sergio Massa.
Por Julián Maradeo
Ilustraciones: Nicolás Daniluk
Era 2013 y faltaba poco para las elecciones que cristalizaron el empequeñecimiento del sistema de alianzas del Frente para la Victoria. La sociedad compuesta por Daniel Vila y José Luis Manzano estaba frente a una disyuntiva. Apoyar al ascendente Sergio Massa, amigo de ambos, o al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que tanto los había beneficiado en sus diversas inversiones. Fue Juan Manuel Abal Medina, por entonces jefe de Gabinete, quien recibió, en una reunión que se celebró en su oficina en Casa Rosada, la respuesta por parte de Manzano: irían detrás del ganador. El resto ya es historia conocida.

Si los caminos del capitalismo vernáculo no son lineales, mucho menos los de la política. El desembarco de Massa en el Frente de Todos seis años más tarde y su flamante precandidatura presidencial volvió a sentar a varios comensales conocidos entre sí en la misma mesa. Sin embargo, ninguno es el que era en aquel entonces. Mientras Unión por la Patria, con fórceps, pelea por entrar en el balotaje, Manzano mira con lupa cómo seguir expandiéndose más allá de sus preferencias. Si algo aprendió con el paso de los años es que los gobiernos, con amigos incluidos, pasan pero los negocios quedan.

Currículum abreviado

Manzano tiene una aspiración ingenua: que el paso del tiempo lo muestre como un empresario altruista con dotes de conferencista académico. Una especie de gurú que conoció el barro de la política y el capitalismo y salió indemne. O casi. Muy a su pesar, a cada paso que da aparecen rastros de su pasado. Como a su sombra, no se lo puede sacar de encima.

Entre 1983 y 1992, su ascenso fue tan meteórico como su descenso en medio del aquelarre menemista, cuando terminó simbolizando una de las caras de la corrupción sistémica. Aunque muchos auguraban un destino marcado por el ostracismo político, Chupete se reinventó y pasó al otro lado del mostrador. Su paso por la función pública le permitió comprender que la exposición en la vereda empresarial es infinitamente menor y los beneficios muy superiores. Aunque le gusta resaltar que se graduó como médico especialista en Salud Ocupacional y que fue investigador visitante en las universidades de Georgetown y de California, las curvas que registra su trayectoria tienen los ingredientes necesarios para convertirlo en un caso de estudio.

A la salida de la última dictadura y tras la victoria de Raúl Alfonsín, Manzano (nacido en Tupungato, Mendoza, en 1956) era una de las caras visibles del ala joven dentro del peronismo junto a José Octavio Bordón, José Manuel de la Sota y Carlos Grosso. Sin embargo, a medida que avanzaba la década del 90, se erigió en uno de los iconos del modelo de dirigentes políticos que terminaron jugando en otras ligas.

Fueron tales las piruetas que dio, que pasó de ser quien, en la interna del PJ, le proveía información a Antonio Cafiero sobre las vinculaciones de Menem con el narcotráfico, a asumir en 1991 como sucesor de Julio Mera Figueroa en el Ministerio del Interior en épocas en las que no existía el cargo de jefe de Gabinete. Duró poco más de un año. En ese lapso fue uno de los que impulsó la idea de que Domingo Cavallo se hiciera cargo de Economía, participó en las negociaciones para llevar adelante la confección de la Corte Suprema adicta y defendió las privatizaciones como el que más.

Cuando fue reemplazado por Gustavo Béliz demostró que había aprendido los códigos del menemismo: abandonó su puesto sin una queja ni levantó cargos, como parte de un acuerdo para no ser investigado. De inmediato, se radicó en Estados Unidos.

Fue justo ahí cuando se mancilló la relación comercial con su coterráneo Daniel Vila. Vila es la cara visible de los medios de comunicación, mientras que Manzano se ocupa de llevar adelante los intereses vinculados con la energía y la explotación de los recursos naturales.

A 30 años de aquellos sucesos y con el lomo empresarial debidamente curtido, ¿se puede decir que se trata de un ejemplo exitoso de la clásica puerta giratoria entre la función pública y los negocios, o solo alguien que apostó al todo pasa? ¿Es, acaso, un capitalista más que se benefició con la estrategia agresiva de una sociedad comercial que durante un buen tiempo fue poco observada?

El oro de jujuy

Manzano no mide sus acuerdos en función de un código moral sino de su rentabilidad. En ese universo, los vínculos perduran tanto como se extiende la tasa de ganancia. Es por eso que puede pasar de apoyar sin despeinarse a Massa y Daniel Scioli al radical Gerardo Morales, gobernador de Jujuy hasta diciembre y candidato a vicepresidente de Horacio Rodríguez Larreta. Pues, business are business.

Argentina forma parte de lo que se conoce como el triángulo del litio, compuesto también por Bolivia y Chile. Jujuy y Salta son las provincias que más exportan este mineral en el país. Manzano llegó a la primera por medio de Integra Capital, su nave insignia. A través de ella, tiene participación accionaria en Phoenix Global Resources, compañía que se dedica a la exploración y explotación de petróleo; Interoil, que cotiza en la Bolsa de Oslo y produce 3500 barriles de petróleo por día en Colombia y Argentina; e Integra Oil & Gas, que produce 4 mil barriles de petróleo por día en Venezuela. También es el accionista mayoritario de Integra Gas Distribution en sociedad con Mercuria Energy Trading. Es accionista, además, de Metrogas, la compañía de distribución de gas de Buenos Aires que brinda sus servicios a más de 10 millones de personas. En tanto que una de sus últimas adquisiciones fue en octubre de 2022 el 50 por ciento de Refinor, la única refinería en el norte argentino.

Una de las ramas que no para de crecer es Integra Lithium, que dice ostentar 243 mil hectáreas de salares y roca si se suman Jujuy y Catamarca sobre un total de 870 mil hectáreas. Ya en 2021, Manzano se jactaba de ser el principal jugador del litio en Argentina a la par que alcanzaba un acuerdo, mediante Integra Recursos Naturales, con dos comunidades de la Puna jujeña para poder iniciar los estudios de impacto ambiental en las áreas que posee en Laguna Guayatayoc y Salar de Jama.

Es comprensible: Para muchos, el litio es una especie de oro blanco.

Pero Manzano no da puntada sin hilo. Ante las sucesivas denuncias por la afectación y contaminación de las reservas de agua de los salares, se activó la contra publicidad generalmente motorizada por la pantalla constituida por organizaciones sin fines de lucro. Un ejemplo reciente fue la llegada del director estadounidense James Cameron, por medio de la Fundación Advanced Leadership, en cuyo directorio se encuentra Chupete. El objetivo era que participase de un foro sobre medioambiente y sustentabilidad. Fue tan obvio que el propio Cameron acusó a Morales de haberlo usado para promocionar la extracción del litio.

¿Dónde aparece la alianza de Manzano con el gobierno de Morales? En la sociedad que explota Salar de Jama, cerca de San Salvador de Jujuy. El 9 por ciento pertenece a la empresa estatal jujeña Jemse. También es óptimo el vínculo de Manzano con el compañero de fórmula de Morales, al punto que afirmó que al gobierno nacional de Mauricio Macri le faltó Rodríguez Larreta para encausarlo.

Pero no se termina ahí. Mendoza, gobernada por el radical Rodolfo Suárez, vio llegar una nueva firma de Manzano: Litios del Oeste SA, dedicada a la energía y la minería. La cara visible es uno de sus alfiles: Nicolás Mallo Huergo, director de Integra Capitals y presidente de Integra Lithiums y de Edelcos, por medio de la cual Vila y Manzano adquirieron el 51 de Edenor. El objetivo mediato de Litios del Oeste en tierra cuyana es la construcción, administración y gestión de las represas que se proyecta construir en el Río Diamante, el Mendoza y el Tunuyán.

Si de Mendoza se trata todo conduce al momento parte aguas en esta historia.

Seres de luz

Manzano conoció a Sergio Massa por medio de Vila. Son amigos desde la década del 90, al punto que el empresario pasó varias fiestas de fin de año en Pinamar Norte, con el líder del Frente Renovador y su esposa y titular de AYSA, actual candidata a la intendencia en Tigre, Malena Galmarini.

Según reconstruyó la revista Noticias en 2013, luego de que se confirmara la victoria del ex intendente de Tigre, Massa comentó ante sus interlocutores que Manzano lo había llamado para felicitarlo y para dejarle un consejo: “Dijo que cuando se gana, no se habla de política”. Luego, cual pupilo obediente, ante las cámaras Massa acató y solo hizo referencias genéricas a la desnutrición, la democracia y la seguridad.

Nadie que siga la ruta de esa amistad dudaba de que cuando Massa se convirtiera en el reemplazante de Martín Guzmán, Manzano y Vila pasarían a tener una llegada muy diferente a la que poseen otros empresarios. Tal vez por eso no sorprendió la adquisición, por medio de EDEMSA, del paquete accionario de Marcelo Mindlin en Edenor. Fue a cambio de 100 millones de dólares. No se embarcaron solos: a Vila y Manzano se sumó Claudio Filiberti. El trío, por medio de Edelcos, se quedó con la distribuidora eléctrica que cuenta con 3 millones de clientes, equivalentes a 9 millones de usuarios. Como era de esperar, una de las primeras cosas que hicieron al pasar a controlar la empresa fue reclamar, mediante una carta enviada en septiembre del año pasado, un aumento de tarifas.

Las alarmas se encendieron cuando se conoció que CAMMESSA había condonado deudas por 62 mil millones de pesos a distribuidoras eléctricas, de los cuales 3865 millones de pesos, correspondían a EDEMSA. Ante la polémica, desde la compañía mendocina argumentaron que el congelamiento tarifario, la disparada del dólar y inflación produjeron un desorden en sus números.

Frente al nuevo panorama, los consejos de Manzano llegaron nuevamente al teléfono de Massa. Con el año electoral a la vista, a fines de 2022, le sugirió que no se presentase porque su meta debía ser ordenar la economía y para lograr eso no debía pelearse con la oposición. Esta vez no le hizo caso. Los índices económicos muestran que no logró la calma deseada, a la vez que terminó lanzado a la carrera electoral.

Los desprevenidos tal vez pueden llegar a creer que, como amigo, Manzano jugará en favor de Massa. Pero lo cierto es que no deja de poner un huevo en cada canasta. Al fin y al cabo, para muchos la política no es más que otro negocio.

El fantasma

“Acá, en Mendoza, Manzano es un fantasma. No se lo ve por ningún lado. En cambio, a Vila le encanta figurar. Creo que, aunque a Manzano quizá no le guste el perfil alto de Daniel, en el fondo se complementan”. Quien habla es un periodista mendocino que los investigó y los padeció durante años.

Generalmente la estrategia agresiva sobre los trabajadores de prensa es atribuida a Vila. Antecedentes no le faltan. En 2008, por caso, luego de que Enrique Llamas de Madariaga fuera echado de América TV e iniciara un juicio laboral, Vila lo lastimó con un vaso en la cara durante el centenario del diario El Cronista, en ese momento propiedad de Francisco de Narváez, que era, a la vez, socio de Vila. Actualmente, el periódico también es controlado por Vila y Manzano.

La sociedad compuesta por ambos representa uno de los casos más exitosos en lo concerniente a la fusión entre la política y los negocios. Según la cara visible del Grupo América, de Manzano no le atraían sus vinculaciones con capitales locales y extranjeros sino su “talento financiero”. Creer o reventar.

La relación tuvo un punto de partida menos decoroso. En 1991, Manzano había sido el receptor de las presiones de Vila, luego de que junto con su padre comprasen Radio Nihuil, una de las emisoras más escuchadas en la provincia cuyana. Ante la falta del decreto de transparencia de la radio, Vila habló con Menem para que lo elaborara, a lo que el riojano le contestó que era Chupete quien se oponía. En realidad, el problema era que no existía el expediente de origen en el Comfer. Conclusión: todo terminó en una pelea entre mendocinos.

Ya fuera del Gobierno, luego de que Vila convenciera a Manzano de asociarse, salieron en búsqueda del cubano naturalizado estadounidense Jorge Más Canosa (propietario del equipo en el que jugará Lionel Messi en Miami), a partir de los contactos establecidos por Adelina Dalesio de Viola, parte de la troupe de ucedeístas que se sumó al menemismo de la mano de Manzano. El objetivo era expandir Supercanal. Expansión barra concentración, no en la región metropolitana del país donde estaba creciendo el Grupo Clarín sino en la de Cuyo. Se estaba dando forma al oligopolio de medios en Argentina.

Clarín y Supercanal tenían una estrategia similar: asfixiar a las pymes de medios locales de las ciudades en las que desembarcaban para así poder ejecutar lo que técnicamente se conoce como concentración horizontal e integración vertical, ya que tenían el cable y muchos de los canales más importantes.

Aparecieron las versiones de que en realidad Más Canosa era la forma de vehiculizar capitales non sanctos que correspondían a la sociedad Manzano-Vila. Pero nunca se pudo comprobar tal hipótesis. Los tentáculos de Supercanal se desplegaron en 17 provincias, no solo en el mercado audiovisual ya que también adquirieron el diario La Capital de Rosario y El Diario de Entre Ríos, aparte de controlar el diario Uno de Mendoza.

No hay misterio en esto, cualquier capitalista de fuste sabe que para hacer negocios no hay nada como una pata mediática fuerte, que sirva para presionar. Para ejercer poder real, la rentabilidad simbólica cuenta y mucho. Al comienzo, para Vila-Manzano fue una especie de llave maestra que le abría la puerta de los diversos gobiernos. Fuera del menemismo, tenía un vínculo excelente con Coti Nosiglia, Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner por igual.

Si bien lo niega, la alianza con Vila encaja perfectamente: un empresario que va por todo y un dirigente político camaleónico, que tiene buen diálogo con los diferentes actores que se sientan alrededor de una mesa a la hora de darle forma a un negocio. Nada puede salir mal.

Fuente: www.revistacrisis.com.ar